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La 'playlist' de Syriza: canciones para asustar a la casta
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del bella ciao a bruce springsteen

La 'playlist' de Syriza: canciones para asustar a la casta

Syriza ha recurrido a una mezcla de hits populares y canciones políticas comprometidas en sus actos masivos

Foto: Tsipras celebra la victoria de Syriza (Marko Djurica / Reuters)
Tsipras celebra la victoria de Syriza (Marko Djurica / Reuters)

Concluye el discurso del líder de Syriza Alexis Tsipras, con la histórica victoria electoral en el bolsillo en la noche electoral del domingo 25 de enero, y por los altavoces empieza a sonar la voz del cantante argelino Rachid Taha cantando Rock the Casbah de The Clash para desatar la fiesta.

Antes, en la sede del partido ya habían retumbado algunos himnos revolucionarios y partisanos (La Internacional, Bella ciao, Bandiera rossa) junto a clásicos de la música popular como Patti Smith o Leonard Cohen que hacen referencia al poder de la gente o a tomar las grandes capitales.

Una banda sonora que se puede calificar como bastante previsible para acompañar un triunfo tildado de auténtico terremoto en la vieja Europa, quizá de nuevo recorrida por aquel fantasma.

Para Hibai Arbide, abogado residente en la capital griega y presente en la plaza Klathmonos donde Tsipras pronunció el discurso, “la celebración fue, en mi opinión, pura catarsis. Una especie de "¡Por fin!". Y por eso se dejaron llevar por lo emocional, lo que tenían dentro: una celebración con estética, himnos y lemas puramente comunistas”.

Que el pistoletazo de salida a la fiesta, tras las palabras del vencedor en las urnas, fuese un tema grabado por una banda británica en 1982 en su versión arabizada de 2004 admite múltiples interpretaciones. Héctor Fouce, profesor de Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid, aporta la suya:

Rock the Casbah suena festiva, celebratoria, y también tiene una carga simbólica: los Clash siguen siendo un ejemplo de punk constructivo, propositivo, de empujar a la gente a hacer cosas. Es cierto que está un poco fuera del tiempo, está claro que no es un tema contemporáneo. Al ser la versión de Taha, apela a otro valor clásico de la izquierda como es la apertura, la multiculturalidad”.

La utilización de la música en los grandes actos públicos de Syriza demuestra su voluntad de llegar a una amplia mayoría pero sin renunciar a su genética, a su raíz. En el celebrado el 3 de mayo de 2012 en la plaza Omonia de Atenas, tres días antes de las elecciones generales que confirmaron su imparable ascenso y les situaron como segunda fuerza política del país, Bruce Springsteen, Patti Smith o los Clash compartieron protagonismo con nombres propios de la música griega más comprometida políticamente.

“Creo que la lista musical de ese acto es bastante representativa. Los autores y cantantes griegos como Nikos Xilouris, Maria Farantouri o Manos Loizos son símbolos de la lucha contra la dictadura. Los temas hablan de la esperanza que ya viene, el cambio que se avecina, el no tener miedo. También sonó Aggelakas y su banda Trypes, el grupo de rock más conocido de Grecia, que ya no existe pero su líder Aggelakas sigue haciendo discos”, recuerda Tina V.

La tensión entre la memoria, la interpretación del momento actual, la generación de nuevos entornos culturales y sus símbolos, por una parte, y la necesidad de una identificación lo más mayoritaria posible, por la otra, está ocasionando una fricción interesante en la que la elección del paisaje sonoro es una batalla más.

“Me preocupó mucho esta cuestión en vísperas de la Asamblea de Podemos de octubre, donde al final se recurrió a L'Estaca, una sensata decisión -un símbolo musical contra la dictadura- que demuestra, en todo caso, que en la batalla por la hegemonía cultural la izquierda y los movimientos de corte rupturista están aún en pañales”, reconoce el filósofo Santiago Alba Rico.

Tanto Podemos en España como Syriza en Grecia han tenido que enfrentar esa contradicción, común a ambos movimientos y resuelta (o en vías de resolver) desde sus distintos puntos de partida.

En el caso español, Arbide apunta que “la elección de L'Estaca tiene mayor significado político. Remite a la Transición. Un poco porque se ven a sí mismos como el partido que protagonizará una nueva transición, eligieron L'Estaca porque es el último himno de consenso. A mí no me mola, preferiría que apostaran por nuevos imaginarios en vez de por la BSO de la Cultura de la Transición”.

Para Fouce, el juego simbólico de ambos partidos es doble y lo realizan continuamente. “Apelan a sus bases duras, a la gente que ha creado el partido, que le ha dado el apoyo inicial, sus militantes… pero para llegar a conseguir más del treinta por ciento de los votos necesitan acercarse a mucha gente que está fuera de esas coordenadas pero con la que comparten algo. Para mucha gente que no es de izquierdas, la Internacional sigue siendo una cosa vieja y peligrosa, que se ve con cierta precaución”.

Una apreciación que comparte Alba Rico: “A mí la Internacional me emociona muchísimo, pero seguro que hay votantes de Syriza que se han asustado al oírla. Y se trata de asustar a la casta, no a la gente”.

¿Es posible, entonces, una música que acompañe a estos momentos de cambio político, que los fije en la memoria y que sea popular? ¿a qué sonaría?

Arbide, por su parte, precisa los motivos que, en su opinión, han hecho del discurso musical de Syriza lo que es. “Hay una combinación de dos factores: por un lado es una respuesta más emocional que racional. Son las canciones que cantaban sus padres y abuelos. Por otro, los movimientos "nuevos" (la postmodernidad, defínelo como quieras) no han producido material para representar la épica, la victoria. Cuando lo necesitamos, recurrimos a lo que hay”.

Y Fouce señala las características de esos espacios musicales compartidos e incide en los obstáculos para generarlos en la actualidad. “Un himno tiene una historia y apela a una comunidad amplia. Conseguir eso hoy, en esta época de audiencias fragmentadas, es muy complicado. Mis alumnos posiblemente no tengan ni idea de qué es Bella ciao y sus padres no conocen de nada a Vetusta Morla”.

Concluye el discurso del líder de Syriza Alexis Tsipras, con la histórica victoria electoral en el bolsillo en la noche electoral del domingo 25 de enero, y por los altavoces empieza a sonar la voz del cantante argelino Rachid Taha cantando Rock the Casbah de The Clash para desatar la fiesta.

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