Se vende Monet, se compra lo que sea
El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) ha vendido el cuadro de Monet 'Les Peupliers à Giverny' (1887) por 14,2 millones de euros
No en todos los países hay leyes escritas que digan lo que un museo debe hacer con su colección, aunque la lógica de la protección del patrimonio artístico dice que una obra que entra en un museo, no regresa a manos privadas. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) ha vendido la noche de este martes, en una subasta de Sotheby’s en Londres, el cuadro de Monet Les Peupliers à Giverny (1887) por 14,2 millones de euros. Con esta cantidad, la institución asegura que comprará nuevos fondos. Su presupuesto para adquisiciones en 2012 fue de 28 millones de euros. Sin embargo, es difícil imaginar qué espera adquirir el centro mejor que lo que ha vendido. El mercado del arte pasa por uno de sus mejores momentos y los precios de valores consagrados como Van Gogh o Monet son superados en muchos millones por contemporáneos vivos como Jeff Koons o Gerhard Richter.
La casa de subastas Sotheby’s anunciaba orgullosa una de sus grandes jugadas del año: “Vendidos cinco Monets en una hora por 74 millones de euros”. Todos los lienzos fueron a parar a manos privadas, incluido el exquisito Grand Canal (1908), uno de los seis únicos cuadros que Monet pintó de la iglesia Santa María Della Salute de Venecia (sólo dos son propiedad de museos) y que durante los últimos nueve años había estado colgado de las paredes de la National Gallery de Londres como préstamo de un particular. Ha decidido venderlo y ha conseguido 31,2 millones de euros.
Coleccionar para todos
No es demasiado probable que regrese a los muros del museo londinense, aunque en el gremio de la cultura hay quien sostiene que no se puede menospreciar el papel de los coleccionistas en la difusión del arte. “En España hay colecciones privadas excelentes como la de Pilar Citoler a las que el público también tiene acceso”, afirma Marta Pérez Ibañez, profesora de Mercado del Arte en la Universidad de Nébrija.
“Otro ejemplo es la jequesa Mayasa de Qatar, que está acumulando una colección importantísima, incluidos Los jugadores de cartas de Cezanne, (por el que pagó 191 millones de euros, convirtiéndolo en 2012 en el cuadro más caro de la historia). El Museo Nacional de Doha, en el que se expondrá, aún no está terminado. Desde allí viajará a otras muestras y sedes de todo el mundo. Puede que peque de liberal, pero prefiero que los coleccionistas privados se queden con ciertas obras y las pongan a disposición del público que permitir que esa obra quede en los sótanos de un museo”, señala Pérez Ibañez.
Pero ¿qué ocurre cuando el comprador sólo aspira a rodearse de objetos de lujo que le sirven de trofeo o como simple inversión especulativa? La temporada londinense de subastas ha arrancado en Sotheby’s, como vemos, rompiendo todos sus récords, con ventas por valor de 242 millones de euros. Volvía a quedar claro, como rezaba la nota de prensa de la institución, que “los coleccionistas chinos y rusos siguen siendo una fuerza creciente en el mercado”. En el año 2004 se puso un Monet a la venta en Sotheby’s y pujaron coleccionistas de cinco países. Este martes, 35 nacionalidades compitieron por alguno de los cinco lienzos del francés. El resultado es economía de cajón: si aumenta la demanda, los precios suben.
Liquidez y agresividad
El año pasado, según datos proporcionados por las principales casas de subastas, las compras de arte de ciudadanos chinos ascendieron a casi 900 millones de euros y se concentraron en el mercado de arte impresionista y moderno. Una cifra similar se le atribuye a los compradores de Oriente Medio. Su agresividad y sobre todo, su liquidez, provoca el fuera de juego de los museos y por tanto el del público.
No obstante, según admitió en declaraciones al diario The Guardian, no ve un problema en que los museos vendan obras clásicas o antigüedades, pero la burbuja que flota sobre las obras de arte contemporáneo les deja fuera de juego. “Es un problema, nosotros no podemos pagar esos precios, nadie puede. Si realmente quieres una obra tienes que organizar una colecta para poder adquirirla”.
Sharon Heal, directora de la Asociación de Museos del Reino Unido, afirma que efectivamente los precios que se manejan en el mercado del arte son un problema para la mayoría de los museos, que tras la recesión de 2008 han visto menguar sus presupuestos. “Todos han sufrido recortes y los mercados subiendo ponen aún más presión sobre ellos”, declaró en el diario The Guardian. Quienes forman parte de esta asociación, que da derecho a financiación estatal, pueden vender obra siempre que se consulte primero con su junta directiva y la venta esté destinada a adquirir nueva obra, no a financiar sus costes administrativos o sus deudas.
En EEUU la situación es similar. El 90% de los museos están gestionados de forma privada y todos ellos pueden vender obra, siempre que sea para invertirla en adquirir nuevas piezas. Pero entre los pocos museos de propiedad pública estaba el Detroit Institute of Art, que en 2012 se hizo infaustamente célebre al anunciar que pondría a la venta toda su colección para ayudar al ayuntamiento a hacer frente a su bancarrota. En noviembre se supo que se cancelaba el plan. Ahora el museo pasará a estar gestionado por un consorcio privado sin ánimo de lucro, gracias a los casi 800 millones de dólares que se han recaudado entre filántropos para salvar la colección.
Mientras, el economista Nouriel Roubini advertía en Davos de que hoy la venta y compra de arte es una de las fórmulas para blanquear dinero más queridas de los multimillonarios. “Es necesario regular el mercado porque nos guste o no, comprar arte es hoy una forma de evadir impuestos y blanquear dinero” según recogió el diario Financial Times.
Claro que siempre habrá quien simplemente utilice las ventas de sus cuadros para vivir. “Estoy sin un euro, necesito liquidez”, declaró Tita Cervera tras vender el constable La Esclusa por 26 millones de euros el año pasado. Pertenecía a la colección Thyssen-Bornemisza, que se mantiene y preserva con dinero público y su venta provocó cierto escándalo porque era una de sus mejores. Ahora es el MoMA el que busca liquidez, aunque sea para reinvertir en obra. Sólo el tiempo dirá si lo que adquirirá con la venta de Les Peupliers à Giverny pasará el difícil examen de la historia que tan bien había pasado ya Monet.
No en todos los países hay leyes escritas que digan lo que un museo debe hacer con su colección, aunque la lógica de la protección del patrimonio artístico dice que una obra que entra en un museo, no regresa a manos privadas. El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) ha vendido la noche de este martes, en una subasta de Sotheby’s en Londres, el cuadro de Monet Les Peupliers à Giverny (1887) por 14,2 millones de euros. Con esta cantidad, la institución asegura que comprará nuevos fondos. Su presupuesto para adquisiciones en 2012 fue de 28 millones de euros. Sin embargo, es difícil imaginar qué espera adquirir el centro mejor que lo que ha vendido. El mercado del arte pasa por uno de sus mejores momentos y los precios de valores consagrados como Van Gogh o Monet son superados en muchos millones por contemporáneos vivos como Jeff Koons o Gerhard Richter.