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Instrucciones para comprender (por fin) a los británicos
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Instrucciones para comprender (por fin) a los británicos

El 'fish and chips', el tweed, las cabinas, 'God save the Queen', el Rolls Royce o Lady Di. Inglaterra a golpe de mitos y recelos se desnuda en un curioso diccionario

Foto: El periodista y escritor Ignacio Peyró
El periodista y escritor Ignacio Peyró

El fish and chips, el gentleman, eltweed, las cabinas de teléfono, God save the Queen, Shakespeare, Churchill, Sherlock Holmes, el Rolls Royce, The Beatles, Lady Die inclusola salsa Worcestershire. La lista podría ser interminable porque si algo tiene lo británico es su capacidad para crear iconos culturales y despetar amor y odio a un mismo tiempo. Lo british siempre ha sido admirado pero también tachado de raro. Una historia, en definitiva, de filias y fobias. Y esa es precisamente una de sus principales características: la contradicción.

Todas ellas las ha recogido en un extenso manualel periodista Ignacio Peyró,que ha sido columnista y redactor jefe de Cultura deLa Gaceta de los Negocios, fundador y director deAmbos Mundosy esdirector de la edición digital deNueva Revistay miembro del Gabinete de Presidencia de Gobierno. Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa (Fórcola Ediciones) recopila en forma de pequeños ensayos casi 400 términos (en1.068 páginas)que definen la idiosincrasia inglesa. Una curiosa y amena enciclopedia a la que recurrir en forma de consulta que pretende ser "un elogio de Inglaterra y una reivindicación de lo mejor de su herencia", un viaje a través de mitos y paradojas del país más conservador y monárquico, tradicional y pragmático, admiradoy recalcitrantemente esnob.

P. La primera pregunta es obligada, ¿de dónde surge su curiosidad por la cultura inglesa y qué le lleva a escribir este completísimaglosa?

R. He escrito –algo así decía Benjamin Disraeli- un libro que, como lector, me hubiese gustado leer. Lo inglés tenía muchos alicientes para ponerse a escribir. Llegaba al tema con grandes simpatías previas. Investigarlo a fondo era un estímulo para la curiosidad intelectual. Quería que también hubiese un homenaje de piedad a lo que ha sido una gran tradición y una forma de vida. Y me parecía que todo podía trasladarse en una prosa placentera y en un volumen de esos que apetece leer. En cuanto a la atracción primera por lo inglés, es mezcla de temperamento, lecturas, un cierto apego estético y una admiración por su genio político e institucional.

P.Dice en el prólogo que históricamente lo british es algo que siempre ha despertado admiración, ¿a qué cree que se debe?

R. Escribe John Lukacs, un historiador anglo-húngaro, que la anglofilia ha sido un fenómeno sin igual en la historia de la humanidad por ser “más social y civilizacional que político”. Desde Voltaire hasta Churchill, el pasmo del mundo por Inglaterra es fácil de trazar y –como dice Lukacs- nacerá de la política para después ir abarcando las formas más diversas de la sociabilidad, las costumbres y el tipo humano ideal. Gran Bretaña, de izquierda a derecha, aparece como modelo de buen gobierno y sociedad que progresa. A partir de ahí, Barzini habla de cómo fue común “la convicción indiscutida de que “lo británico era lo mejor” en casi todos los ámbitos, con raras excepciones como la música, las artes galantes o la cocina. Lo político y lo social irán entrelazados. En el continente, causaba admiración la aparente solidez de las instituciones británicas y su poderío, junto a las nociones de libertad y tolerancia que regían la vida británica. En paralelo, al preguntarse por ese secreto inglés –un país sin las sacudidas políticas del continente-, los europeos, como también comenta Barzini, no dejaron de importar esos otros usos y costumbres, del ideal gentlemanesco a la prensa libre o los clubs como instituciones de sociabilidad, cosas todas que, según intuían, tenían no poco que ver con ese éxito.

P.Igualmente lo inglés también despierta rechazo. Lo explica muy bien con una cita de Ortega: "No hay hecho más extraño en el planeta que el pueblo inglés". ¿En qué momento cambiaesa percepción?

R. Los llamaron también “los chinos de Europa”. La anglofilia, desde sus primeros tiempos, despierta también una anglofobia que, en el caso de Francia, por ejemplo, era una tradición de enorme arraigo. Junto a ello, la seducción snobde lo inglés y la figura del anglómano continental no dejaron de ridiculizar la causa. Sin embargo, buena parte de los anglófobos –de Napoleón al III Reich o el Kaiser Guillermo- han sido, inopinadamente, los mejores propagandistas de Inglaterra. El temor y la prevención ante Inglaterra perviven hasta después de la Segunda Guerra Mundial en el continente, cuando hay temor a que Reino Unido patrimonialice el proyecto europeo, cosa que –sin embargo, y quizá con desacierto- estaba muy lejos de la intención de los británicos. Curiosamente, tras el enorme prestigio moral de la Guerra, Gran Bretaña –y, en consecuencia, el ideal anglófilo- conoce un cierto declinar: la contracultura arrumba sus valores, el Estado providente termina con sus viejas formas de vida, y la pérdida del Imperio implica un drástico reposicionamiento geopolítico y un declive de su poder efectivo y visible.

