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“Queremos acabar con la ‘hipsterización’ de la cultura”
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“Queremos acabar con la ‘hipsterización’ de la cultura”

La cita con el futuro es en la galería Casa sin fin, en el madrileño barrio de Lavapiés, regentada por Julián Rodríguez, a su vez editor

Foto: Jorge Lago, a la izquierda, y Germán Cano, a la derecha, candidatos a dirigir el área de Cultura de Podemos, en la galería Casa Sin Fin. (E.C.)
Jorge Lago, a la izquierda, y Germán Cano, a la derecha, candidatos a dirigir el área de Cultura de Podemos, en la galería Casa Sin Fin. (E.C.)

La cita con el futuro es en la galería Casa sin fin, en el madrileño barrio de Lavapiés, regentada por Julián Rodríguez, a su vez editor de Periférica. Podría ser uno de los lugares más cercanos al modelo cultural que propone Podemos: independiente, sostenible, crítico, comprometido, activo. Son términos que se van desgranando en la conversación con el profesor universitario Germán Cano y el editor Jorge Lago, en estos momentos las voces oficiosas de la cultura del nuevo partido. Aclaran que hasta diciembre, después de las votaciones, no quedará constituido el consejo ciudadano del área de cultura.

Ellos son candidatos y han sido parte esencial del área desde los orígenes del grupo liderado por Pablo Iglesias. Advierten que traen reflexiones de lo que se ha ido trabajando a lo largo de casi un año. En este periódico ya avanzamos en julio las que surgían en las primeras asambleas.Hay ideas concretas sobre política e industria cultural, pero muchas están cociéndose, como adelantan a lo largo de esta conversación, en la que queda patente que hay mucho camino por recorrer y poco tiempo.

P. ¿Sobre el IVA han hablado? Estamos en una galería de arte contemporáneo, es inevitable preguntarles por el tratamiento impositivo que tiene, al 21%, como objeto de lujo, ¿Podemos mantendrá estas cargas?

Jorge Lago. Se ha tratado y el círculo está convencido de la reducción del IVA.

Germán Cano. Hay que vincular el IVA a la fiscalidad progresiva. El 21% significa una mercantilización del objeto cultural. Hay una relación entre esa subida tan descomunal del IVA y la comprensión del valor cultural en términos mercantiles.

P. ¿El área de Cultura está en conversaciones con el de Economía para ver si es posible una reducción del IVA?

G.C. Todavía no porque no se han constituido esos grupos de trabajo. Primero hay que consolidarlos. Pero sí podemos decir que en el proyecto político de Podemos hay una voluntad de generar un nuevo espacio cultural. Una orientación que entiende la cultura como un elemento fundamental del cambio que proponemos.

P. ¿La cultura como elemento del cambio?

G.C. El modelo denominado “Cultura de la Transición” ha sido un modelo político y cultural al tiempo. Tenemos que salir de ese bloqueo para formar un nuevo proyecto de país.

P. ¿De qué manera lo ejecutarán?

J.L. De entrada, hay que pensar que no ha habido un modelo cultural. La idea de generar un tejido coherente entre educación y cultura aquí no ha existido nunca. Hemos tenido un modelo hegemónico que ha consolidado, a base de subvenciones, una democracia muy consensual y muy pobre, sin entender la cultura como un espacio de crítica. No creemos en un modelo absolutamente vertical, sino en uno en el que los ayuntamientos y las comunidades autónomas participen de la industria y la política cultural.

G.C. Si nosotros podemos ofrecer algo es justamente lo contrario que ofrecería el responsable de Cultura del PSOE, porque en la entrevista que publicó El Confidencial dejaba claro que su modelo es cultura para la cultura. Un modelo ensimismado, donde no hay ninguna relación entre cultura y sociedad. Lo que proponemos es un modelo cultural para y con la sociedad. Esto es muy importante. No hay una reflexión de la cultura como una parte importante de la sociedad.

