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Audra McDonald: "Los productores no arriesgan en Broadway"
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Audra McDonald: "Los productores no arriesgan en Broadway"

La actriz y cantante, ganadora de seis premios Tony, actuará el 31 de enero en el Teatro Real de Madrid con composiciones que van de Gershwin a Sondheim

Foto: Audra McDonald llora mientras interpreta a Billie Holiday (Reuters)
Audra McDonald llora mientras interpreta a Billie Holiday (Reuters)

Corría el verano de 2007 y el mítico Studio 54 de Nueva York acogía el revival de un musical acostumbrado a pasar sin pena ni gloria. Esa revisión de 110 in the Shade, obra estrenada en Broadway en 1963 con música de Harvey Schmidt y letra de Tom Jones, tenía, sin embargo, algo especial. Audra McDonald (44), en su papel de solterona en un rancho de la América profunda, desarmaba cualquier resistencia con su inconfundible voz de soprano. Y no solo. “Parece mentira que pueda hacer eso ocho veces a la semana”, aseguraba un espectador, después de su exhibición de energía en el número Raunchy, al final del primer acto. Ninguna otra actriz atesora seis premios Tony. Canta en el Teatro Real el 31 de enero, en lo que se presenta como una de las citas musicales del año.

McDonald se subió por primera vez a unas tablas en Fresno (California) a la edad de nueve años, como recuerda en conversación con El Confidencial. Fue como uno de niños siameses en una producción local de El Rey y yo. ¿Talento natural o entrenamiento? "Ha sido una combinación perfecta", explica la actriz, cuya formación clásica se forjó más tarde en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York. Pese a ese acervo, nunca hubo dudas respecto a que su destino era el teatro musical y Broadway. "Ahí es donde estuvo siempre mi alma y mi corazón", subraya para explicar su centro de gravedad, pese a sus coqueteos con la opera y hasta con la televisión.

En 1998, McDonald formaba parte del elenco de Ragtime, para muchos uno de los mejores musicales creado en el último cuarto del siglo XX. Audra, en el papel de Sarah, una víctima del racismo que tan bien retrata E.L. Doctorow en la novela en que se basa la obra, no solo puso voz a auténticos showstoppers como Wheels of a dream -interpretada junto a Brian Stokes Mitchell-, sino que también afrontó un verdadero cambio de registro. "Fue una experiencia increíble -recuerda la actriz-. Desde el principio el personaje se creó en torno a mí, viví y fui parte de su nacimiento. También supuso mi primer papel dramático". La pieza del tándem Ahrens-Flaherty, con libreto de Terrence McNally, le proporcionó su tercer Tony antes de cumplir los 30 años.

Además de las grandes producciones, la actriz se ha preocupado, tanto en escena como en sus grabaciones, de cultivar y promover en las últimas dos décadas la música de toda una generación de nuevos compositores criados bajo la influencia del legendario Stephen Sondheim, un renovador sin parangón que a partir de los años setenta llevó el teatro musical a otra esfera artística con su apuesta por una mayor profundización psicológica de los personajes y por músicas mucho más complejas y ricas. Menos comerciales, pero de intrigante talento, McDonald ha abordado sin dudar las piezas de compositores como Jason Robert Brown, Michael John LaChiusa, Adam Guettel o Andrew Lippa.

Garantía de éxito

"Para mí es importante explorar y llevar al gran público compositores menos conocidos", expone la actriz, que también reflexiona sobre su relación con el propio Sondheim. "Siempre me apoyó. A mí y a mi trabajo. Es una leyenda y ha sido un auténtico maestro", recuerda. Respecto a los problemas para que esas obras más arriesgadas encuentren su hueco en Broadway, McDonald tiene su propia explicación: "Poner en marcha un nuevo show es caro. Y quien lo financia quiere tener la certeza de que invierte en algo que va a funcionar. Por eso se recurre a recuperar obras que han tenido éxito en el pasado". Un planteamiento que ha venido a agravarse con la crisis económica.

Sus dos últimos proyectos galardonados con el Tony entroncan con dos personajes icónicos de la cultura afroamericana. En 2012, afrontaba el reto de Porgy and Bess, un tour de force no sólo vocal. "Supuso todo un trabajo de exploración psicológica", relata. Dos años más tarde, se metía en la piel de la cantante de jazz Billie Holiday en Lady Day at Emerson's Bar & Grill. Como apuntó The New York Times, "[McDonald] ha forjado una conexión tal con la gran y maldita artista que transmite verdad y se mueve más allá de la recreación para alcanzar una identificación íntima. Cuando canta, aparece ante nosotros la imagen fantasmal de una artista que solo podía encontrar equilibrio cuando se perdía en su música". No es elogio pequeño.

Según explica McDonald, durante su concierto en Teatro Real tiene previsto interpretar canciones que van desde George Gershwin a Kander&Ebb, pasando por el citado Sondheim. Con melodías como Climb ev'ry mountain -Rodgers/Hammerstein- hasta Summertime. "Porgy and Bess me hizo más fuerte de lo que era un año antes. Me siento una persona diferente -explica en una amplia entrevista publicada recientemente por Eddie Shapiro en el libro Nothing Like a Dame (Oxford, 2014)-. Y aún tengo millas y millas por recorrer. Y siempre me implicaré y lo intentaré. Esa es mi estupidez o mi lucidez. No lo sé. Lo descubriré cuando envejezca".

Corría el verano de 2007 y el mítico Studio 54 de Nueva York acogía el revival de un musical acostumbrado a pasar sin pena ni gloria. Esa revisión de 110 in the Shade, obra estrenada en Broadway en 1963 con música de Harvey Schmidt y letra de Tom Jones, tenía, sin embargo, algo especial. Audra McDonald (44), en su papel de solterona en un rancho de la América profunda, desarmaba cualquier resistencia con su inconfundible voz de soprano. Y no solo. “Parece mentira que pueda hacer eso ocho veces a la semana”, aseguraba un espectador, después de su exhibición de energía en el número Raunchy, al final del primer acto. Ninguna otra actriz atesora seis premios Tony. Canta en el Teatro Real el 31 de enero, en lo que se presenta como una de las citas musicales del año.

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