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La poesía de la yihad
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qué inspira a un terrorista

La poesía de la yihad

Leer la obra de los terroristas para entender cómo piensan los yihadistas, cuál es su visión del mundo, cómo se conciben a sí mismos y, sobre todo, cómo construyen la imagen de su enemigo

Foto: La bandera de la yihad.
La bandera de la yihad.

Aunque suele concebirse la poesía como un discurso en el que se hallan los valores más nobles y profundos del ser humano, e incluso se ha llegado a afirmar que la poesía es a lo único a lo que podemos aferrarnos para salvar la humanidad, lo cierto es que la poesía, lejos de ser depositaria de tan altos valores, suele participar –y asumir un alto grado de protagonismo– en las más importantes encrucijadas históricas, legitimando por medio de palabras bellas y metros contados el paso de la muerte por las nuevas tierras conquistadas. La poesía es un excelente instrumento de propaganda. Como decía Walter Benjamin en su tesis VI sobre la Historia, los documentos de cultura son también documentos de barbarie.

Los atentados de París del pasado viernes 13 de noviembre han vuelto a poner el foco informativo en el terrorismo yihadista. Analistas procedentes de muy distintas disciplinas del conocimiento –desde arabistas a politólogos– han puesto sobre la mesa datos, razones y argumentos para tratar de clarificar y definir la ideología yihadista y las causas por las que actúan. Pero, más allá de interpretaciones, conviene preguntarse: ¿cómo piensan los yihadistas, cuál es su visión del mundo, cómo se conciben a sí mismos y, sobre todo, cómo construyen la imagen de su enemigo? En un artículo publicado en The New Yorker, Robyn Creswell y Bernard Haykel sostenían que una buena forma de entender el yihadismo era leer su poesía.

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(EFE)

Acudir a la poesía –o a la literatura, en general– resulta siempre oportuno para comprender sociedades para nosotros lejanas –tanto en lo temporal como en lo geográfico. Cuando en dicha sociedad la poesía ocupa un rol social relevante, como es el caso que nos ocupa, resulta mucho más útil. Como afirma la historiadora y experta en cultura árabe María Rosa de Madariaga, consultada por El confidencial, en la cultura árabe la poesía ha ocupado tradicionalmente una posición central.

"Como característica general de la literatura árabe hay que destacar la importancia que en ella ocupa la poesía. Por eso, a los niños se les enseña desde bien pequeños en las escuelas los poemas de los poetas más famosos desde la Antigüedad. Quizá esto contribuya a fomentar desde la infancia la facilidad de los árabes para 'versificar'. Cualquiera tiene a gala en el mundo árabe improvisar poemas. A este ejercicio muy extendido en la sociedad, en el que a los árabes les gusta mostrar sus dotes para 'improvisar' poemas, se le conoce como irtiyâl, literalmente 'improvisación'", apunta.

Acudir a la poesía –o a la literatura, en general– resulta siempre oportuno para comprender sociedades lejanas, en lo temporal y lo geográfico

En la actualidad, como una prueba más de la importancia de la poesía en el mundo árabe, existe en Oriente Medio un programa de televisión titulado Sha’ir al-Milyoon («Poeta millonario»), un talent show similar a Operación Triunfo donde quienes concursan y compiten son poetas. Como afirman Creswell y Haykel, el premio que se le otorga al ganador es mayor que el que se le concede al Premio Nobel.

Algunos de los poetas que participaron en Sha’ir al-Milyoon se hicieron célebres y sus poemas se leyeron en las plazas de las primaveras árabes. La autoridad del verso y del poeta que lo firma o lo recitamerece un enorme respeto en el mundo árabe; la palabra del poeta es tan sagrada como la palabra de un teólogo. No es casualidad, pues, que en este contexto se utilice la poesía como instrumento de legitimación de la lucha yihadista.

Del 11-S a las primaveras árabes

En Oriente Medio hay un talent show similar a Operación Triunfo donde quienes concursan son poetas

«Abrazados a la muerte los caballeros de la gloria encontraron su descanso. / Sujetaron las torres con sus manos llenas de rabia y las demolieron rápidamente como una catarata». Con estos versos tan plásticos describía Bin Laden, que además de terrorista fue poeta, los atentados del 11 de septiembre de Nueva York. Los terroristas suicidas encuentran la gloria del descanso eterno tras cometer el atentado que derribó las Torres Gemelas. Sus manos, rezan los versos, estaban llenas de rabia. El poema muestra el atentado –y de este modo lo legitima– como una consecuencia de una situación anterior que habría alimentado la rabia yihadista y que impulsó finalmente al terrorista a atentar contra el centro político y financiero, pero también simbólico, de occidente.

La denuncia contra el imperialismo es un tema recurrente en la poesía de la yihad. El poeta Isa Sa’d Al ‘Awshan escribió unos versos tras la invasión de Iraq donde advertía que la lucha iba a ser sin descanso y que el combatiente estaba dispuesto incluso a dar su vida para liberar a los musulmanes del poder despótico del imperio. Decían así sus versos:

Anuncié que no habría más descanso

hasta que nuestras flechas aniquilen al enemigo.