P. ¿Cómo se consigue arrimar la cultura a la sociedad?

J.L. De entrada, mirando qué se está haciendo en este momento al margen de las instituciones. Como esta calle [Doctor Fourquet], que de manera espontánea se ha llenado de galerías sin subvenciones ni ayudas públicas. El Estado debe promover la relación entre ellas, no subvencionar, incentivar las redes que permita la sostenibilidad de todos los actores, más allá de la competencia entre unos y otros.

P. ¿Cómo sería el papel del Estado ahí?

J.L. El modelo de las subvenciones tiene tres defectos: uno, que premia a uno por encima de otros. Dos, que lo hace con criterios que nadie conoce, de manera opaca. Tres, fuerza a la competitividad entre los actores del mismo sector. Hacen insostenible al sector y no soluciona el problema: si pierdes la subvención, desapareces. Preferimos un modelo de incentivos más que de subvenciones. Queremos ir hacia un modelo en el que el Estado apoye lo que surge, no premiando una creación en lugar de otra.

P. Entonces, ¿reformarían la Ley de Mecenazgo?

J.L. Es algo que hay que estudiar, porque no entiendo cómo puede funcionar en un país donde a los empresarios no les interesa la cultura. Por no hablar de la barbaridad que ha hecho el PP, al eliminar subvenciones sin tener alternativa.

P. Entiendo que no hay plan de mecenazgo.

G.C. Sí, pero habría que evitar un modelo de mecenazgo orientado hacia prácticas neoliberales, como el modelo norteamericano. Ese modelo no lo compartimos. Pero necesitamos un programa híbrido, que armonice subvenciones con iniciativas populares de base. En los grupos de discusión hemos conversado sobre las subvenciones que se van retirando poco a poco. Pero es todo muy embrionario, que no hemos discutido en detalle.

J.L. No olvidemos la absoluta necesidad de transparencia para hacer eficaz el modelo y el reparto de los recursos.

P. ¿Pero son partidarios de fomentar la entrada del capital privado con grandes desgravaciones fiscales?

J.L. Sinceramente, no lo sé. Creo que antes de plantear medidas concretas debemos plantear el modelo global que queremos para sostener las iniciativas culturales. En este momento reflexionamos sobre ello y tenemos que reunirnos con gestores culturales. Me cuesta hablar de medidas concretas porque no tenemos un mapa global, y no lo tenemos después de seis meses reuniéndonos. Es muy poco tiempo. Sí que creo que todo lo que salga del “círculo de cultura” debe pasar por todos los actores culturales de la industria cultural.

G.C. Hay otra cosa importante: tratar de entender qué puede aportar la cultura al PIB.

P. El PIB es una aportación económica, sin más.

G.C. Si pero en valor cultural y patrimonial España es una potencia. Hay que cuestionar qué significa valor cultural.

J.L. Hay una cosa que es el PIB, pero hay otras medidas económicas a tener en cuenta como el efecto multiplicador que puede tener la cultura, la relación de la cultura con el turismo, la hostelería, etc. Si masificas el modelo de turismo es probable que generes menos retorno que otro más pensado, que no sea el mero azar que genera algo parecido a un modelo.

G.C. La cuestión es que hemos separado la discusión de la cultura en planos diferentes: el del derecho y el de la industria. Debemos encontrar el punto intermedio. Ni la cultura debe ser sólo un derecho (y subvencionado), ni sólo un producto rentable.

P. ¿Cuál es la mayor amenaza que tiene la cultura española?

G.C. Posiblemente, la introducción de monopolios culturales, la desertización del espacio cultural, la idea de cultura como marco liberal que ha sido lo hegemónico.

J.L. Sin olvidar la conversión de la cultura en un reducto elitista que desprecia todo lo que se produce fuera de ella y que hay que defender casi místicamente. Esa cultura que considera que todo lo que no tiene un grado de elaboración, aunque sea cosmética, no es cultura, sino ocio. Genera un alejamiento de la cultura con la sociedad, sino de la sociedad con su propia producción cultural.

