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El humor salva a Iñárritu
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El humor salva a Iñárritu

El director mexicano Alejandro González Iñárritu apunta a los Oscar con una tragicomedia sobre Broadway

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De esto va, más o menos, la nueva película de Alejandro González Iñárritu: Estrella madura de Hollywood que triunfó en su día como superhéroe entra en crisis existencial y decide montar una obra de teatro sesuda en Nueva York para redimirse como artista.

Escena clave: El divo, interpretado por Michael Keaton, se topa en un bar con la crítica del New York Times el día antes del estreno. La dama le habla claro:va a destrozar su obra sin haberla visto porque odia a los mercenarios de Hollywood que invaden y banalizan Broadway para darse un baño de ego.

Ocurre que uno no puede evitar fantasear con poner a partir Birdman antes de haberla visto…

Pese a que el cine de Iñárritu tiene muchísimos defensores, este periodista perdió hace tiempo la paciencia con el director mexicano. ¿Los motivos? Apunten: su solemnidad, su manierismo y la manipulación emocional a la que somete a los espectadores. Por no hablar de su alucinante falta de sentido del humor.

Hablamos de filmes como la irritante 21 gramos (2003) o la espeluznante Biutiful (2010), que concentró en dos horas y media interminables todos los defectos de su cine: una obscena radiografía de la desgracia ajena y de la estética de la derrota (disfrazada, eso sí, de retrato social progresista). Cómo si hacer cine político consistiera en mostrar lo miserable de la vida a golpe de exceso emocional.

La resurrección

Pero hete aquí que con Birdman ha llegado el momento del recule crítico. Primer hallazgo: ¡Resulta que Alejandro González Iñárritu tiene sentido del humor! Y una frescura que parecía perdida desde el comienzo de su carrera; en concreto, desde el episodio de los chuchos que abría Amores perros (2000), porque desde la mitad de ese filme hasta ahora la pompa, la aparatosidad y la gravedad ha acabado por fagocitar sus películas.

Birdman es una tragicomedia del subgénero Vaya ruina de función. Muestra lo que ocurre en las bambalinas mientras se monta la obra: el exageradoego de actores/actrices, sus luchas de poder, sus rollitos sentimentales, sus subidas y bajadas emocionales, sus risas y sus llantos.

Y lo hace, como no podía ser de otra manera tratándose de Iñárritu, a lo grande: con un único plano secuencia (trucado, eso sí, pero una alucinante filigrana en cualquier caso). Aunque de primeras uno no puede evitar pensar que el plano secuencia acabará por devorar a Birdman, como si el prodigio técnico del director tuviera más peso que la película en sí, a medida que se agitan los bastidores todo va adquiriendo sentido espacial y temático.

¿Es Birdman una película perfecta? No. Es una película de fogonazos brutales en la que cuesta empatizar con los sucesivos conflictos: a los personajes les cuesta un poco respirar, quizás por un exceso de artificiosidad.

Resumiendo: Birdman funciona mejor como juego que como drama, y pierde un poco a medida que va tomándose en serio a sí misma. Con todo: la mejor película de Iñárritu, muy disfrutable, muy divertida y muy bien rodada.

De esto va, más o menos, la nueva película de Alejandro González Iñárritu: Estrella madura de Hollywood que triunfó en su día como superhéroe entra en crisis existencial y decide montar una obra de teatro sesuda en Nueva York para redimirse como artista.