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Madrid y Málaga desalojan las alternativas sociales a la ineficacia de la política
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Casa Invisible y Patio Maravillas, en peligro

Madrid y Málaga desalojan las alternativas sociales a la ineficacia de la política

Dos proyectos culturales de respaldo social están a punto de desaparecer: el Patio Maravillas (Madrid) y la Casa Invisible (Málaga). Se trata de espacios donde se

Foto: Imagen de las últimas jornadas en defensa del Patio Maravillas (@patiomaravillas)
Imagen de las últimas jornadas en defensa del Patio Maravillas (@patiomaravillas)

Dos proyectos culturales de respaldo social están a punto de desaparecer: el Patio Maravillas (Madrid) y la Casa Invisible (Málaga). Se trata de espacios donde se apuesta por la colaboración y se reniega de la competición. Plantean fórmulas para acabar con la especulación inmobiliaria, la precariedad laboral y la exclusión racial y sanitaria. Esta fórmula no ha recibido el apoyo de los ayuntamientos implicados, regentados por el Partido Popular.

Rogelio López Cuenca, uno de los artistas plásticos con más reconocimiento en este país, valora la situación: "Es otra manifestación más de nuestra carencia de tradición democrática y, por contra, de la honda raigambre autoritaria de la política institucional. No avanzamos en aceptación de la legitimidad de experiencias políticas, sociales y culturales que surgen desde abajo y desde afuera de los canales oficiales”, lamenta el retroceso.

Cuenca recuerda que en Europa son habituales prácticas de ocupación sociocultural. Cita ejemplos como Kulturmodell (Passau, Alemania), Klankbordgroep Broedplaatsen (Ámsterdam, Holanda) y Hafenstrasse (Hamburgo, Alemania). "Existen experiencias similares muy asentadas en Europa. Sí, ese sitio del que tanto nos gusta alardear que pertenecemos, siempre que no implique reconocimiento de modos de participación ciudadana y democrática en ámbitos de la gestión de lo común que desborden a los profesionales. Los gestores neoliberales están fascinados con los réditos que ofrece la cultura de escaparate: desde las grandes exposiciones para el turismo a los festivales de urban art, barrios de las artes, grafiti bajo control, etc. Desprecian los tiempos más lentos, de la investigación y la experimentación", explica.

Bloqueo municipal

López Cuenca denunció en un artículo demoledor el proyecto Soho Málaga. Se trata de un plan del ayuntamiento, que pone el arte al servicio de los beneficios privados, por medio del proceso que hoy conocemos como gentrificación. "Les interesa la cultura como fábrica de espectadores, de consumidores, y no correr el riego de dejar producir a la ciudadanía autoconsciente y crítica", señala. En las antípodas del Soho Málaga, encontramos la Casa Invisible, un espacio autogestionado que arranca en 2007 y que cuatro años después fue declarado "de interés general", mediante la firma de un acuerdo de cesión por un periodo de un año por parte del ayuntamiento de Málaga, la Diputación, la Junta de Andalucía y el Museo Reina Sofía.

Transcurrido el plazo, y habiendo cumplido la Casa Invisible sus compromisos, el Ayuntamiento estaba obligado a una cesión de uso más estable. Desde entonces, la actitud de la alcaldía ha sido de bloqueo, a pesar de los informes administrativos favorables. "En estos ejercicios de poder late una concepción patrimonial del mismo: quien tiene el poder parece no tener conciencia de que "está en el poder" temporalmente, que en efecto no le pertenece. Y que todo lo más está dispuesto a hacer graciosas concesiones", advierte Cuenca. Ni Gemma del Corral (concejala de cultura), ni Francisco Pomares (concejal de urbanismo y responsable de la orden de cierre) contestaron el viernes a las llamadas de este periódico.

La escritora Belén Gopegui, que presentó su última novela en el Patio Maravillas, justifica así su vinculación con el espacio: "Si entendemos por cultura el lugar donde las sociedades se imaginan, el Patio Maravillas cumple un papel imprescindible. Sería dramático que cualquier posibilidad de vernos, de pensarnos, deba estar mediada por la plusvalía. El Patio, zona común, promueve relaciones diferentes que producen miradas diferentes".

¿Cómo valora Gopegui la hostilidad de los ayuntamientos contra ellos? "Es reveladora de la alianza entre las instituciones y el capital; se defiende la rentabilidad del propietario aun si está en contra de la rentabilidad social del espacio, y a menudo por encima del problema de la rentabilidad está el encargo de impedir un aprendizaje colectivo de autogestión, organización y solidaridad que por una vez, y como escribiera Nicanor Parra, no respete la ley de la selva".

El investigador cultural Jaron Rowan, autor del ensayo Emprendizajes en la cultura (Traficantes de sueños, 2010), coincide con Cuenca en que en España falta tradición en este tipo de proyectos: "Lo que llamamos economía de la cultura, gestión cultural o cosas parecidas se ha diseñado basándose en un modelo de explotación de la propiedad intelectual, que es siempre de carácter individual. No existe la figura de la autoría colectiva. Casi todos los modelos que se promueven siguen esta lógica. No se han pensado modelos que traten el trabajo común. La ausencia de cooperativas en el sector lo confirma".

