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Cervantes está, pero no lo han encontrado
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el caso se cierra sin pruebas arqueológicas

Cervantes está, pero no lo han encontrado

Ni “M.C.”, ni mandíbula, ni mano maltrecha, ni pecho roto a arcabuzazos. Ni ADN, ni georadar. Las únicas pruebas son los nuevos datos de archivo hallados, que confirman lo que ya se sabía

Foto: El equipo de arqueólogos trabajando en la cripta de la Iglesia de las Trinitarias (J. Balaguer)
El equipo de arqueólogos trabajando en la cripta de la Iglesia de las Trinitarias (J. Balaguer)

Hay una placa en la calle que indica dónde están los restos de Miguel de Cervantes, una documentación bibliográfica que lo cuenta desde hace más de dos siglos y, ahora, un informe que ha promovido el Ayuntamiento de Madrid que confirma todo lo que se sabía. Pero sin pruebas. El misterio de los huesos de Cervantes concluye con una hipótesis científica: “Es posible”.

Después de un año de trabajo, y 120.000 euros de presupuesto, el equipo del reconocido antropólogo forense Francisco Etxeberría ha hallado una “reducción” de huesos, en el que hay “esquirlas” óseas de al menos 15 individuos, de los cuales 6 podrían ser los restos del genio literario. Corresponden a los cuerpos inhumados de la iglesia originaria y trasladados a la nueva (y actual), entre 1612 y 1630. En ese “revuelto” de fragmentos de esqueletos no han hallado ninguna prueba que haga amplíe el conocimiento sobre su enterramiento.

“No podemos confirmar que los huesos sean los de Cervantes”, aclaró el experto a los periodistas, en rueda de prensa organizada en el Ayuntamiento de Madrid, promotor de “Buscando a Cervantes”, lema con el que se ha vestido un tráiler del intenso trabajo realizado por los expertos. “Creemos que está en el conjunto de estos restos”, volvió a contestar. “No podemos hablar con certeza absoluta porque no hay ADN”. Para cotejarlo habría que emprender una nueva búsqueda, la de su hermana, enterrada en Alcalá de Henares, pero incluida en otro amasijo de “esquirlas” como el que se encuentra Miguel. “Somos prudentes, pero estamos convencidos en que tenemos algo de Cervantes”, añadió una vez más.

Somos prudentes, pero estamos convencidos en que tenemos algo de Cervantes

“Algo de Cervantes”.Algo es lo que ha encontrado el archivero y bibliotecario del Ayuntamiento de Madrid, Francisco Marín Perelló, responsable de la búsqueda documental. Es el portador de las únicas pruebas nuevas aparecidas del caso Cervantes, aunque la conclusión es la misma: se sabe lo que dejó escrito Mariano Roca de Togores, marqués de Molins, que está allí.

Perelló ha asegurado que la consulta de los documentos del enterramiento “ha sido incompleta” en todos estos siglos y que “es un trabajo que habrá que continuar en el futuro”. Su investigación concluye que hubo un traslado de cuerpos y que son los 17 cuerpos de la iglesia original, entre los que se encontraban Miguel de Cervantes y Catalina de Salazar.

El dato que define cómo han trabajado los expertos en la protección del patrimonio cultural español lo aporta el historiador: “Los libros de defunción de la iglesia de san Sebastián tienen la friolera de 1.200 folios. Este archivo sólo se consulta los martes, de 10 a 13 horas. Ha habido que leerlos todos en cuatro días”. Lo más sorprendente de todo es que a cualquier intervención arqueológica se le exige tener esta documentación bibliográfica atada antes de empezar y presentarla con el proyecto. En este caso, se ha dejado para el final.

Ana Botella ha dicho que 'hoy es un día importante para España y para nuestra cultura'

Como ha indicado Perelló: “Empecé en febrero”. En esos cuatro días de trabajo logró encontrar la única prueba de todo el estudio. La premura política por convocar esta rueda de prensa quedaba aclarada en las palabras de la hasta el momento alcaldesa de Madrid, Ana Botella: “Hoy es un día importante para España y para nuestra cultura. Hoy hemos contribuido a nuestra historia”, ha querido dejar claro, a pesar de los resultados. “Si algo caracteriza a España es por su potencia cultural”, y añadió las gracias a Rouco Varela.

Cervantes ha muerto

Admitió varias cosas que desvelan la verdadera intención de todo este tinglado: a pesar del lanzamiento a los medios de esta campaña, no han elaborado ningún plan para la recuperación de la memoria de Cervantes. “Nos vamos a poner a ello, pero tenemos que hablar con el obispado y con las monjas”, ha reconocido.

Después de un año, ni ella ni su equipohan pensado cómo incorporar los estudios a la memoria de Cervantes en la ciudad. Los científicos han hecho evidente su intención de seguir investigando, el historiador quiere encontrar el testamento de Cervantes, pero Botella reconoce que tampoco ha pensado en un presupuesto para eso. Lo único que importaba eran los resultados para comunicarlos en rueda de prensa.

Ahí, en los documentos escritos, en los archivos, acaba (y empieza) la pista de Cervantes y su esposa. Tampoco hay novedades bibliográficas sobre la vida del protagonista. No hay más. Sólo una hipótesis arqueológica y una prueba documental. La odisea de los despojos del mayor símbolo cultural español finaliza con el sabor amargo de no haber podido sacarle todo el jugo político al tuétano de la cultura. Ni “M.C.”, ni mandíbula, ni mano maltrecha, ni pecho roto a arcabuzazos. Ni ADN.

Tampoco el georadar pudo resolver el enigma que estaba resuelto en los libros desde hace más de doscientos años. La máquina antediluviana funciona a las mil maravillas en las portadas y los titulares, pero al bajar a las profundidades de la ciencia queda en evidencia. Es como buscar una aguja en un pajar... de agujas. Los arqueólogos han hecho su trabajo. Cervantes está, pero no lo han encontrado. Volvemos a las palabras del profesor Etxeberría al arrancar la rueda de prensa: preguntarse para qué sirve buscar a Cervantes es preguntarse para qué sirve la poesía. La paradoja no es la pregunta, sino a quién se hace la pregunta.

Hay una placa en la calle que indica dónde están los restos de Miguel de Cervantes, una documentación bibliográfica que lo cuenta desde hace más de dos siglos y, ahora, un informe que ha promovido el Ayuntamiento de Madrid que confirma todo lo que se sabía. Pero sin pruebas. El misterio de los huesos de Cervantes concluye con una hipótesis científica: “Es posible”.

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