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Cannes abuchea a Gus Van Sant
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el director roza el ridículo con 'sea of trees'

Cannes abuchea a Gus Van Sant

Ni Matthew McConaughey salva el nuevo filme del realizador, por su parte Nanni Moretti presenta con éxito 'Mia Madre', un drama sobre asumir la muerte de los progenitores

Foto: Gus Van Sant y Matthew Mconaughey en el festival de cine de Cannes (Gtres)
Gus Van Sant y Matthew Mconaughey en el festival de cine de Cannes (Gtres)

El primer gran abucheo de la competición del Festival de Cannes se lo llevó uno de los dos únicos directores a concurso galardonados ya con una Palma de Oro. Muy lejos queda el Gus Van Sant que triunfó en el certamen en 2003 con la espléndida Elephant del que este 2015 ha presentado Sea of Trees, un dramón donde el amor triunfa sobre la muerte en el que el cineasta estadounidense se muestra todo lo académico, convencional, cursi y burdo que no era en ese film inspirado en la masacre de Columbine.

El mar de árboles del título alude al parque de Aokigahara en Japón, un espacio natural a los pies del monte Fuji que se conoce como el “lugar ideal para morir”. A este destino acuden cada año docenas de personas de todo el mundo con la intención de acabar con su vida en plena naturaleza. Allí se dirige el norteamericano Arthur Brennan (Matthew McConaughey). Van Sant subraya desde el primer minuto la voluntad del protagonista, que abandona el coche en el parking del aeropuerto y compra un billete solo de ida hacia el Japón. Arthur se adentra en el mar de árboles, pero cuando empieza a ingerir la dosis de pastillas pertinente se cruza en su camino Takumi (Ken Watanabe) un japonés herido y desorientado que busca la salida. Arthur decide ayudarlo y así arranca la lucha de ambos para intentar encontrar el camino de regreso a sus casas.

Sea of Trees podría haberse situado a medio camino entre el drama convencional y las películas de la Trilogía de la Muerte de Van Sant. Como Elephant, Last Days y sobre todo Gerry, a priori este film también resigue el recorrido de un personaje que se encamina hacia la muerte en un espacio natural casi abstracto en el que acaba perdido. Durante buena parte del metraje, Sea of Trees funciona como una suerte de road movie espiritual: Arthur y Takumi intentan mantenerse vivos en ese bosque en el que se han extraviado mientras recapacitan sobre los motivos que les han llevado a querer acabar con sus respectivas vidas.

Van Sant introduce toda una serie de flashbacks que nos narran la vida de Arthur justo antes de su intento de suicido. Pedazos de un drama tópico sobre una crisis de pareja: el protagonista y su esposa (Naomi Watts) eran un matrimonio pasando un mal momento cuando a ella le diagnostican una grave enfermedad... En un momento del film, Van Sant aprieta la máquina de la sensiblería y se sitúa en pleno territorio del weepie, del dramón destinado a provocar el llanto a los espectadores. Además adereza la historia con una suerte de trascendencia de pacotilla en torno a las conexiones espirituales. El problema de Sea of Trees no es que Van Sant se entregue sin prejuicios al melodrama extremo que bordea el ridículo, sino que lo haga desde unos preceptos estéticos toscos y cursis. Sea of Trees tiene de equivocado todo lo que Gerry tenía de acertado. Si esta segunda brillaba por la sobriedad, la tendencia a la abstracción, la disolución del relato y la modernidad extrema de la propuesta, Sea of Trees resulta sobrecargada, extremadamente convencional y con un gusto terrible por las metáforas zafias sobre la pervivencia del amor después de la muerte.

La habitación de la madre

Junto a Gus Van Sant, Nanni Moretti es el otro único director a competición que ya cuenta con una Palma de Oro. La consiguió en 2001 por La habitación del hijo, película con la que se vincula inevitablemente Mia Madre, ya que ambas se centran en el dolor por la muerte de un familiar próximo. Mientras que la primera era un drama de ficción que, al contrario de tantos otros films del italiano, no partía de la experiencia propia sino más bien del exorcismo de un miedo interno, Mia Madre vuelve a tener ese punto de autoficción que caracteriza obras como Caro diario o Abril. Aunque en este caso Moretti cede el protagonismo a Margherita Buy, una de las más prestigiosas actrices del cine italiano actual, para encarnar a su trasunto femenino.

Buy da vida a Margherita, una directora de cine que está pasando por un momento difícil en la vida. Divorciada, acaba de separarse de su última pareja. Y su madre se encuentra en el hospital a causa de una grave enfermedad. El rodaje de su última película, un drama social sobre una huelga de obreros, se complica por las excentricidades de uno de los intérpretes, el afamado actor estadounidense Barry Huggins (John Turturro). Moretti se reserva un papel secundario como hermano de Margherita. Desde un cansancio más que físico, Marguerita debe asumir la inminente muerte de su madre...

Resulta difícil no emocionarse en aquellas secuencias de Mia Madre en que la protagonista acompaña los últimos días de su progenitora, sufre desde su trabajo por no pasar más tiempo con ella o se despierta con pesadillas recurrentes ante el miedo que le provoca el desenlace fatal. Moretti transmite con sensibilidad y cierta serenidad una experiencia que no hace falta haber vivido en carne propia para que resulte dolorosa. Mia Madre, sin embargo, no es tan sólida como La habitación del hijo ni desprende esa autenticidad de otras autoficciones de Moretti.

La idea recurrente de que sus películas siempre estén incrustadas en la realidad más inmediata se manifiesta aquí en el tema del film que rueda la protagonista. Pero la solidaridad con la situación de los trabajadores expulsados de su trabajo suena más a cliché cinematográfico que a verdadera preocupación social. Aunque el principal problema de la película se llama John Turturro. Moretti le traslada al actor estadounidense la responsabilidad de funcionar como la válvula de escape cómica en el muy gastado papel de estrella de Hollywood problemática. Turturro aparece siempre con el registro cómico forzado hasta el punto de resultar más irritante que realmente divertido. No parece probable que Mia Madre repita el éxito en Cannes de La habitación del hijo.

El primer gran abucheo de la competición del Festival de Cannes se lo llevó uno de los dos únicos directores a concurso galardonados ya con una Palma de Oro. Muy lejos queda el Gus Van Sant que triunfó en el certamen en 2003 con la espléndida Elephant del que este 2015 ha presentado Sea of Trees, un dramón donde el amor triunfa sobre la muerte en el que el cineasta estadounidense se muestra todo lo académico, convencional, cursi y burdo que no era en ese film inspirado en la masacre de Columbine.

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