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El legado de Teddy: adiós a 85 millones de euros que la SGAE invirtió en ladrillo
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la sgae, al borde de la ruina

El legado de Teddy: adiós a 85 millones de euros que la SGAE invirtió en ladrillo

El 6 de noviembre de 1975, con Franco agonizando, Teddy Bautista salía vestido de Judas al escenario del Alcalá Palace, después de haber pasado la censura,

El 6 de noviembre de 1975, con Franco agonizando, Teddy Bautista salía vestido de Judas al escenario del Alcalá Palace, después de haber pasado la censura, a cantarle al Jesucristo superestrella de Camilo Sesto: “Tus adeptos están ciegos, sólo piensan en tus cielos. Te seguí para una gran misión y ahora todo es decepción”. Dentro de un año se cumplirán 40 de aquel estreno.

No hubo un Judas en la SGAE con la voz lo suficientemente alta y fuerte para decirle a Bautista que sus sueños imperialistas podían matar a la gestora. Hoy la SGAE se muere de deuda y una parte importante de los socios sigue lamentando la marcha de Bautista, tras su imputación y consecuente sustitución en el sillón oficial de la presidencia (aunque dicen que no anda muy lejos de Longoria).

En su nostalgia por la mano férrea con la recaudación que demostró el excantante de Los Canarios, parecen indiferentes a que la causa del desmoronamiento de SGAE está en el entramado de empresas que creó Teddy y, sobre todo, en el sueño inmobiliario del expresidente del consejo. Según las cuentas del grupo (incluidas las de SGAE, Fundación SGAE y Arteria), la gestora de derechos daba a finales de 2013 ya por irrecuperables 85 millones de euros de los invertidos en la red de teatros que creó a uno y otro lado del Atlántico.

La cantidad equivaldría a casi tres años de aquel canon por el que pelea la sociedad que gestiona los derechos de autor. Arteria, la gestora de los teatros, debería haber sido liquidada de no ser porque la respalda su único dueño, la Fundación SGAE, cuyo único dueño es SGAE,que con la crisis mantiene una recaudación anual de casi 250 millones de euros, que le sirven a la banca para apretar sin ahogar.

La pérdida de valor de los inmuebles, que la contabilidad obliga a restar de resultados como colchón, y la deuda contraída para adquirirlos, dejan un año tras otro en negativo el patrimonio de las empresas del grupo. La situación se soluciona a base de contabilidad: créditos que se perdonan entre ellas, inmuebles que pasan a clasificarse como destinados a los fines fundacionales, alquileres de espacios entre unas y otras...

Multinacional de las pérdidas

Fue más fácil empezar la docena de teatros en América y España casi de forma simultánea, acometer proyectos faraónicos y lograr los créditos necesarios de lo que está resultando deshacer el imperio, venderlo “de forma ordenada”, tal y como se comprometió SGAE con el Ministerio de Cultura a finales de 2011 (ya con Teddy Bautista imputado y fuera de la gestión) para librarse del expediente abierto.

Vender no es fácil a pesar de las cantidades millonarias a las que están renunciando. Del Teatro Cervantes en México se han perdido 12 millones de euros, más de la mitad de los 21,6 millones que se habían invertido. Del Metropolitan de Buenos Aires, han dicho adiós a otros 1,3 millones tras su venta. Se abandonaron cuatro proyectos que supusieron una pérdida de 9 millones de euros que se habían destinado a los estudios arquitectónicos y maquetas: el Teatro Príncipe Pío, la Torre Berklee de Valencia, el Teatro Fleta de Zaragoza y el Palacio del Infante Don Luis en la madrileña localidad de Boadilla del Monte.

Ese dinero no volverá, pero lo peor está por venir. El deterioro (valor que se considera difícilmente recuperable) de la que iba a ser sede de SGAE en Sevilla, el edificio Al-Andalus en la Isla de la Cartuja, en el que se han invertido 69 millones de euros, se estima ya en 21,7 millones después de la última tasación que figura en las cuentas, realizada por Aguirre Newman, con fecha 31 de diciembre de 2013. Este edificio, propiedad de Fundación SGAE, ya fue tasado a finales de 2011.