P. Esereceloes uno de los principales contrastes a la hora de hablar de lo inglés. ¿Esese amor-odiosu principal signo de identidad?

R. El amor y el odio dependerán de cada uno. En todo caso, es verdad que Inglaterra no es fácil de comprender. No es sólo porque conduzcan al revés, porque tomen la cerveza tibia o hayan tenido cuatro medidas para el algodón, cuatro para el café, dos para la pimienta y dos para el azúcar. No es, siquiera, excentricidad o rareza: es, más bien, la percepción de que Inglaterra, en sí, es pura paradoja. Su política ha sido la más sólida, pero también la menos comprensible. Ha sido un país capaz de grandes esfuerzos conjuntos y –a la vez- con una sociedad no poco jerarquizada. Incluso ha sido la nación más poderosa de la tierra sin tener un Versalles o un Louvre o un Escorial para hacer visible ese poder. Podríamos seguir indefinidamente con esas contradiccionespara concluir, conCasanova, que “su estilo de vida no se parece al de ningún otro pueblo”.Equilibrar esas contradicciones les hizo los grandes maestros de la política.

P.Ahondando en esas paradojas, quizás la que más nos llame la atención es pulso liberal y su fervor monárquico. ¿Cómo se conjugan ambas?

R. Lo que llama la atención a los primeros anglófilos, como Voltaire, es que Inglaterra ha sido “la única nación en la tierra que ha tenido éxito a la hora de controlar el poder de los reyes” y “establecer un sistema sabio de gobierno en el que el príncipe, todopoderoso para el bien, tiene las manos atadas para el mal”. Llegar a ese punto costó guerras, revoluciones, reyes ejecutados, parlamentos diezmados y demás. Esa es la gran epopeya de la democracia inglesa. Pero estaba en su misma esencia: desde tiempos medievales, los usos constitucionales del país exigen del soberano su sumisión a la ley, pieza clave en los equilibrios de un “gobierno mixto”, apoyado en la Corona, la nobleza y el demos.Una vez se anula el poder efectivo de los reyes, tan sólo queda su condición simbólica como encarnación de una dignidad del Estado. Es la creación de la monarquía parlamentaria, con la corona como “luz por encima de la política”, y capaz de ser de todos porque no puede patrimonializarla nadie. Eso pervive hasta hoy. En definitiva, el secreto de los ingleses es que pueden amar a sus reyes porque han hecho imposible que estos se hagan odiosos.

P. Si nos centramos en lo cultural podemos ir desde Shakespeare a Lady Di o The Beatles al fish and chips. Son grandes creadores de iconos.

R. Lo dijo hace muy poco Cameron, al resaltar las ventajas del Reino Unido para los escoceses: Gran Bretaña era el “súperpoder del poder blando”. Su cultura se globalizó muy pronto: por lengua, por prestigio y por la mera extensión del Imperio. Esas son ventajas que a su modo se hacen sentir hasta hoy. Supongo que detrás de ese éxito cultural está también algo muy propio del temperamento inglés –algo muy narrativo-,las artes del saber contar, de Sherlock Holmes a Harry Potter y de Dickens a James Bond. Esto no es casual, claro, sino fruto de siglos de educación en la literacy. Del mismo modo, también se da cierta sentimentalidad característica, apreciable en todo lo que va de la literatura infantil victoriana al pop del siglo XX.

P. Si tuviera que elegir 10 términos de su diccionario que describan la cultura inglesa, ¿cuáles serían?

R. Hay algunos muy importantes, por tratar puntos constitutivos de lo inglés: campo y casas de campo, aristócratas, public schools, clases sociales, corona, parlamento… Para hacerse cargo de la posición particular de Gran Bretaña en el mundo, quizá “Imperio” o “Continente” sean de ayuda. Y para un español, creo que el de “exiliados” puede tener una llegada sentimental importante.

El fish and chips, el gentleman, eltweed, las cabinas de teléfono, God save the Queen, Shakespeare, Churchill, Sherlock Holmes, el Rolls Royce, The Beatles, Lady Die inclusola salsa Worcestershire. La lista podría ser interminable porque si algo tiene lo británico es su capacidad para crear iconos culturales y despetar amor y odio a un mismo tiempo. Lo british siempre ha sido admirado pero también tachado de raro. Una historia, en definitiva, de filias y fobias. Y esa es precisamente una de sus principales características: la contradicción.

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