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Los desahucios llegan al Festival de Málaga
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'techo y comida', primer filme sobre el problema

Los desahucios llegan al Festival de Málaga

El cine más social llega al certamen con filmes que hablan directamente de la crisis y de sus consecuencias. Los filmes de Juan Miguel del Castillo y Daniel Guzmán levantan el listón

Foto: Natalia de Molina en 'Techo y comida'
Natalia de Molina en 'Techo y comida'

Todo el que conoce el Festival de Málaga dice lo mismo: es uno de los más divertidos. Los equipos se vuelcan en la promoción de las películas, las fiestas se suceden, las fans llenan sus móviles con fotos de los famosos de turno… Pero este año algo pasa. No es por el flojo nivel de las películas (que también), sino porque, excepto un par de comedias y thrillers, todas las historias han venido a recordar al espectador que no está la situación para reírse mucho. Por mucho que digan, España sigue en crisis, o al menos se ha acostumbrado a vivir en ella, y sus películas así lo retratan.

Si hasta ahora el cine social se ha visto enmascarado en filmes de género, la jornada del jueves ha significado una apuesta por historias comprometidas y luchadoras. Empezando por Techo y comida, la ópera prima de Juan Miguel del Castillo, que ha dejado al patio de butacas tocado y hundido.

El director trae al festival la primera película española que habla de los desahucios. La gente se sigue quedando en la calle, y el compromiso del cine es contar lo que ocurre. Es lo que trasciende de una película protagonizada por una Natalia de Molina que ya puede ir haciendo hueco a su premio a la Mejor actriz. La intérprete de Vivir es fácil con los ojos cerrados se mete en la piel de una madre coraje que hace lo imposible por sacar adelante a su hijo y darle alimento y un sitio dónde vivir.

Igual de guerrera que la película fue la posterior rueda de prensa, donde el realizador ha asegurado que han “puesto el foco donde otros no quieren mirar”. El cine español habla de lo que pasa en nuestras calles, pero no se había atrevido a hacerlo tan abiertamente, por ello el director cree que Techo y comida es una película “del pueblo y para el pueblo”. Un filme que no ha contado con ayudas ni subvenciones, ya que el difícil tema asustaba.Ha sido levantado a base de esfuerzo y fe en el filme, y con la ayuda de mecenas anónimos que participaron en el proyecto de crowdfunding realizado para financiar la película.

Mariana Cordero, eterna secundaria de nuestro cine, también se ha atrevido a señalar a los culpables de la situación que atravesamos y ha declarado que "es inconstitucional que alguien no tenga una vivienda digna". El filme se ambienta en 2012, y no por casualidad, sino porque, como ha explicado su productor, fue el año “cuando más embargos hubo y la prensa se hizo eco”. Ahora el Festival de Málaga también se hace eco de la situación proyectando dentro de su Sección Oficial un filme que puede ser la tapada de la edición.

Un Huckleberry Finn en el barrio

Mucho más bienintencionada, pero también enmarcada dentro del cine social que está predominando en el festival, es A cambio de nada. La ópera prima de Daniel Guzmán (conocido por su papel en la serie Aquí no hay quien viva)llega al festival con la etiqueta de favorita. Su director es consciente de ello por los comentarios que generaron sus primeros pases con la prensa y asegura que eso le “da mucho miedo”. “Yo quiero que la película encuentre su lugar, que emocione y entretenga durante hora y media. Lo que tenga que venir, que venga y que sea el resultado del trabajo. No creo que sea bueno crear expectativas”, cuenta Guzmán a El Confidencial.

Su película es la historia (con tintes auobiográficos) de un chaval que escapa de casa para no afrontar un divorcio traumático. En su huida encontrará a caraduras de buen corazón, abuelas que recogen restos por las noches y conocerá la realidad que se esconde en los barrios de las grandes ciudades. Un Huckleberry Finn metido en un filme con un subtexto social. La versión amable de Barrio, de Fernando León de Aranoa. Una película con la que Guzmán demuestra ser un excelente director de actores (en el reparto dos jóvenes desconocidos que bordan sus papeles y hasta la propia abuela del realizador que se funden con veteranos como Luis Tosar y Miguel Rellán) y un reivindicador de la figura de Julio Iglesias, cuya música sirve de leitmotiv del filme.

“Es nuestra idiosincrasia, está en nuestra personalidad. Es alguien que siempre se la ha valorado como un triunfador, y aquí es la historia de alguien que piensa que es un triunfador pero es un pobre diablo.Julio Iglesias es el acervo, y tiene algo caricaturesco, entre entrañable, nostálgico y a la vez cómico”, explica el director sobre su elección.

Para poner en marcha A cambio de nada Daniel Guzmán ha empleado diez años de su vida, cinco para escribirla y tres para encontrar la financiación. Al final fue “hecha a pulmón”, como explica el director, que cree que en España “las películas se financian a partir de la decisión de tres personas que dicen lo que se hace y lo que no”. “A mí me dijeron que noy al final se lo agradezco, porque me han hecho más fuerte y si va bien va a ser mucho más gratificante”, critica Guzmán.

Su película salió a flote con inversión privada (el proyecto se vino abajo dos veces), una forma de producción que cree que se debe favorecer sin olvidar las ayudas públicas. Ahora sólo quiere pensar en la próxima, una comedia ácida y “social”, que escribió en dos meses y ver como su ópera prima “encuentra su camino” para poder despedirse de ella.

Todo el que conoce el Festival de Málaga dice lo mismo: es uno de los más divertidos. Los equipos se vuelcan en la promoción de las películas, las fiestas se suceden, las fans llenan sus móviles con fotos de los famosos de turno… Pero este año algo pasa. No es por el flojo nivel de las películas (que también), sino porque, excepto un par de comedias y thrillers, todas las historias han venido a recordar al espectador que no está la situación para reírse mucho. Por mucho que digan, España sigue en crisis, o al menos se ha acostumbrado a vivir en ella, y sus películas así lo retratan.

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