Entonces no estaba ni terminado, tras los retrasos producidos por el conflicto con el que fuese arquitecto del proyecto,Santiago Fajardo, autor de buena parte de las obras inmobiliarias de SGAE (incluida la rehabilitación de la fachada del Palacio de Longoria) hasta su caída en desgracia. Con motivo de la práctica finalización de las obras a finales de 2013, se solicitó una nueva tasación de la sede sevillana también a Aguirre Newman, que añadió 16,7 millones a la pérdida estimada en 2011.

El tiempo se agota

Si finalmente se venden a Stage al precio ofrecido (58 millones de euros) los dos teatros de la Gran Vía (el Coliseum y el Lope de Vega), que Teddy compró a precio de oro ya con la burbuja estallada,se perderán otros 25 millones. Las negociaciones siguen, pero la venta a precios de saldo de los dos escenarios emblemáticos de Madrid ha desatado ya dos veces la guerra civil en el seno de la gestora de derechos.

El Parallel de Barcelona se ha conseguido alquilar a The Project por un 10% de los ingresos anuales y un mínimo de 240.000 euros, pero a Arteria se le acaba la concesión en abril de 2016 y, salvo que el Ayuntamiento de Barcelona decida prorrogarla, se considera difícil que se recuperen 4,2 millones de euros, que ya se han contabilizado como pérdida. De lo invertido en el edificio de la calle Abdón Terradas en Madrid se ha apuntado una pérdida posible de 7,9 millones y otros 4,2 millones se dan por no recuperables de la también madrileña Sala Berlanga.

Faltaría por contabilizar la posible pérdida, entre otros, del Teatro Campos Elíseos, cedido por el Ayuntamiento de Bilbao en 2003 por un plazo de 30 años prorrogables hasta otros diez y en cuya rehabilitación se han invertido 28,2 millones de euros. Aunque la tasación realizada por Aguirre Newman es muy inferior a esa cantidad, no se ha procedido a contabilizar la posible pérdida por los 11,4 millones de subvención procedente del Consistorio bilbaíno, que se irán sumando a los resultados de los próximos años.

Teddy, el emperador fracasado

Bautista ideó el proyecto Sedes Integrales en 2003. El ambicioso plan exigía dotar de recursos suficientes a Fundación Autor para que se convirtiese en la propietaria de una docena de teatros y sedes que sumasen 8.000 butacas. Entre 2003 y 2006, el balance de Fundación Autor (hoy Fundación SGAE) pasó de contar con medio millón de euros a reflejar un saldo de 55,6 millones.

La SGAE le había inyectado todos los fondos acumulados durante años en lo que se denominaba Título VI, un cajón creado para financiar actividades de formación y promoción de autores. La cuantía, aunque abultada, no era suficiente para la envergadura de un proyecto que no escatimaba en gastos. Por poner un ejemplo, la fachada de la sede de Santiago de Compostela, ideada a base de gigantescas piedras que reposan unas sobre otras sin material de unión entre ellas, se montó dos veces: una en la cantera para comprobar que resistía y otra en su ubicación definitiva.

Otro ejemplo de despilfarro son los proyectos varados. Es el caso del Teatro Fleta, que el Ayuntamiento de Zaragoza retiró finalmente a la SGAE porque el arquitecto Antón García Abril pretendía derruir por completo el antiguo edificio y levantar uno nuevo. La empresa de García Abril, Ensamble Studio, cobró sus honorarios: 1,4 millones. Fue el mismo arquitecto quien diseñó la Torre de la Música o Torre Berklee de Valencia cuya maqueta presentó con orgullo en julio de 2007 junto a la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, y el entonces presidente de la Comunidad Valenciana Francisco Camps. No lograron nunca la concesión administrativa de los terrenos y se esfumaron 2,8 millones invertidos en el estudio y la maqueta.

