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Los artistas inventan licencias anti-SGAE
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DE CREATIVE COMMONS A COPY-LOVE

Los artistas inventan licencias anti-SGAE

Algunos músicos y escritores no solo crean obras en la periferia de la industria, sino también licencias de distribución opuestas al copyright

Algunos artistas no solo crean sus obras al margen de la industria cultural, sino que, además, inventan sus propias licencias, como son el copy-love, riego libre o anti copyright. En el caso de los músicos, estas licencias podrían perfectamente tildarse de ‘anti SGAE’. Es la fórmula que muchos creadores tienen de desvincularse de una gestora de derechos y avivar el debate sobre la propiedad intelectual.

En un estado de la opinión cada día más polarizado, el frente de artistas a favor de la SGAE no tiene más remedio que aceptar lo que el derecho anglosajón llama copyright: un acatamiento inflexible de la Ley de Propiedad Intelectual. Los autores que desean manejar los límites de sus derechos no tienen cabida dentro de la única sociedad de gestión que existe en España.

Dilemas morales y económicos

Como plantea la artista Sole Parody, es un dilema moral que afecta a lo económico. La SGAE recauda los derechos que generan sus canciones en radios y conciertos, a pesar de que su música no forma parte del repertorio de la gestora.

“Si mi obra está en los circuitos comerciales, genera unos beneficios. Y la paradoja es que, si no estás afiliada a la SGAE, no los cobras; pero la SGAE sí los recauda”, recuerda la artista.

Sole, si no quiere que ese dinero vaya al saco común de la entidad, no tiene otra alternativa que hacerse socia. Y lo ha hecho, firmando un contrato para su repertorio actual y futuro, que se renueva automáticamente hasta el infinito. Debido a ese papel contractual, todas las canciones de Le Parody tienen los derechos reservados, y, por tanto, no suenan en este vídeo, salvo una, que es la que compuso para la Fundación Robo.

'Si no estás afiliada a la SGAE, no cobras los beneficios que genera tu obra; pero la SGAE sí los recauda'

Otro tipo de licencias “no dejan de ser notas al pie de página de nuestra Ley de Propiedad Intelectual (LPI)”, explica la mediadora cultural Silvia Nanclares.

A vueltas con el CopyLeft

Desde el momento en el que el autor desea tomar decisiones sobre el uso que quiere dar a cada una de sus obras, de manera diferenciada y diversa, la redacción legal de su licencia no tiene por qué encajar en modelos nacidos en el contexto estadounidense, como son las Creative Commons.

Como añade Nanclares, las Creative Commons son la respuesta del copyleft anglosajón a la rigidez del copyright. Toda construcción legal, en el territorio del copyleft, no ha de perder la perspectiva de que sucede en un sistema legal en el que no existe el copyright, sino la Ley de Propiedad Intelectual, como es el caso de un país como España.

Las Creative Commons fueron la respuesta del copyleft anglosajón a la rigidez del copyright

Sin embargo, cualquiera con necesidades concretas puede crear su propia licencia. Como el CopyFarLeft de Dmytri Kleiner, quien necesitaba establecer términos de uso diferentes para cada usuario, con el objetivo de no extraer ganancia explotando el trabajo asalariado. CopyFarLeft está basada en la Licencia de Producción de Pares y la usa, por ejemplo, el colectivo español Guerrilla Translation.

El fanzine Régame Los Commons / Regame The Commons, creado en el seno de la última edición de ZEMOS98, redactó la licencia Riego Abierto, usando el campo semántico de la jardinería, para animar a otras personas a hacer crecer unos contenidos que consideraron libres, basándose en la licencia Creative Commons Zero, una traslación del Dominio Público creada por la organización Creative Commons.

O bien las licencias anti-copyright, copy-love, copy-legs… o cualquier otra, que bien podrían denominarse, libremente, licencias fantasía.

Algunos artistas no solo crean sus obras al margen de la industria cultural, sino que, además, inventan sus propias licencias, como son el copy-love, riego libre o anti copyright. En el caso de los músicos, estas licencias podrían perfectamente tildarse de ‘anti SGAE’. Es la fórmula que muchos creadores tienen de desvincularse de una gestora de derechos y avivar el debate sobre la propiedad intelectual.

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