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¿Quién se acuerda de Zurbarán?
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350 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO, EN SILENCIO

¿Quién se acuerda de Zurbarán?

Una fecha significativa para el resto de Europa, que homenajea, con dos importantes exposiciones y descubrimientos, los 350 años de la muerte del pintor

Foto: El famoso 'Agnus Dei' de Zurbarán, que El Prado compró en 1905 a la marquesa del Socorro.
El famoso 'Agnus Dei' de Zurbarán, que El Prado compró en 1905 a la marquesa del Socorro.

Hoy se cumplen 350 años de la muerte de Francisco Zurbarán (1598-1664). Nadie en la sala, silencio absoluto. “El año del Greco lo ha oscurecido todo”, explica a este periódico el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, Antonio Bonet Correa. Es posible que para las efemérides políticas cuatro siglos sean más importantes que tres y medio, y que la Fundación que ha aprovechado la muerte del griego (1541-1614) se merezca toda la carne del asador (la que quede).

Nadie ha recordado al pintor barroco con una investigación, una exposición o una exposición que pretenda investigar sobre la vida y la obra del artista de origen extremeño y fama andaluza. Ni siquiera sus provincias han sacado las banderas para reclamar una mijita de propaganda entre el fulminante brillo cretense: el Museo de Bellas Artes de Sevilla organizó hace 16 años la última retrospectiva importante en España y con eso se ha dado por satisfecho.

El desierto crece y sube hasta Extremadura, donde también han dejado la pomada artística de 2014 a Toledo. La sarcástica y caprichosa casualidad ha hecho coincidir el No-Aniversario con el anuncio de sus medallas al mérito extremeño: una para el expresidente Adolfo Suárez y otra a Robe Iniesta (líder de Extremoduro), que premian a quienes “promueven los principios y valores ligados a la sociedad extremeña”, como “la solidaridad” y “la superación de las diferencias”.

El Louvre programa

Tampoco las cuatro instituciones que conservan el mayor número de obras que se salvaron del insaciable expolio del siglo XIX han movido un dedo. Ni el Museo de Bellas Artes de Sevilla, ni el de Cádiz, ni el Museo del Prado, ni el organismo que preside Bonet Correa, quien apunta que el Museo del Louvre ya ha pedido a la Academia de Bellas Artes parte del nutrido grupo de zurbaranes en su colección, para montar una gran exposición antológica sobre el pintor en 2017.

La especialista francesa Odile Delenda, responsable del catálogo razonado de Zurbarán publicado en el Wildenstein Institute de París, es la única que no olvida. “Bueno, silencio completo no, porque me han hecho hija adoptiva de Fuente de Cantos [lugar de nacimiento de Zurbarán] y habrá un coloquio en el pueblo… Vaya, en realidad, ha habido más interés fuera que en España”, reconoce Delenda por teléfono desde su casa, en Francia.

Cuenta la historiadora que “el mundillo del arte” ha recuperado a Zurbarán tras la aparición, a finales de 2010, del segundo volumen de su catálogo: “Desde entonces, sus obras no han parado de moverse internacionalmente”, se refiere a sendas exposiciones este año en Bruselas y Ferrara, donde se han adelantado los hallazgos de sus investigaciones, que ella misma mostrará la temporada que viene en el Museo Thyssen, un año después del centenario.También irá a Düsseldorf.

Van Rompuy ama a Zurbarán

Hasta el propio presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, aparcó sus recetas económicas por unas horas y se acercó a la inauguración de la muestra en el palacio de Bellas Artes de Bruselas, donde elogió la obra del pintor y resaltó su maestría en el uso del color, su relación con el misticismo de santa Teresa y el catolicismo español de la Contrarreforma.

La exposición contaba con el asesoramiento del director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, que no ha incluido en su programación de 2014 ni 2015 la muestra en el museo que representa. De hecho, hace 26 años que no se organiza una investigación sobre el pintor barroco en El Prado (la temporal Las doce tribus de Israel, de 1995, no entra en estos términos).

