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José Rodríguez-Spiteri: “Abandono la presidencia de Patrimonio Nacional”
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Después de tres años y la polémica con el prado

José Rodríguez-Spiteri: “Abandono la presidencia de Patrimonio Nacional”

Con 70 años y 43 de servicio al Estado ha comunicado a Presidencia su renuncia, que aparecerá en el BOE en breve. Da por perdida la batalla con el Museo del Prado por las cuatro obras prestadas

Foto:  José Rodríguez-Spiteri, presidente de Patrimonio Nacional. (Efe)
José Rodríguez-Spiteri, presidente de Patrimonio Nacional. (Efe)

El Presidente de Patrimonio Nacional abandona. José Rodríguez-Spiteri Palazuelo (Madrid, 1945) ya ha comunicado a Presidencia su decisión de dejar el cargo. En cuanto aparezca en el B.O.E. se hará efectivo. “Abandono la presidencia. Es el momento, debo recoger mis cosas y dedicarme a mis asuntos”, dice a este periódico. Alarga su mano, entrega al periodista una hoja. Es su currículo, resumido en una cara. Foto carné en el margen superior derecho, sin la Cómic Sans. Director general de política exterior para América del Norte, Asia, Europa, embajador de Portugal y Alemania, encargado de las relaciones con la Santa Sede y un largo etcétera.

El gesto humilde, que resume la vida laboral de un diplomático de carrera de 70 años y 43 de servicio al Estado, contrasta con el enorme lienzo de José María Sicilia que acompaña a la conversación y el Guillermo Pérez Villalta que corona un despacho estrecho y profundo, en el piso bajo del Palacio Real. Afuera hay cambio de guardia. Adentro también: él será el último presidente nombrado “a dedo”, el siguiente saldrá del cuerpo de funcionarios.

Ha pasado tres años al frente de ese planeta, Patrimonio Nacional, que orbita en una trayectoria diferente al resto de astros del complicado cosmos cultural. En el último año decidió saltarse la órbita y entrar en colisión con el Museo Nacional del Prado. Después de siete décadas de depósito temporal pidió al Patronato de la pinacoteca lo que le pertenece: El descendimiento de la cruz (1435), de Rogier van der Weyden; El jardín de las delicias (1500) y La mesa de los siete pecados capitales (1485), de El Bosco; y El lavatorio (1548), de Tintoretto. Un año después de que este periódico diera a conocer el enfrentamiento ha decidido tirar la toalla: “Esas obras no estarán en el Museo de las Colecciones Reales”.

P. ¿Por qué?

R. No nos compliquemos la vida. Es una máxima. Acabamos de hacer la selección. ¿Ves ese dossier de ahí? [una gran caja junto a su mesa de trabajo] Contiene las fichas de las más de 600 obras que formarán parte del museo. De ahí derivará la convocatoria de la licitación de la museografía. Si todo va razonablemente a buen ritmo, las piezas pueden estar colgadas en la segunda mitad de 2016.

P. ¿Cuáles serán las piezas estrella entonces?

R. Bueno, será un museo muy flexible, no puede ser estático. Habrá cuadros o armaduras que cambien. La idea es que tenga una rotación.

P. ¿Incluirá “El Calvario” de Rogier van der Weyden de El Escorial?

R. No está decidido. Podría ser pero no está decidido.

P. Pero sabe que es necesario una obra emblemático en todo museo.

R. Por supuesto, podría ser esa. Pero no está decidido. La decisión final de la definición del relato del museo no está tomada. Además, todavía no hemos recibido el visto bueno a nuestra propuesta.

P. ¿Quién le da el visto bueno?

R. Nuestra tutela, que es Presidencia. La dará cualquier día de esto.

P. ¿Pero hay un experto mayor en Presidencia que José Luis Díez o usted?

R. Bueno… ellos hacen su análisis.

P. Entonces, no cuenta con las cuatro obras que le pide al Prado.

R. Esas obras no estarán en el Museo de las Colecciones Reales

P. ¿Ha tirado la toalla?

R. Es una historia, como diría un portugués, cansativa. En realidad, no hay historia. Entiendo la postura del Prado y lo que el Prado quiere, pero debe entender que el PN puede llegar con la Ley que es taxativo en qué consisten los depósitos de Patrimonio Nacional. No es posible hacer otra cosa.

P. ¿A qué se refiere?

R. No se puede construir un depósito a la medida de nadie. Así que si tú quieres otra cosa tienes dos vías: una, modificas la Ley de Patrimonio Nacional. Eso es muy fácil, con cualquiera de las leyes omnibus metes una línea y estableces un régimen especial para determinados depósitos y los excluyes del sistema normal. Dos, si quieres complicarte la vida inicias un procedimiento de desafectación para ganar esa propiedad. Así de sencillo.

P. ¿Y usted qué hará?

R. Yo siempre haré lo que el Gobierno me diga. Ahora, El Prado a veces quiere que yo suscriba proyectos. Es una negociación larga en la que han intervenido el subsecretario de Presidencia, entre otros.

P. ¿Cuándo empieza todo?

R. Desde que no se firma el último convenio, en febrero de 2014. El último lo firmé con Plácido Arango [antiguo Presidente Patronato al que sucedió José Pedro Pérez-Llorca]. Sobre la mesa tienen un convenio, como el que hice con Plácido Arango, con mi firma. Es un convenio neutral , deja las cosas como están. Al ritmo que van las cosas sólo habría vigencia hasta febrero de 2016. Se podría firmar y dejarlo a la espera de que ocurran otras cosas.