El apaño del canon

El conflicto en Boadilla del Monte fue mayor. El uso del Palacio del Infante Don Luis le fue concedido a la SGAE por 75 años por el entonces alcalde del municipio madrileño Arturo González Panero, implicado posteriormente en la trama Gürtel. La concesión le fue retirada a la SGAE y los daños en el palacio reclamados y tuvieron que descontarse de sus cuentas 2,7 millones sin lograr la aspiración de Teddy (con domicilio en Boadilla) de ubicar allí la sede de la Fundación e irse a un retiro dorado como presidente de la misma.

En vista de las mayores necesidades de capital que se iban acumulando, la SGAE de Teddy empezó a inyectar otros 30 millones de euros aproximadamente cada año a Fundación Autor, procedentes del 20% del canon digital; 10 millones de de derechos sin identificar; y un 10% de la recaudación anual de SGAE.

No fue suficiente y la SGAE empezó a endeudar a la Fundación. Los créditos llegaron a superar los 100 millones de euros cuando en 2009, con la burbuja inmobiliaria estallada, Bautista se empeñó en comprar a la familia de Bautista Soler, expresidente del Valencia, las empresas propietarias de los dos teatros de la Gran Vía madrileña por 83 millones de euros, asumiendo y ampliando las hipotecas que pesaban sobre dichos teatros.

Ni siquiera devolvió SGAE el crédito que Banesto le había concedido para el Palacio de Boadilla por 20 millones y decidió utilizarlo para realizar la obra comprometida con Carlos Slim en México ante las amenazas de demanda por incumplimiento del hombre más rico del mundo. El autor de aquel teatro, del que en superficie sólo se ve la dovela, puesto que el espacio que permite albergar a 1.400 personas sentadas es todo subterráneo, fue de nuevo Antón García Abril.

No hay colchón suficiente

En la línea que marca el antes y el después de la presidencia oficial de Teddy, que pintó la Guardia Civil un 1 de julio de 2011 cuando entró por las puertas del Palacio de Longoria, sede de la SGAE, no hay sólo un proceso judicial destinado a saber si existe delito tras las prácticas de Bautista y su equipo de gestión. Una vez se cerró la valla y se fueron las cámaras, la gestora pareció despertar a una cruda realidad: buena parte del dinero invertido en la red de teatros se iba a perder, y había que armar lo antes posible un colchón que mitigara el golpe.

Las cuentas de 2011 de Fundación Autor (o Fundación SGAE) y su participada Arteria se rehicieron para recoger dos cambios de calado respecto a las originales. La primera es que la revisión del valor de los teatros en base a la auditoría llevada a cabo por Aguirre Newman, con fecha 31 de diciembre de 2011 y hecha pública por la gestora, se aplicó a los resultados, es decir, se restó como si ya estuviera perdido (práctica que se conoce como provisión y que no sólo es legal, sino obligada en caso de deterioro del valor de una inversión pero que no había efectuado la gestora hasta esa fecha, tras comprometerse con el Gobierno a un plan de desinversión).

La segunda es que Fundación SGAE se hizo un torniquete en la Arteria para no perderla. Dio por irrecuperable parte del dinero que le había prestado y se lo descontó de sus resultados. En concreto, le perdonó a su filial un crédito de 30 millones de euros, permitiéndole restablecer el equilibrio en su patrimonio. No sirvió de mucho más. En 2013, Arteria perdía de nuevo 6,4 millones que la Fundación se ha tenido que apuntar como nuevas pérdidas.

El 6 de noviembre de 1975, con Franco agonizando, Teddy Bautista salía vestido de Judas al escenario del Alcalá Palace, después de haber pasado la censura, a cantarle al Jesucristo superestrella de Camilo Sesto: “Tus adeptos están ciegos, sólo piensan en tus cielos. Te seguí para una gran misión y ahora todo es decepción”. Dentro de un año se cumplirán 40 de aquel estreno.

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