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La revolución acabó en los libros
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CINCO AÑOS DEL BOOM DE ¡INDIGNAOS!, DE S. HESSEL

La revolución acabó en los libros

¿Qué quedó de aquel boom de los 'libros revolución' nacidos al albor del 15M? ¿Sobrevive el mensaje de agitación o se ha institucionalizado el discurso tras las elecciones del 24M?

Una tarde del 28 de marzo de 2011, un nonagenario Stéphan Hessel (1917-2013) entraba en el Instituto Francés de Madrid y comprobaba atónito cómo la cola para su conferencia con José Luis Sampedro daba la vuelta a la esquina, al edificio, a la manzana, y se prolongaba hasta el Paseo de la Castellana. Al que luego el ruido mediático tildara de abuelo o mentor del 15M, en busca de un instigador de las acampadas de Sol, presentaba ahí su panfleto ‘¡Indignaos!’, publicado un año antes en Francia. Nacía así, en un convulso 2011, un nuevo boom editorial. Y las librerías se llenaron de ‘libros revolución’.

“’¡Indignaos!’ fue algo sin precedentes, con medio millón de ejemplares vendidos en España. Este libro era un puñetazo en la mesa. Sin embargo, creó también un efecto perverso, porque se editaban otros muchos títulos que querían ser ’¡Indignaos!’ y que saturaron el mercado’”, explica el entonces editor español de Hessel en Destino, Ramón Perelló, hoy responsable del sello Península.

placeholder S. Hessel, autor del libro 'Indignaos'

¿Acabó entonces aquel fenómeno editorial con la muerte de Hessel o con el fallecimiento de José Luis Sampedro? ¿O, simplemente, aquel discurso de agitación de activistas, periodistas, economistas o jueces se ha trasladado a la instituciones con la llegada de los nuevos partidos a los ayuntamientos y comunidades autónomas? “Hessel fue un libro más. Y ni mucho menos la revolución de los indignados acabó en los libros. Muchas de las propuestas disruptivas del 15-M las adoptaron pocos meses después los partidos socialdemócratas, e incluso Ángela Merkel incluyó la tasa Tobin en su programa electoral”, recuerda la periodista Pilar Velasco, autora del ensayo ‘No nos representan’.

La revolución de los indignados no acabó en los libros. Muchas de las propuestas del 15M las adoptaron pocos meses después los partidos socialdemócratas

Muchos de los lectores que accedieron al libro revolución o al libro panfleto pueden pensar que, ahora, esos mensajes se han institucionalizado tras el vuelco electoral del 24M en comunidades y ayuntamientos. Sin embargo, lo único cierto es que el libro protesta ha evolucionado hacia el libro propuesta. “Ya no basta un libro con un eslogan potente que propone la movilización. Los ciudadanos demandan alternativas concretas sobre las que debatir”, apostilla Ramón Perelló.

‘El capital en el siglo XXI’ (Thomas Piketty), 'El dilema de España' (Luis Garicano) o ‘Renta básica universal: la peor de las soluciones, a excepción de todas las demás’ (José Antonio Pérez) son algunos títulos que crean lomo en los anaqueles de las librerías, titulares en los medios y acaloramientos en las tertulias. “La renta básica universal, por ejemplo, funciona en Alaska o en países de referencia como Finlandia. ¿Aquí se pondrá en marcha? No lo sé, depende de muchas cuestiones, entre otras de que tenga la suficiente mayoría social”, expone Lourdes Lucía, de Clave Intelectual, sello que editó ‘Por qué las cosas pueden ser diferentes’, de la hoy alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.

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“No creo que el discurso se haya institucionalizado o no se hayan conseguido avances. De hecho, de las peticiones del 15M, algunas no se han logrado, como la redistribución fiscal o la reforma electoral. Pero es que no ha habido cambio de Gobierno”, recuerda Velasco. “Es cierto que aquí, y en otros países, algunos autores y líderes de opinión lanzan grandes propuestas o acciones de movilización y cuando llega la hora de gobernar se dan cuenta de que las cosas son distintas. Hay un choque con la realidad. Algunos lo niegan y otros son honestos”, apostilla Perelló.

'Violencia es cobrar 600 euros’ o ‘Me sobra mucho mes al final del sueldo’ eran pancartas que colgaban el 15 de mayo de 2011, en la puerta del Sol de Madrid. ‘“Es un error pensar que los libros hacen la revolución. Es un error. Un libro puede ayudar a comprender la realidad y cómo transformarla, y que, por ejemplo, los desahucios son inhumanos”, finaliza Lourdes Lucía.

Una tarde del 28 de marzo de 2011, un nonagenario Stéphan Hessel (1917-2013) entraba en el Instituto Francés de Madrid y comprobaba atónito cómo la cola para su conferencia con José Luis Sampedro daba la vuelta a la esquina, al edificio, a la manzana, y se prolongaba hasta el Paseo de la Castellana. Al que luego el ruido mediático tildara de abuelo o mentor del 15M, en busca de un instigador de las acampadas de Sol, presentaba ahí su panfleto ‘¡Indignaos!’, publicado un año antes en Francia. Nacía así, en un convulso 2011, un nuevo boom editorial. Y las librerías se llenaron de ‘libros revolución’.

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