Batalla política

Antes del 15M, los conflictos relacionados con los centros sociales autogestionados parecían una simple escaramuza estético-cultural. Tras la irrupción de nuevos partidos y movimientos ciudadanos y la parálisis económica del Estado, estos espacios han ganado centralidad en la batalla política. Nico Sguiglia, miembro de la Casa Invisible, explica los motivos de la orden de desalojo que pesa sobre el proyecto. "Casa Invisible es ahora la base de operaciones de los principales movimientos sociales y culturales de la ciudad, tales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Marea Verde y Marea Blanca, Movimiento por la Democracia, yayoflautas, etc".

En los últimos meses, algunos de los miembros más activos de La Invisible están participando de forma activa en Ganemos Málaga, que pretende disputar el poder local en las próximas municipales. "La Invisible se ha convertido en un espacio indeseable para el Partido Popular. La amenaza de desalojo responde a la última carta que le quedaba al Ayuntamiento ante la enorme legitimidad del proyecto", apunta Sguiglia.

Resumiendo: los centros sociales ganan peso como espacios de reunión de los nuevos movimientos políticos y sociales de carácter popular, los que no se pueden pagar una sede en cada provincia. Este avance en capacidad de organización inquieta a los políticos. El pasado mes de mayo, el ayuntamiento de Barcelona (CIU) intentó demoler el centro social Can Vies, provocando una respuesta vecinal que impidió la operación. Muchos otros centros sociales están ganando legitimidad y prestigio, entre ellos Astra Gernika, Calafou de Barcelona o El Ateneu Candela de Tarrasa.

Unidad desde abajo

La foto de la última rueda de prensa del Patio Maravillas resultaba elocuente. Fue el pasado día ocho y aparecían Ada Colau (Guanyen Barcelona), Nacho Murgui (Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid), Yayo Herrero (Ecologistas en Acción), Inés Sabanés (Equo) y Luis Alegre Zahonero (Podemos). Pocos proyectos sociales pueden recoger un apoyo político tan contundente. Tres días antes, unas tres mil personas (según el Patio) se habían manifestado en Malasaña para apoyar las actividades del espacio.

Desde el ayuntamiento de Madrid, nos contesta David Erguido, concejal de la zona centro por el Partido Popular: "Lo que tiene que hacer El Patio es darse de alta como asociación, presentar una buena memoria de actividades y hablar con Participación Ciudadana. Supongo que la respuesta será que los tres mil metros que piden que les cedan en el centro son demasiados. Eso es una excepción y no se puede dar fácilmente. La Tabacalera de Lavapiés presentó un buen proyecto y está funcionando", contesta.

El concejal popular apunta que "no basta con que te apoyen grandes nombres de la izquierda española”. “Otras asociaciones pagan sus sedes sociales", añade. En realidad, los apoyos de El Patio son mucho más amplios que la izquierda: abarcan desde el Museo Reina Sofía hasta asociaciones de vecinos, pasando por Juventud Sin Futuro, la Oficina Precaria y el movimiento contra los Centros de Internamiento de Emigrantes. Miembros del Patio Maravillas hicieron llegar a El Confidencial una memoria de actividades de 40 páginas en formato pdf, que aseguran haber enviado por mail a Participación Ciudadana después de su última reunión, a principios de noviembre.

¿Piensa que en Madrid hay un problema de especulación inmobiliaria? "No. El conflicto que hay es el de un propietario privado que reclama un inmueble que es suyo. Creo que planteó algún tipo de negociación y ahora acude a los tribunales en defensa de sus derechos", contesta el concejal Erguido. El actual dueño del edificio de El Patio es la inmobiliaria Nivel 29. El pasado marzo, urbanistas y vecinos de Madrid denunciaron que la capital tiene medio centenar de edificios públicos vacíos a la espera de darles uso.

Durante la noche de Reyes, los simpatizantes del Patio Maravillas ocuparon fugazmente otro inmueble en la calle Hermanos Álvarez Quintero, pero fueron expulsados por la policía. El edificio está demasiado cerca de la residencia del ex ministro Alberto Ruiz-Gallardón. Está previsto que el espacio que ocuparon durante unas horas se convierta en un museo dedicado al humorista Mingote.

Desde el Patio Maravillas, denuncian una política de privatización de edificios destinados a uso público: "En el barrio tenemos muy cerca el ejemplo de la Corredera Baja de San Pablo, un edificio de la Empresa Municipal de Vivienda, que se ha vendido y se está dejando caer cuando estaba destinado a ser una dotación social del barrio. Otro caso flagrante es el Conde Duque, que tiene una parte absolutamente cerrada, que se alquila exclusivamente a través de la empresa Madrid Destino".

Dos proyectos culturales de respaldo social están a punto de desaparecer: el Patio Maravillas (Madrid) y la Casa Invisible (Málaga). Se trata de espacios donde se apuesta por la colaboración y se reniega de la competición. Plantean fórmulas para acabar con la especulación inmobiliaria, la precariedad laboral y la exclusión racial y sanitaria. Esta fórmula no ha recibido el apoyo de los ayuntamientos implicados, regentados por el Partido Popular.

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