En el catálogo de aquella lejana temporal de 1988, el entonces director, Alfonso Pérez Sánchez, contaba que la estimación del pintor había crecido en los últimos años de una manera excepcional –debido a la atracción por la realidad más concreta y la “vehemencia” por lo sobrenatural-, dejando su nombre entre los más altos de la historia del arte español. “Cediendo apenas ante los Goya y Velázquez, e igualando –cosa hace pocos años casi inconcebible- al del Greco”.

Casi tres décadas después de aquella cita, la profesora Delenda ha dejado las antiguas atribuciones, que ascendían a cerca del millar de obras, en poco más de 300 adjudicaciones. Eso ha sido posible investigando la obra del taller, para apartar lo que es mano del maestro de sus empleados.

“Quería separar la obra del pintor de lo que son sus seguidores. Por eso habrá toda una sala en el Thyssen dedicada a ellos, con nombres y apellidos: los hermanos Polanco o Bartolomé Ayala, entre otros. Son pintores con mucho interés, hasta el momento se pensaba que sus obras eran de Zurbarán, lo que demuestra la calidad de sus pinturas”, cuenta a El Confidencial.

En el Thyssen también se verán las obras de su hijo Juan, a quien Delenda ha concedido más de una veintena de cuadros. “Quiero enseñar las obras de Zurbarán que he encontrado en esta última década y que nunca se han visto en España”, añade. Todo apunta a que la especialista francesa romperá con los engaños a los que tiene acostumbrado este museo en sus títulos y propaganda, y ser realmente “una nueva mirada”.

Un pintor desconocido

Delenda asegura que Zurbarán no es conocido más allá de los Pirineos porque su obra está muy repartida, fruto del salvaje expolio, principalmente, francés. El reconocimiento del pintor llegó gracias a la desamortización de Mendizábal y la posterior fuga de obras que colmó la Galería Española de Luis Felipe, un apartado en el Louvre con nada menos que 453 obras de pintura española, que el monarca sacó a la fuerza y a bajo coste.

El éxito de la galería, instalada durante dos antes de su venta y diáspora, fue tal que el reconocido historiador Juan Antonio Gaya Nuño, escribió -en un arranque muy torero- que “de aquí nació la escuela naturalista, como de sus restos habría de nacer el Impresionismo”. Mucho más afilado se presenta al señalar, también en 1955, que “esta es la historia triste de nuestra codicia pequeñita, de nuestra dejadez y de nuestro despilfarro”. De esta guisa se refiere a esa “multitudinaria embajada española” que forma la dispersión del patrimonio español por todo el planeta.

En contra de esta visión, Benito Navarrete, comisario de la exposición Santas de Zurbarán. Devoción y Persuasión, indica que el pintor es uno de los artistas que más se han estudiado en los últimos años, y que “debe ser abordado con otros ojos”. Eso hizo al invitar a los diseñadores Agatha Ruiz de la Prada, Elyo Berhannyer, Duyos, Modesto Lomba, entre otros, a que interpretaran los vestidos de las santas.

Odile Delenda cuenta, y coincide con Antonio Bonet Correa, que Zurbarán cae en el olvido hasta que lo rescatan, a principios de siglo XX, Picasso, Juan Gris o Sorolla. Navarrete piensa que Zurbarán ha aportado a la pintura española “la mejor imagen de la santidad”, porque supo ser “fiel intérprete de la Contrarreforma”.

El Greco no fue tan sumiso a las exigencias iconográficas de sus clientes eclesiásticos, pero como señala Navarrete, ambos tienen una cosa en común: “Crearon una fábrica de santos para ganar dinero. Los dos se hicieron ricos fabricando y seriando imágenes de santidad. Zurbarán para el Nuevo Mundo y El Greco para Toledo”.

Hoy se cumplen 350 años de la muerte de Francisco Zurbarán (1598-1664). Nadie en la sala, silencio absoluto. “El año del Greco lo ha oscurecido todo”, explica a este periódico el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, Antonio Bonet Correa. Es posible que para las efemérides políticas cuatro siglos sean más importantes que tres y medio, y que la Fundación que ha aprovechado la muerte del griego (1541-1614) se merezca toda la carne del asador (la que quede).

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