Es noticia
Fuentes Feo: “Lo que les molesta es que las instituciones públicas sean viables”
  1. Cultura
entrevista al ex director del cendeac

Fuentes Feo: “Lo que les molesta es que las instituciones públicas sean viables”

Javier Fuentes Feo, director cesado del CENDEAC, analiza las claves de su gestión, marcada por la búsqueda de soluciones sociales en tiempos de austeridad

Foto: Javier Fuentes Feo, antiguo director del CENDEAC
Javier Fuentes Feo, antiguo director del CENDEAC

Esta es la historia de un pequeño centro cultural de provincias, el CENDEAC murciano, transformado en el reflejo perfecto deuna era marcada por la precariedad presupuestaria y el nerviosismo político. O cómo Javier Fuentes Feo (Santa Cruz de la Palma, 1976), fulminado director de la institución, se convirtió enmetáfora de los conflictos culturales generados por la austeridad económica: de los recortes al actual enfrentamiento entre la cultura y el Estado.

Fuentes Feo fue capaz de idear soluciones imaginativasen época de vacas flacas: pese a las apreturaspresupuestarias, logró poner al Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo de Murcia (CENDEAC) en el mapa estatal al implicar en sus actividades al asociacionismo ciudadano. La paradojaes quesu éxito fue también su tumba: tras organizar el evento más relevantede la historia del CENDEAC, el congreso España sin (un) Franco, su cabezarodó por las escalinatas del centro cultural.

El Congreso, cuya finalidad era la colisión de ideas entre jóvenes pensadores españoles de ideologías diferentes, dio que hablar por la intervención de Íñigo Errejón(Podemos).La Consejería de Culturamurciana negóque la “no renovación” de Fuentes Feo fuera una purga ideológica, aunque reconoció que la decisión buscabaaumentar la “pluralidad”, explicación que no ha convencidoa una indignadacomunidad cultural murciana(yeso que la Consejería va a aumentarel presupuesto del CENDEACun 65% para el año que viene).

placeholder Aspecto del Congreso España sin (un) Franco

La Consejeríaaseguró a este periódico haber “felicitado” a Fuentes Feo por su gestión.La pregunta, por tanto, cae por su propio peso: si no se ha tratado de un despido ideológico y todos están de acuerdo en que Fuentes Feo lo ha hecho muy bien, ¿por qué no continúa al frente del CENDEAC? “Es una decisión técnica y estimamos queel CENDEAC debe evolucionar para ser más plural y cercano al ciudadano, manteniendo su excelencia”, asegura un portavoz oficial.

No obstante, tras escuchar las explicaciones deFuentes Feo, surge otra manera de interpretar los hechos. Su cesesería un ejemplo de la incapacidad del sistema cultural para asumirsus propias contradicciones: recortan sin freno, contratan a un director quelograhacer más con menosy como premio a todo ello...leponen de patitas en la calle. Días después de salir por la puerta de atrás del CENDEAC,Javier Fuentes Feo analiza en esta entrevista las claves de una gestión atravesada por los recortes.

¿En qué estado económico estaba la institución cuando entró usted?

A las pocas semanas de llegar me dijeron que había que poner en marcha un ejercicio de austeridad radical

El CENDEACtuvo presupuestos muy holgados durante los años de bonanza económica. Esos presupuestos ya empezaron a bajar en el año 2010. A las pocas semanas deocupar el cargo -sería más o menos por el mes de noviembre de 2010-, me comentaron que las cosas habían cambiado por completo y que había que poner en marcha un ejercicio de radical austeridad. Aunque insistí mucho en que me explicasen de qué porcentajes estábamos hablando, que me enseñasen números concretos para hacer un diagnóstico claro de la situación, el panorama era tan caótico que resultaba imposible.

Digamos que era el inicio de la crisis, cuando todo era ansiedad, dudas y movimientos apresurados, más fruto de la improvisación que de un diagnóstico preciso y cuidadoso.El panorama se presentaba muy negro y difícil, pero entonces, después de analizarlo con detalle, me di cuenta de que era un momento adecuado para asumir la responsabilidad y desarrollar el modelo de proyecto cultural en el que siempre he creído: un modelo que se fragua a medio y largo plazo, no tanto en el relumbrón del momento; un proyecto que se gesta en colaboración con la ciudadanía y los agentes locales; un proyecto que suma prestigio y rigor a base de incentivar la participación de profesores universitarios, arquitectos, artistas, etc. A partir de ahí (2010) los números anuales fueron variando en torno a un recorte del 85% en el presupuesto variable.

Usted se vio obligado a repensar la gestión cultural desde la austeridad. ¿Cómo lo logró?

En realidad no lo logré yo, sino que lo hemos logrado entre muchas personas y organizaciones. Durante estos cuatro años, lo que hemos intentado ha sido generar vínculos o colaboraciones con los agentes sociales y culturales de la Región de Murcia: con la Filmoteca, con la Universidad, con colectivos artísticos y con centros de estudio como la Cátedra Jean Monnet, pero también con plataformas españolas de cine independiente como Márgenes, Plat.tv o DOCMA (que hacen un trabajo increíble). La suma de todos nuestros recursos limitados y de nuestro esfuerzo comúnha permitido que todo vaya saliendo adelante.

Al lograr montar una programación cultural de prestigio con cuatro duros, ¿no ha avalado de algún modo la precariedad impuesta desde arriba?