Me amarré a mi ametralladora con la determinación de un muyahid

y perseguí mi meta con un corazón apasionado.

Quiero una de las dos cosas buenas:

el martirio o la liberación del poder despótico.

Uno de los más famosos poemas de Bin Laden habla de la odisea que tienen que sufrir los habitantes de los pueblos que han padecido el ataque de occidente. El poema está estructurado en dos partes y el lector asiste, como un intruso, a una conversación íntima entre un padre y un hijo, expulsados de su tierra:

Padre, he viajado durante un largo tiempo por desiertos y ciudades.

Ha sido un largo viaje, padre, a través de valles y montañas,

Tan largo ha sido que he olvidado mi tribu, mis primos, incluso mi humanidad.

placeholder Atentado contra las torres gemelas el 11 de septiembre de 2011.
Atentado contra las torres gemelas el 11 de septiembre de 2011.

Con las primaveras árabes, sin embargo, la yihad cambió de enemigo. El enemigo externo fue sustituido por uno interno al que había que combatir y tumbar. Como apunta María Rosa de Madariaga, en un artículo titulado 'La nebulosa yihadista y el Estado Islámico', publicado en el semanario 'Crónica Popular' el pasado mes de septiembre, "aprovechando la indignación popular hacia los gobernantes, los islamistas se apropiaron del discurso radical de los verdaderos autores de la revuelta, cambiándolo de signo y haciendo hincapié en que la verdadera redención de los pueblos árabes solo podía venir del Islam, con cuyo fin era preciso recurrir al yihad". La célebre poeta Ahlam al-Nasr, conocida como la poeta del Estado Islámico, escribió en la primavera de 2011, en cuyas protestas participó activamente, un poema contra el presidente de Siria Bashar al-Assad:

Sus balas destrozaron nuestras cabezas como un terremoto,

incluso los huesos más fuertes crujieron después de romperse.

Ellos perforaron nuestros cuellos y esparcieron nuestros miembros

–¡fue como una lección de anatomía!

Ellos regaron las calles de sangre que todavía corre

como arroyos caídos de las nubes.

Como recuerdan Creswell y Haykell, Ahlam al-Nasr es autora de El resplandecer de la verdad, un poemario compuesto por 107 poemas, entre los que se incluyen elegías, lamentos, odas a la victoria y, curiosamente, cortos poemas que son en realidad tweets –hecho que corrobora lo que tantas veces ha sido dicho por los expertos: ISIS está en la vanguardia de la propaganda y el uso de las redes sociales constituye para ellos una herramienta en absoluto desdeñable de comunicación y de propagación ideológica. El libro se publicó en internet y rápidamente circuló entre militantes yihadistas por las redes sociales. Además de poeta, al-Nasr es autora de un breve ensayo de apenas treinta páginas donde describe el Califato del Estado Islámico como un paraíso donde los niños a la vez que juegan se preparan para la defensa y las mujeres custodian los valores del Islam.

Contra los falsos musulmanes

Las potencias de occidente y los estados laicos y con libertad de culto de Oriente Medio como Siria aparecen como enemigos de la yihad. Pero, en la poesía yihadista, irrumpen también como enemigos aquellos musulmanes moderados que no siguen –según el parecer de los fundamentalistas– el camino correcto del Islam.

Mayores enemigos del Islam que los dirigentes occidentales son los propios dirigentes de los países islámicos, que se dicen musulmanes, pero de boquilla

Como recuerda de nuevo María Rosa de Madariaga, "aunque estos neofundamentalistas consideran que el imperialismo occidental, materialista y opresor, es el principal causante de los males que aquejan a las sociedades islámicas, mayores enemigos del Islam que los dirigentes occidentales son los propios dirigentes de los países islámicos, que se dicen musulmanes, pero solo lo son de boquilla. En este sentido, estos grupos radicales entroncan directamente con el pensamiento del teólogo y jurista árabe Ibn Taimiya (siglos XIII-XIV de la era cristiana), quien, además de considerar un deber de todo buen creyente combatir a judíos, cristianos y a los no musulmanes en general, pensaba que los mayores enemigos del Islam, a quienes había que combatir en primer término, eran los que, autoproclamándose musulmanes, no lo eran de veras, sino hipócritas (munâfiqûn), como el Profeta Mahoma designaba a los habitantes de Medina sobre cuya fidelidad al Islam abrigaba dudas».

El poeta yihadista asume la función del teólogo que debe despejar las dudas que surgen sobre todo en un mundo materialista y de naturaleza confusa, plagado de tentaciones y deseos carnales, y mostrar el camino correcto, el camino de la verdad, el camino del Profeta. Estas dudas habitan en las cabezas de los musulmanes moderados. Quien no enderece el rumbo, siguiendo el camino marcado por Dios, no será sino tratado de enemigo. El poeta Isa Sa’d Al ‘Awshan en su Antología de la Gloria escribe:

Déjame esclarecer toda la oscura verdad y eliminar la confusión de quien pregunta.

