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Andrezj Wróblewski, el pintor de las dos caras del compromiso político
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Andrezj Wróblewski, el pintor de las dos caras del compromiso político

El Museo Reina Sofía acoge la primera retrospectiva europea de uno de los artistas polacos más importantes del siglo XX pero que pocos conocen en España

Es uno de los artistas polacos más importantes del siglo XX pero pocos en España conocen el nombre de Andrzej Wróblewski. Mientras en su país es considerado una leyenda y "un tesoro nacional", en Europa ha pasado desapercibido quizás debido a que murió con tan solo 29 años y al cariz contestatario e incómodo de su obra.

Si algo define la obra de Wróblewski es su compromiso político. Fue un pintor que experimentó con la abstracción y la figuración pero que, por encima de todo, colocó en el centro de su obra una nueva visión de la guerra, la posguerra y la degradación humana poniendo en primer plano los traumas y la secuelas de la II Guerra Mundial. El Museo Reina Sofía reúne hasta el 28 de febrero 150 de sus obras (en el Palacio de Velázquez del parque del Retiro) dentro de 'Verso/Reverso', la primera retrospectiva dedicada al pintor fuera de su país.

La exposición abarca desde sus inicios, centrados en buscar su propio lenguaje, hasta su etapa final, cuando, tras su época de militancia en el estalinismo socialista, intentó redefinirse. Dos fases que se conectan entre sí mediante su personal aproximación a la modernidad y la vanguardia. Para dar cuenta de esa experimentación, en la muestra se pueden ver 36 pinturas a doble cara, una de las características principales de su producción.

Wróblewski quiso simbolizar con esta dualidad el principal eje de su trabajo: que ambos lados del lienzo se completen, cuestionen y se contradigan mutuamente, además de utilizarlo como un recurso para dirigir (literalmente) al espectador. Dos caras de una misma moneda como lo son dos problemas y dos soluciones, dos preguntas y dos respuestas. Un mundo lleno de dureza y horror que busca retratar pero también al que quiere darle esperanza. Porque, básicamente, Wróblewski buscaba con estas pinturas de doble cara convertirse en un artista activo y convertir al espectador también en algo más que un simple observador.

Es imposible que su obra sea impasible. Él mismo sufrió las consecuencias de la guerra. De hecho, su padre murió de un infarto en un registro nazi en la casa familiar en 1941 (y que plasmó en 'Registro / Detención'). Por eso, estas obras duales muestran por una cara a pelotones alemanes fusilando polacos y, en la otra, imágenes abstractas más 'cómodas'. La serie 'Ejecuciones' (1948-1949) es la más representativa. Se centra en los traumas de la II Guerra Mundial enfrentando ambas realidades, aunque a partir de esta serie el pintor renunció a la abstracción y pasó a centrar los anversos de sus obras en imágenes figurativas. Un cambio de rumbo en su obra que seguía buscando subrayar la contradicción del mundo.

'Ejecuciones' alberga varias obras de doble cara donde se ve esa evolución formal, como 'Ejecución con miembro de la Gestapo' o 'Ejecución contra un muro / Cielo', pero también otros lienzos 'simples' como 'Ejecución con niño' o 'Ejecución en Poznan'. Ésta fue precisamente la única ejecución expuesta durante su vida y fue rasgada por un espectador. La serie levantó tantas ampollas en la época, que Wróblewski llegó a ser tildado de "neobárbaro" porque no encajaba dentro los cauces más formales del realismo socialista.

La muestra recorre también otras pinturas de doble cara como 'La liquidación del gueto', una de las pocas obras polacas de la época que aborda este suceso; 'Chófer azul', que describe su visión del ideal socialista de trabajador -ambas en un plano más figurativo- o 'Pintura sobre los horrores de guerra', un cuadro realista que busca recordar la guerra a través de "imágenes tan desagradables como el hedor de los cadáveres".

Dentro de esa crítica social y dual, las colas de espera fueron otro de los recursos estilísticos de los que se valió el pintor polaco para demostrar la progresiva desaparición de las características humanas tras la contienda. Llevó estas figuras, en ocasiones cercenadas por los propios márgenes del lienzo o la composición, a ámbitos tan cotidianos como tender la ropa. El objetivo era subrayar la omnipresencia que la muerte había dejado en la vida del país así como, más adelante, las consecuencias del deshielo de 1956 y 1957 en la sociedad polaca.

La retrospectiva se detiene también en sus obras más políticas, encuadradas dentro del realismo socialista. Fue en pleno apogeo del estanilismo. Wróblewski abandonó las obras de su anterior etapa para ayudar a esa construcción de un mundo mejor. De hecho, se afilió al Partido Obrero Unificado Polaco y adoptó como género el realismo socialista, aunque tuvo un éxito desigual debido a sus diferencias de pensamiento con el partido. La muestra se completa con autorretratos, vídeos y documentos de un artista que no abandonó en su corta carrera el activismo y la crítica política (desde la guerra hasta Hiroshima) ni el azul, ese color trágico que tiñe las guerras y sus secuelas en sus lienzos.

Es uno de los artistas polacos más importantes del siglo XX pero pocos en España conocen el nombre de Andrzej Wróblewski. Mientras en su país es considerado una leyenda y "un tesoro nacional", en Europa ha pasado desapercibido quizás debido a que murió con tan solo 29 años y al cariz contestatario e incómodo de su obra.

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