G.C. Hay que romper con la hipsterización de la cultura, la cultura como distinción. Es algo que se ha agudizado.

J.L. En España sólo ha habido un intento de señalar una hegemonía al margen de los partidos, que es la Cultura de la Transición y que ahora se resquebraja. No hay mitos culturales compartidos. No hay una cultura al margen de lo político.

P. La cultura también se ha empleado como herramienta para dar visibilidad al país en el exterior, ¿mantendrán esta política?

G.C. Sí, pero desde otras claves. Ha habido proyectos megalómanos como la SEACEX, que han gastado un presupuesto impresionante. Efectivamente, debe haber una política que hable de las virtudes y de la tradición cultural en el exterior, pero desde el sentido común.

P. ¿Cuál es el sentido común?

G.C. Bueno, lejos de estas iniciativas megalómanas, que no son más que fetiches propagandísticos orientados a defender un modelo político. La cultura ha estado sometida a otra cosa, ha sido un instrumento y una herramienta para otra cosa. Siempre ha estado subordinada a los intereses de turno. Creo que la Cultura de la Transición se ha caracterizado por un repliegue de los valores de la izquierda, el PSOE se vendió desde el principio a los valores del mercado, no ha habido una cultura desde el sentido popular. Eso ha abonado el camino al PP.

G.C. Es difícil definir qué es Cultura de la Transición, pero sólo se subvencionaba a aquellos músicos, escritores, escultores, cineastas, que proponían una intervención profundamente aconflictiva, siempre procurando generar consenso y contemplativa, sin cuestionar nada. Por eso la continuidad cultural entre el PSOE y el PP es mucho mayor de lo que parece, porque se reivindica un modelo políticamente neutro que no genera conflicto, y hay que recordar que la unidad sólo se genera con diferencias. Miedo a que cualquier producción cultural pudiera afectar a la imagen de estabilidad, orden y progreso. El Estado ahora debe incentivar y retirarse al tiempo.

P. ¿Qué les parece la inversión actual en cultura de los PPGG? ¿Son partidarios de incrementarla?

G.C. Es escasísima. Nos parece una cantidad ridícula teniendo en cuenta la importancia de la cultura. Hay que justificar un presupuesto demostrando que la cultura es rentable desde otros puntos de vista. Se ha entendido la cultura como la figurita de Lladró, una idea tan conservadora.

P. El cine está pendiente de una Ley que mejore su desarrollo, que se ha prometido desde hace años y no llega, ¿cómo sería la Ley del Cine de Podemos?

J.L. No podemos hacer lo que ha hecho Wert en algo reversible, no podemos volver a lo que había antes de él. Un modelo en el que hay películas subvencionadas que ni siquiera se estrenan; ni al modelo del retorno de la taquilla, en la que una parte del sector hace prácticas poco limpias. Todas las leyes que han propuesto el PSOE y el PP están dirigidas a los intereses de unsector que no ha sabido adaptarse a una nueva realidad que a entender esa nueva realidad. Es decir, como la prensa no ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías, pues te aplico un canon y que pague Google.

G.C. La defensa del cine español no es sólo la defensa de la rentabilidad del cine español, sino la defensa de la singularidad cultural de España frente a un proceso de homogeneización cultural. Hay que tomar nota del modelo francés a la resistencia de la homogeneización del cine norteamericano, sin despreciar a este cine. Nos estamos jugando algo mucho más importante que la rentabilidad de un producto cultural.