En realidad, si me lo permite, creo que es todo lo contrario. Ahora que lo pienso, creo que una de las posibles razones que han motivado mi salida del CENDEAC, más allá del Congreso, ha sido mi insistencia en que los recortes no podían llevarse a cabo del modo en que se estaban haciendo. He discutido mucho sobre esto desde dentro de la institución. Al mismo tiempo, hemos puesto en marcha otro tipo de gestión más abierta, horizontal, participativa, colectiva si se quiere (siempre hasta cierto punto, claro está, porque era un proceso que se estaba desarrollando).

Para mí, este es el verdaderoquidde la cuestión:protestar contra unos recortesque nos parecen injustos en gran medida, al mismo tiempo que cambiamos nuestra forma de organización y de gestión.Lo importante no es sólo pedir más presupuesto, sino hacer más transparentes nuestras cuentas y gestionar con más cuidado el dinero de todos.Hacer mucho no quiere decir legitimar los recortes. La opción contraria se hubiese basado en la lógica de “cuanto peor, mejor”: que todo se venga abajo porque de ese modo demostraremos que con lo que tenemos no se puede hacer nada.

¿Cuál ha sido el mayor reto de su gestión?

El CENDEAC, tal y como me comentó Miguel Ángel Hernández -uno de sus anteriores directores- cuando llegué al centro, tenía un vínculo muy poco armónico con la ciudad de Murcia. Por motivos muy diversos que no vienen al caso, la relación con la Universidad no era fluida y muchos de los agentes culturales de la región no querían asistir a sus actividades. De hecho, cuando empecé a trabajar teníamos una asistencia realmente preocupante. Creo que Yaiza Hernández, mi predecesora en el cargo, al menos trató de subsanar esta cuestión, pero no pudo lograrlo en el poco tiempo que estuvo al frente. El propio Miguel Ángel Hernández me lo indicó: “El reto más grande que tienes, casi imposible, es reconfigurar ese vínculo entre el CENDEACy la ciudad”. Mi mayor satisfacción es sentir que en gran medida lo hemos conseguido.

El respaldo de miles de firmas y ciudadanos estos últimos díases un testimonio claro de que la gente siente el centro como algo propio. Para lograrlo hemos tenido que hacer muchísimas cosas: presentaciones en la Universidad, acercamiento a los alumnos, cenas abiertas a todo el mundo (a cargo de cada cual, obviamente)en las que se podía establecer una relación más cercana con los invitados, debates abiertos y respetuosos, colaboraciones, etc.

Su modelo de centro tuvomás que ver con la reflexión cultural que con la cultura espectáculo. ¿Qué opinadel efecto Guggenheim y del pelotazo cultural que provocó? Apertura de grandes centros culturales en todos los pueblos de España, etc…

La Consejería de Cultura dice que prescindieron de sus serviciosporque buscaban más “pluralidad”. ¿No la había? ¿Le han purgado a usted por motivos políticos?

En el CENDEAC, a lo largo de estos últimos años, hubo muchos tipos de pluralidades: de edad, de profesión, de campo de estudio, de intereses, de ideología. De hecho, respecto a esta última, qué mayor pluralidad se puede pedir, si cuando organizas un Congreso de pensamiento político-cultural, tienes entre tus invitados a Juan Ramón Rallo e Íñigo Errejón. El primero, uno de los liberales de la escuela austriaca más reconocidos del momento y, el segundo, uno de los miembros fundadores de Podemos. De modo que en lo que a la pluralidad se refiere, creo que la respuesta es clara: ha habido muchísima pluralidad. Es más, si hay algo que nos ha interesado siempre ha sido precisamente esa pluralidad, porque fomenta el debate, la discusión y el pensamiento crítico; avivar el intelecto y las ideas.

¿Cómo vivió usted el congreso España sin (un) Franco? ¿Cuáles fueron los puntos fuertes del acto?

El Congreso ha sido una de las experiencias intelectuales más fascinantes que he tenido y una gran oportunidad en términos de gestión cultural. Antonio Hidalgo, Ernesto Castro y yo mismo estuvimos más de un año preparándolo. Desde que Gustavo Sanromán, uno de los ponentes, me contó la idea, vimos que podía ser algo único. Sin duda, era uno de esos congresosque sabes que son necesarios en un momento concreto de la historia. Los tres días fueron fascinantes. Las intervenciones resultaron, en casi todos los casos, brillantes y reveladoras; y los extensos debates llegaron a niveles altísimos, tanto de intensidad como de confrontación (siempre desde el máximo respeto).

En ese sentido, creo que la potencia intelectual y de análisis económico vista en la primera jornada, cuando intervinieron Juan Ramón Rallo e Isidro López (Observatorio Metropolitano), resultó difícilmente igualable. El Congreso quedará en mi memoria y creo que también en la de quienes quieran volver a verlo (está íntegro en el canal YouTube del Cendeac) como un evento destacado de los últimos años. Su importancia me genera tranquilidad: si finalmente ha sido por organizarlo por lo que he perdido el cargo, pues valía la pena. A lo último a lo que debemos temer es al debate.

Esta es la historia de un pequeño centro cultural de provincias, el CENDEAC murciano, transformado en el reflejo perfecto deuna era marcada por la precariedad presupuestaria y el nerviosismo político. O cómo Javier Fuentes Feo (Santa Cruz de la Palma, 1976), fulminado director de la institución, se convirtió enmetáfora de los conflictos culturales generados por la austeridad económica: de los recortes al actual enfrentamiento entre la cultura y el Estado.

El redactor recomienda