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Una diminuta isla llamada Barcelona
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la ciudad ante la gran guerra, en la Joan Miró

Una diminuta isla llamada Barcelona

Europa se desangra y Barcelona se moderniza. Primera Guerra Mundial, cataclismo de fuego y metralla, orígenes del siglo XX y despedida del XIX. España vive a

Foto: Josep Brangulí: vista nocturna del monumento a Cristóbal Colón, 1910-1919
Josep Brangulí: vista nocturna del monumento a Cristóbal Colón, 1910-1919

Europa se desangra y Barcelona se moderniza. Primera Guerra Mundial, cataclismo de fuego y metralla, orígenes del siglo XX y despedida del XIX. España vive a espaldas del conflicto y la ciudad catalana aprovecha la contienda para enriquecerse económica y culturalmente. Esta parece ser la tesis de la exposición Barcelona. Zona neutral 1914-1918, que subraya el hecho de que sus "procesos de modernización estaban muy ligados a Francia". París, la cuna del progreso y, como se especifica, la única salida intelectual de la sociedad barcelonesa dominada por la burguesía y el placer del ocio. En Europa bayonetas, en Barcelona vermut.

"Para muchos catalanes Francia era como una segunda patria cultural. "Madre espiritual" de la que de forma "natural y voluntaria" hemos recibido "toda nuestra cultura", recalcaba en un editorial, poco después del inicio de la guerra, la Revista Nova", explican los comisarios de la muestra Fèlix Fanés y Joan M. Miguet, que se inaugura en la Fundación Joan Miró (patrocinada por la Fundación BBVA).

La capital francesa era un "centro de peregrinación". "Multitud de pintores y escultores catalanes fueron hasta allí para probar fortuna", hasta que estalla la guerra y los artistas se unen a la legión de fugitivos que abandonan la ciudad y se establecen de nuevo en Barcelona. Los dos comisarios han puesto la atención y la intención en el detalle de una ciudad durante cuatro años decisivos para Europa.

El resultado es una Barcelona aislada, una excepción cultural y ajena a todo lo que no sean sus propios conflictos. Básicamente, los enfrentamientos entre los nuevos ricos y la clase proletaria, por el reconocimiento de los derechos laborales, que dos décadas más tarde desembocará en la revolución obrera y la toma de las fábricas. Pero eso es otra historia que aquí tampoco se toca.

Ambición local

Los comisarios comparan el cambio de siglo que sucede en Europa, con el tránsito hacia la modernidad en la Barcelona industrializada. En nueve salas,casi 500 piezas cedidas por más de 90 colecciones privadas, desde las bellas artes y las decorativas, de la pintura a la publicidad. Lo mejor de la exposición es la labor de documentación,el proceso de archivo, lo que no vemos. Lo peor de la exposición, el resultado,la falta de ambición de lo que vemos.

Tal y como reconoce Fèlix Fanés, la muestra tiene un libro de cabecera, las memorias de Josep María de Sagarra, de las que destaca una frase como leit motiv museográfico: "En aquellos años Barcelona liquida su siglo XIX". Y subraya el pronombre posesivo, porque cada ciudad y país tiene su tránsito, pero en estas salas sólo veremos los de Barcelona. Quizá sea esa la razón de la languidez científica de la propuesta.

Con la excusa de que la primera guerra mundial es una guerra industrial y, al tiempo, "la primera guerra fotográfica", de que todas las tensiones políticas, obreras y culturales del momento tienen su reflejo en todos los formatos visuales (foto, ilustración, revistas, postales, carteles, dibujos...), los comisarios centran su discurso, exclusivamente, en "el festival de la visualidad".

El agotamiento visual

Es en la degeneración de la tradición historiográfica donde encontramoslo más interesante-es más muestra sociológica que artística-, perose agota en el reflejo literal de Barcelonade aquellos años. Es muy llamativo que una institución como la Fundación Joan Miró, con la capacidad para recopilar magníficas piezas y estructurar discursos notables en sus temporales, no tenga unasmiras mucho más amplias, en este caso, que las de un mero centro cultural.

Y a pesar de todo, el montaje se arriesga en algunos de sus planteamientos, como la recreación de un mosaico crudo y cruel de la Gran Guerra -gracias a los fondos del Museo de Historia contemporánea de París-; una significativa reivindicación del dibujo en todos sus géneros -desde la caricatura al paisaje-, entre los que sobresalen los ejemplos de Picarol, APA y Passarell; el apoyo en la fotografía -Brangulí en esencia- como base documental sociológica; y, sobre todo, la fijación por la recuperación de materiales tan populares y decisivos como defenestrados por la academia. El broche lo pone Charles Chaplin, en homenaje al cine y la cultura de "lo visible" que emerge en todo el mundo al finalizar la Gran Masacre.

Europa se desangra y Barcelona se moderniza. Primera Guerra Mundial, cataclismo de fuego y metralla, orígenes del siglo XX y despedida del XIX. España vive a espaldas del conflicto y la ciudad catalana aprovecha la contienda para enriquecerse económica y culturalmente. Esta parece ser la tesis de la exposición Barcelona. Zona neutral 1914-1918, que subraya el hecho de que sus "procesos de modernización estaban muy ligados a Francia". París, la cuna del progreso y, como se especifica, la única salida intelectual de la sociedad barcelonesa dominada por la burguesía y el placer del ocio. En Europa bayonetas, en Barcelona vermut.

Fotografía Pintura Primera Guerra Mundial
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