P. Otras cosas como que usted se jubile.

R. No creo que eso sea relevante.

P. Puede haber otro presidente que firme el convenio que agrade al Prado.

R. Cada cual asume sus responsabilidades. Vamos a ver, ellos lo que quieren es un convenio en el que se garantice que esos cuadros jamás saldrán del Prado. Esa garantía sólo es posible de las dos maneras que he mencionado. No es posible hacer otro tipo de convenio de acuerdo a la Ley. Este convenio les resulta incómodo pero no sé por qué y no voy a interpretar su pensamiento.

P. Necesita duplicar el número de visitantes cuando abra el Museo de las Colecciones Reales, ¿será posible sin esas obras?

R. El Palacio Real tiene ahora 1.300.000 visitantes. En el futuro serán 2 millones.

P. ¿Eso es posible?

R. Claro, es un proyecto gigantesco.

P. ¿Y no puede ser un proyecto gigantesco y sin visitantes?

R. Espero que eso no ocurra. No ocurrirá, porque la oferta va a ser fantástica.

P. ¿Pero si acaba de decirme que no lo tiene claro todavía?

R. Sí lo tengo muy claro en qué consiste la oferta y el relato. No será un museo en el sentido tradicional.

P. Hablamos de un museo dedicado a los reinados de los Austrias y los Borbones.

R. Al principio la idea era vaciar los peines de los almacenes que están llenos de objetos maravillosos. No es así, en los peines no hay nada. Los cuadros importantes están todos colgados y el mobiliario está por todas partes. Una de las ideas era hacer un museo de tapices y carruajes. Vamos a ver, ¿tapices? ¿Tapices en fila? Ves uno y a partir de ahí empieza la saturación. Con seis seguidos ya no ves nada. ¿Un museo sólo de tapices que costara 160 millones de euros? Así que pensamos en construir un relato.

P. ¿Qué le hubiera gustado tener en estos años?

R. Tener más dinero, como a todo el mundo. Me hubiera gustado tener más personal, pero los recortes han afectado a la plantilla que se ha amortizado y vacantes que no se cubren. El día que se jubile el restaurador de relojes del siglo XVI y XVII, ¿qué hacemos? Esto no se puede externalizar. En unos años veremos cómo repercute este bajón.

P. ¿Leyes que llame el dinero a la institución?

R. Mecenazgo privado a un organismo autónomo del Estado no lo veo. Tenemos acuerdo con la Fundación Santander que patrocina una exposición al año, pero esto es un gigante... Qué tamaño de mecenazgo tendríamos que recibir para que fuera realmente significativo. Por ejemplo, hay que restaurar todas las ventanas de madera de Riofrío: en EEUU habría una empresa o un señor que lo sufragaría y tendría una plaquita reconociéndole el gesto. Aquí no veo que haya precedentes. Fíjate lo que ha pasado con la Ley de Mecenazgo, no ha podido ser. Además, tengo mis dudas de que esa ley nos hubiese supuesto una entrada mayor de dinero.

P. ¿Por qué?

R. La captación de fondos no es sencillo. No lo veo. No se me han ocurrido las fórmulas, no las he podido explorar. Pero no lo veo. Quizá lo he tenido delante de las narices y no he sabido verlo.

P. Pero entonces el límite de ingresos propios de Patrimonio Nacional no pasará del 30% de su presupuesto.

R. Es difícil pensar que crezca más. Además, tampoco se puede pretender que Patrimonio Nacional sea rentable. Este edificio no puede ser rentable es un contrasentido. Me ha pasado con el Valle de los Caídos: genera ingresos, pero vistos los números, cuesta 1,5 millones de euros. Tenemos 120 millones de euros de presupuesto y una parte importantísima se va en las nóminas de las 1.200 personas que trabajan aquí.

P. ¿No ha echado en falta mayor implicación política para cambiar el modelo de subvenciones por uno con mayor aportación de la empresa?

R. No es una cuestión de echar en falta, las cosas son como son. La realidad es la que es.

P. ¿Cómo es?

R. Ojalá tuviéramos una sociedad civil potentísima desde un punto de vista económico.

P. ¿No hacen falta nuevas leyes para potenciarla?

R. No estoy seguro de que sean necesarias. Creo que no tiene que ver con las leyes. Hay que educar a la gente y eso requiere mucho tiempo.

P. Pero en algún momento habrá que empezarlo a hacer.

R. Yo he llegado a donde he llegado y a donde he podido llegar.

P. ¿El Valle de los Caídos es otra de las cosas que le hubiera gustado acabar de otra manera?

R. A mí me habría gustado tener un montón de millones de euros para restaurar más, pero hemos hecho lo que se podía hacer.

P. ¿Qué cree que se debería hacer con ese monumento?

R. Esa es una pregunta que no voy a contestar. Sobre el tema del Valle de los Caídos yo soy un gestor de un monumento y no entro en ese tipo de valoraciones.

El Presidente de Patrimonio Nacional abandona. José Rodríguez-Spiteri Palazuelo (Madrid, 1945) ya ha comunicado a Presidencia su decisión de dejar el cargo. En cuanto aparezca en el B.O.E. se hará efectivo. “Abandono la presidencia. Es el momento, debo recoger mis cosas y dedicarme a mis asuntos”, dice a este periódico. Alarga su mano, entrega al periodista una hoja. Es su currículo, resumido en una cara. Foto carné en el margen superior derecho, sin la Cómic Sans. Director general de política exterior para América del Norte, Asia, Europa, embajador de Portugal y Alemania, encargado de las relaciones con la Santa Sede y un largo etcétera.

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