P. ¿Cómo hará Podemos la compensación por copia privada de los derechos por propiedad intelectual?

J.L. Hay que aclarar que acceso libre a la cultura no significa gratuidad. Hay que plantearse cómo permitir una difusión de la cultura lo más amplia posible y, al tiempo, pensar en modelos de ingresos de los productores culturales. Parte del problema es la definición de “propiedad intelectual”. ¿Qué es? La producción es privada y pública, y el creador no sé di tiene que cobrar por ejecutarla o sólo por haberla compuesto… La remuneración cultural es diferente a los espacios industriales: nadie cobra por el producto de su trabajo, sino por su trabajo. En la cultura hay una defensa a vivir de los productos de tu trabajo de por vida y no del tiempo de tu trabajo. Esto hay que cuestionarlo, como ocurre en Francia con “los intermitentes”: para que haya obras culturales pago a la gente en el tiempo en que las está produciendo, no en función de lo que produzca. Hay que buscar un pago equitativo.

P. ¿Entonces, los intermediarios, las sociedades de gestión de derechos?

G.C. Creo que habría que reducir los intermediarios en la medida de lo posible.

P. No sé si esto va a tranquilizar mucho al sector…

J.L. Hay que abrir el debate, que está cerrado por la gente a la que le ha funcionado.

P. Las empresas del sector aseguran que están perdiendo mucho dinero por la piratería, ¿qué medidas tienen previstas?

G.C. Desde luego, la cuestión de la propiedad intelectual debe ser sometida a un debate mucho más amplio del que se ha tenido. Hay que tener en cuenta que las medidas orientadas a detener eso es poner puertas al campo.

J.L. La piratería, como editor, me afecta. Estoy a favor de que se vigile y se regule, pero la piratería es un síntoma no el problema. Un problema que a su vez es bello, porque hay mucha gente dispuesta a consumir cultura. Es preocupante desde un punto de vista empresarial, pero sano desde un punto de vista social. ¿Qué hacemos? Para empezar no negar la realidad. Hay gente que está dispuesta a saltarse leyes, si las hubiera. Pero, además, me parece una locura que el modelo digital no se haya desarrollado todavía. En cine, tenemos Filmin y ya me parece muy escaso.

G.C. ¿Qué sería de esa generación sin dinero para consumir en cultura si esos contenidos no fueran libres? Estaríamos mucho más empobrecidos culturalmente.

P. ¿Cómo se va a cambiar ese modelo, lo que proponen es algo muy profundo?

J.L. Hasta el momento no hemos tenido modelo, repito. Ha habido unas prácticas que han generado inercias de gastos, que siempre han llevado a la cultura como espectáculo faraónico, que margina a la cultura popular (la que surge de iniciativa popular). Con técnicos del Ayuntamiento de Madrid que hemos hablado nos han dibujado una escena de puro narcisismo político, en la que se gastaba para ser más que la Comunidad. Se trata de crear un modelo.

G.C. Los técnicos nos han hablado de la lógica oportunista que utiliza todos esos modelos. Eso debe cambiar. No se trata de pensar otro modelo que cambie por completo lo que hay.

J.L. Todos esos técnicos nos dicen que nunca se han reunido con los miembros de los grupos políticos. Nunca.

P. Por cierto, ¿alguna mujer en Cultura de Podemos?

G.C. Hay muchas. En el consejo ciudadano hay paridad. En Cultura hay muchas.

J.L. Estamos aquí nosotros, pero podría haber venido Ana, Vanesa, Jazmín…

G.C. De todas maneras, estamos solucionando eso. Podemos tiene un origen machoálfico.

J.L. Como la sociedad española… Es el reto del partido, que debe conectar y hacer pedagogía.

G.C. Van a salir más portavoces femeninos a partir de ahora.

La cita con el futuro es en la galería Casa sin fin, en el madrileño barrio de Lavapiés, regentada por Julián Rodríguez, a su vez editor de Periférica. Podría ser uno de los lugares más cercanos al modelo cultural que propone Podemos: independiente, sostenible, crítico, comprometido, activo. Son términos que se van desgranando en la conversación con el profesor universitario Germán Cano y el editor Jorge Lago, en estos momentos las voces oficiosas de la cultura del nuevo partido. Aclaran que hasta diciembre, después de las votaciones, no quedará constituido el consejo ciudadano del área de cultura.

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