Déjame hablarte del mundo y de lo que hay detrás de él. “Escucha: yo digo la verdad y no [tartamudeo.

El tiempo de la sumisión para el incrédulo ha terminado, él que nos hace beber copas [amargas.

En este tiempo de hipocresía, déjame decirte: no deseo dinero, ni una vida de bienestar,

pero tampoco el perdón de Dios y Su gracia.

Temo a Dios, no a una banda de criminales.

Me preguntas sobre la meta que he perseguido con celo y rapidez.

Preguntas, con miedo hacia mí, ¿es este el camino correcto, el buen camino?

¿Es este el camino del Profeta?”

Obsérvese el modo en que el poema utiliza el recurso de la apelación, dirigiéndose a un interlocutor concreto, que seguramente representa a un musulmán que se ha desviado del camino de la fe. Este rasgo, propio de la poesía oral, indica que estos poemas han sido compuestos para ser leídos en voz alta, ante un público amplio. Por otro lado, se observa en el poema que quien posee la voz poética no alberga dudas de tipo alguno y, a la manera del teólogo, con gran seguridad y sin tartamudear, se dirige a su interlocutor para esclarecer la oscura confusión que le impide tomar el camino correcto.

Contra la nacionalidad y el estado-nación

La poesía de la yihad expone asimismo elementos propios de su ideología. "En el centro de la ideología yihadista está el rechazo del estado-nación", afirman Creswell y Haykel. Se puede extraer de la lectura de la poesía yihadista la radical oposición a la idea de nacionalidad que emana del estado-nación moderno y la apuesta por una suerte de universalismo islámico que busca integrar, como si fueran parte de un solo cuerpo, a todos los musulmanes del mundo. Las fronteras del moderno estado-nación –sostiene la poesía yihadista– no han sido sino una forma de separar la unidad de su pueblo:

Mi patria es la tierra verdadera, los hijos del Islam son mis hermanos...

No amo más a los árabes del sur que a los árabes del norte.

Mi hermano en India, tú eres mi hermano, como lo eres tú, mi hermano en los Balcanes,

en Ahvaz y Aqsa, en Arabia y en Chechenia.

Si Palestina grita, o si Alfganistán grita,

si Kosovo es agraviado, o Assam o Pattani es agraviado,

mi corazón se extiende hacia ellos, deseando ayudar a los necesitados.

No hay diferencia entre ellos, es una enseñanza del Islam.

Nosotros somos un solo cuerpo, este es nuestro feliz credo.

Nos diferenciamos por la lengua y el color, pero compartimos la misma vena.

Se apela a la solidaridad entre los pueblos musulmanes oprimidos, como a la necesidad de atender su llamada de auxilio; a la hermandad de los pueblos y a la igualdad esencial de todos ellos –diferentes en apariencia (lengua y color) son en el fondo iguales (comparten la misma vena). Esta lectura, casi humanista, que construye un solo pueblo en muy distintos territorios y naciones, no esconde sino un discurso que busca legitimar la conquista de otras tierras que ellos asumen como propias.

placeholder Abdelhamid Abaaoud. (Reuters)
Abdelhamid Abaaoud. (Reuters)

Palabras bellas al servicio de la guerra. Palabras que se integran en estructuras poéticas muy bien construidas, con un estilo bien claro. Como señala María Rosa de Madariaga, en la poesía árabe "los poemas son monorrimos, es decir que cada verso ofrece un sentido tan completo que resulta independiente del verso anterior y del siguiente. La prohibición del encabalgamiento tuvo como resultado versos muy pulidos y extremadamente concisos". La poesía yihadista sigue las pautas de la tradición poética de la cultura árabe. La poesía no se arrodilla ante la propaganda ni sacrifica su estilo, ni cuestiona su tradición; al contrario, trata de ser una alta expresión de la tradición a la que se incorpora. La poesía no es un discurso inocente. En los documentos de cultura se hallan también las huellas de la barbarie.

NOTA: Los poemas citados han sido extraídos del artículo citado de Robyn Creswll y Bernard Haykel y traducidos del inglés por quien esto firma.

Aunque suele concebirse la poesía como un discurso en el que se hallan los valores más nobles y profundos del ser humano, e incluso se ha llegado a afirmar que la poesía es a lo único a lo que podemos aferrarnos para salvar la humanidad, lo cierto es que la poesía, lejos de ser depositaria de tan altos valores, suele participar –y asumir un alto grado de protagonismo– en las más importantes encrucijadas históricas, legitimando por medio de palabras bellas y metros contados el paso de la muerte por las nuevas tierras conquistadas. La poesía es un excelente instrumento de propaganda. Como decía Walter Benjamin en su tesis VI sobre la Historia, los documentos de cultura son también documentos de barbarie.

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