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Si eres mujer, sigue soñando
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Marta Soul retrata la frustración femenina

Si eres mujer, sigue soñando

Hubo una vez que el poder redentor de la imagen quedó invalidado, que se abandonaron las trincheras y el dolor, que se comprendió que la honestidad

Hubo una vez que el poder redentor de la imagen quedó invalidado, que se abandonaron las trincheras y el dolor, que se comprendió que la honestidad era superior a la verdad y el relato al acontecimiento. Hubo una vez que la fotografía quedó liberada de la obligación del testimonio. Un tiempo en el que al otro lado del visor apareció la intimidad y se esfumó la inmediatez. Ya no importaban sólo las noticias. El día que parte de la fotografía se independizó del cierre de las rotativas, empezó a mirar sin prisa y vio problemas, con nombres y apellidos, que había que documentar. Como la imposibilidad de la mujer por cumplir con sus sueños en una sociedad machista.

Marta Soul (Madrid, 1973) recorre la intimidad de la frustración femenina, incapaz de alcanzar sus metas vitales -que ahora ya son exclusivamente laborales-, en un conjunto donde aparece el arquetipo de la mujer añorando desarrollarse en el ámbito de la tecnología, el arte, la ciencia, la industria, la moda, la política, los negocios, la educación, el diseño y las comunicaciones. Cada categoría laboral inalcanzable es representada por un retrato en el que ellas se muestran como profesionales incuestionables y cualificadas. Un sueño, la realidad es la pesadilla.

En la galería de La Fábrica (Madrid), resume el trayecto que hay entre el éxito y el fracaso. Un duro camino que se prolonga toda una vida, y finaliza el último día. Entre medias, el deseo y su satisfacción. No hay rescate, sólo naufragio. Marta abre heridas que no están curadas, aunque nadie hable de ellas, y señala dónde está la infección. A su manera, claro. Sin grandes dramas, aunque con mucho teatro.

“A finales de 2012 empecé a pensar en el éxito laboral femenino y la dificultad de alcanzarlo comparado con los hombres. La serie tomó forma en mujeres en busca de trabajos ideales, que hablaran de la realización personal”, por eso aclara la fotógrafa que no se trata de recrear cualquier trabajo. “Temía vincular esta serie con el dramatismo. No quiero marcar las emociones, ni servir en bandeja las conclusiones al espectador. A pesar de su tono artificial, no creo que sea un trabajo complaciente”, añade.

Estética social

Su compromiso es social, pero no estético. Ha seleccionado los modelos de soñadoras, las ha vestido y enmarcado en un decorado perfecto. Irreal. “Son situaciones artificiales. Remarco en mis fotos la artificialidad, no me gusta la naturalidad”, quizá porque la naturalidad sea una pose. Y la pose, lo más natural. Todas ellas ocultan la mirada, giran la cabeza. Todas, uniformadas, invadidas. Sabemos que son las representaciones de un problema, no el testimonio de vidas en conflicto. La validez de la denuncia no depende del disfraz.

Revisar la España que está en manos de los demás supone enseñar lo que no se quiere ni se puede soportar, lo que no está en boca de todos. Marta Soul se ha limitado a incumplir con lo predecible. De hecho, subraya que este trabajo sobre el desempleo y el fracaso laboral-vital tiene mucho que ver con otro que llevó a cabo con mujeres inmigrantes, titulado Wellhome.

Si ahora expone mujeres españolas soñando con un estatus laboral para realizarse como persona, en aquel las mujeres desplazadas aparecían en interiores acomodados, con los vestidos, peinados que eliminaban cualquier rastro de violencia social o política. De nuevo, a la luz los comportamientos estereotipados que acaban con la identidad de las personas. La apariencia oculta la vergüenza de la verdad.

Hubo una vez que el poder redentor de la imagen quedó invalidado, que se abandonaron las trincheras y el dolor, que se comprendió que la honestidad era superior a la verdad y el relato al acontecimiento. Hubo una vez que la fotografía quedó liberada de la obligación del testimonio. Un tiempo en el que al otro lado del visor apareció la intimidad y se esfumó la inmediatez. Ya no importaban sólo las noticias. El día que parte de la fotografía se independizó del cierre de las rotativas, empezó a mirar sin prisa y vio problemas, con nombres y apellidos, que había que documentar. Como la imposibilidad de la mujer por cumplir con sus sueños en una sociedad machista.

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