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El manga que lanza la bomba sobre Hiroshima cada día
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keiji nakazawa hizo historia con 'pies desclazos'

El manga que lanza la bomba sobre Hiroshima cada día

Hace más de cuarenta años apareció este cómic que dibuja un Japón despiadado que se niega a aceptar la derrota militar, política y social tras el mayor ataque de la historia de la humanidad

Foto: Fragmento de la obra 'Pies descalzos. Una historia de Hiroshima'. (Debolsillo)
Fragmento de la obra 'Pies descalzos. Una historia de Hiroshima'. (Debolsillo)

Keiji Nakazawa (1939-2012) sobrevivió 67 años a la bomba atómica lanzada por los estadounidenses sobre Hiroshima, pero, como no es difícil imaginar, nunca superó el seis de agosto de 1945. Sólo la casualidad lo libró del genocidio ordenado por el presidente Harry Truman y dedicó el resto de su vida a exorcizar sus recuerdos con el manga. “No podía perdonar a los promotores de una guerra tan temeraria, causantes directos de la bomba. Ni tampoco a los americanos”, solía decir al explicar de dónde creció la voluntad de relatar los acontecimientos que acabaron con su padre y dos de sus hermanos.

“Los gritos de mi padre y mi hermano cuando toda la casa estaba en llamas con ellos atrapados en su interior calaron en lo más hondo de su corazón. Durante toda su vida no dejó de oírlos”. Su hermana murió en el acto. Su madre dio a luz de manera prematura en medio de aquel infierno y cuatro meses después el bebé moriría. “El espantoso infierno tras la explosión se mostraba ante mí. El paisaje abrasaba mi visión y todo aquello se quedó impreso en mi memoria para siempre”. Ya no hay víctimas, sino lectores que recogen el testimonio del horror atómico, cuya onda expansiva impacta hoy en forma de best seller -traducido a más de diez idiomas-, con adaptación al cine de animación (Barefoot Gen I y II, 1984).

“Si la gente lo lee, Gen sobrevivirá a mi muerte y mi objetivo se habrá cumplido“, dijo Keiji Nakazawa

A pocas semanas de los homenajes de los setenta años de la bomba, el Gobierno de Shinzo Abe -nacido nueve años después de la bomba- aprueba la reforma de la ley de seguridad que permite a Japón involucrarse en conflictos bélicos con ayuda militar a sus aliados. De esta manera, dos generaciones después, la Constitución pacifista -que surgió de la destrucción atómica para acabar con el despotismo bélico imperial- es traicionada por primera vez. Manifestaciones y manifiestos (de 150 intelectuales del país) se han levantado contra la nueva versión de paz que propone Abe, tan distinta de la que Nakazawa desliza en la primera parte de Pies descalzos. Una historia de Hiroshima (Debolsillo).

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“Si la gente lo lee, Gen sobrevivirá a mi muerte y mi objetivo se habrá cumplido”, recordaba su viuda hace dos años durante el 40 aniversario de la obra. Gen es el protagonista de una de las obras esenciales para comprender el horror en el que quedó paralizado el país a las 8:15. Al poco de morir su madre en 1968, Nakazawa decidió recordar por escrito, primero con dos mangas cortos (Golpeados por la lluvia negra y Yo lo vi) sobre los supervivientes y más tarde con Hadashi no Gen. La crudeza con la que el autor relata los acontecimientos no ayudó en las ventas y la serie pasó por varias revistas, hasta que una pequeña editorial (Choubunsha) reunió en volúmenes la amplia historia que Nakazawa remató en 1987.

Retrata y relata la guerra, el sometimiento, la caída y el desastre desde abajo: desde los insultos del vecindario contra un padre antibelicista, desde los escombros y la muerte de una ciudad arrasada. No hay análisis académico, no hay objetivididad ni equidistancia. La crueldad de la visión revienta en la combinación de la línea ingenua del dibujo manga con el encuentro sin edulcorar de las cientos de miles de víctimas de Little Boy, en japonés Noppo (“persona de muy alta estatura”).

Resistir es inútil

“Yo me encontraba a uno o dos kilómetros del epicentro de la explosión, en la entrada trasera de la escuela pública Kanzaki. El calor y la onda expansiva me envolvió. La pared de hormigón que rodeaba el recinto me salvó. De no ser por ella los más de 4.000 grados de temperatura generados habrían abrasado mi cuerpo por completo. Lo habrían derretido. Fue un milagro”, y así lo revive en la figura de Gen, que protagoniza una historia épica de una resistencia inútil, la de la población en manos de los señores de la guerra.

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Si con la soberbia de la pompa imperialista no ahorra en críticas, más duro se muestra con la propia población. Insolidarios, despiadados, vengativos, bárbaros, sin atisbo de piedad. El Japón que aparece en estas viñetas, y que son utilizadas como material escolar, es un lugar despiadado que se niega a aceptar la derrota militar, política y social. El único referente ejemplar que aparece una y otra vez para regenerar un país derrotado es el padre muerto de Gen -y de Nakazawa- que regresa para recordar que la voluntad está por encima de la arbitrariedad: “Sed como el trigo que soporta el frío invierno y que crece con fuerza apuntando al cielo aunque sea pisoteado”.

Keiji Nakazawa (1939-2012) sobrevivió 67 años a la bomba atómica lanzada por los estadounidenses sobre Hiroshima, pero, como no es difícil imaginar, nunca superó el seis de agosto de 1945. Sólo la casualidad lo libró del genocidio ordenado por el presidente Harry Truman y dedicó el resto de su vida a exorcizar sus recuerdos con el manga. “No podía perdonar a los promotores de una guerra tan temeraria, causantes directos de la bomba. Ni tampoco a los americanos”, solía decir al explicar de dónde creció la voluntad de relatar los acontecimientos que acabaron con su padre y dos de sus hermanos.

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