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El Brujo: “San Juan de la Cruz y Chiquito de la Calzada son la poesía del pueblo”
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el actor montará cuatro monólogos en un mes

El Brujo: “San Juan de la Cruz y Chiquito de la Calzada son la poesía del pueblo”

Atención. Sube a las tablas un hombre antiguo, que habla de nuestros días utilizando a los poetas místicos de hace siglos y sacude a diestro y

Foto: Rafael Álvarez en un momento de la representación. (Fotografías: Daniel Muñoz)
Rafael Álvarez en un momento de la representación. (Fotografías: Daniel Muñoz)

Atención. Sube a las tablas un hombre antiguo, que habla de nuestros días utilizando a los poetas místicos de hace siglos y sacude a diestro y siniestro, con varias obras, que arrastra desde hace una década y a las que les da la vuelta cada vez que las vuelve a poner en marcha. Porque cada noche él es otro y la identidad, ya se sabe, es una cuestión de días. Quien haya pasado a ver alguna vez a Rafael Álvarez ‘el brujo’ (Lucena, Córdoba, 1950) habrá visto cómo las funciones respiran por donde su humor le deja y no por ser cómico uno tiene siempre buen café. Para nada. El bufón no se dedica a agradarle a domicilio la vida al personal con un chiste.

Para eso está El club de la comedia, que es la moda, aunque el brujo ponga tierra, cal y azufre de por medio con las ocurrencias de Eva Hache y sus invitados. “Cuando un actor lleva casi cuarenta años, sube a un escenario y habla no es lo mismo que lo haga la chica esa de La Sexta”, contaba ayer en el Teatro Cofidis, en Madrid, donde montará del 14 de agosto al 21 de septiembre Mujeres de Shakespeare, Francisco, juglar de Dios, El evangelio de san Juan y la de nueva creación La luz oscura de la fe. El teatro que ahora tiene nombre de seguro de vida antes era conocido como Teatro Alcázar y recibió varias temporadas del dichoso programa.

Vídeo:El Brujo habla con 'El Confidencial'

“La comedia se ha convertido en un instrumento de yo más listo que tú. Eso no es comedia, eso es una exhibición narcisista de chico de discoteca que se muestra a los de su pandilla como el más ingenioso”, dice a El Confidencial. “Wyoming ha sido quien ha inaugurado el estilo soy el más listo que nadie en la comedia. Y antes los cómicos eran los más tontos”.

¿Y cuál era su responsabilidad? “Está claro, la comedia es una cosa terapéutica: la gente ríe y con la risa te renuevas. La risa saca lo peor y lo mejor de uno mismo. La responsabilidad del cómico es la dirección que le da a la comedia”, explica sobre la intención. Recuerda la película El hombre elefante para señalar que reírse de la desgracia envilece. Afortunadamente, hay otra que ennoblece al hombre. “Eso es una importante responsabilidad de los que movilizamos palabras, gestos, parodias e imitaciones para provocar la risa en los demás”.

El 'finstro' y otros monstruos

Risa sencilla y bondadosa, que evita hacer leña del árbol caído y no caer en la herida fácil. Sin embargo, hay días que la actualidad se lo pone difícil y termina haciendo parada en la parodia de algunos monstruos de este país cómico. “Me gusta la mezcla de elementos de la poesía de san Juan de la Cruz y Chiquito de la Calzada. Dicho así parece chocante, pero lo popular bondadoso es el punto en común. La poesía de san Juan es una elaboración de la poesía popular. Ahí la sencillez y bondad, que coincide con el humor de Chiquito”, explica. Y remata por si no ha quedado claro: “San Juan de la CruzyChiquito de la Calzadason la poesía del pueblo”.

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Con su retahíla y muestrario de gestos, de saltos y voces desvela la verdad, ácida. Un repertorio múltiple concentrado en una sola persona que va de aquí allá divulgando la belleza “en tiempos de fealdad”, donde quien no manga, defrauda. Así como los pintores humanizaban a los dioses para que el espectador se los creyera en el Siglo de Oro español, el cómico hace carne su ocurrencia para que el que escucha sufra un ataque de iluminación. Si es con risa, mejor.

Antes, antes, antes… El brujo vive atrapado en el pretérito. El teatro es una cosa rara, dice, “es arqueología”. “Antes el teatro era el medio de comunicación de masas, ahora el pueblo respira viendo Sálvame”. Antes, la comedia estaba “enraizada en la tradición del clown, de Chaplin, de Buster Keaton”. Antes, “la comedia era una reflexión sobre la propia fragilidad”. Por eso, “Robin Williams tenía esa mirada de niño grande perdido en el mundo”. Antes, “los bufones actuaban con disparates filosóficos”.

Parece convincente cuando dice que no quiere molestar, porque se le queda mal cuerpo. Al segundo, como desdiciéndose o no, suelta una de las suyas: “Esta política socialista intervencionista que mantiene Rajoy es una interferencia. El Estado no debe intervenir y poner un IVA tan jodido al teatro y dejárselo al 10% al fútbol. Ahí soy liberal. Lo mejor sería que no hubiera Ministro de Cultura, pero como sigue ahí estamos jodidos”.

Atención. Sube a las tablas un hombre antiguo, que habla de nuestros días utilizando a los poetas místicos de hace siglos y sacude a diestro y siniestro, con varias obras, que arrastra desde hace una década y a las que les da la vuelta cada vez que las vuelve a poner en marcha. Porque cada noche él es otro y la identidad, ya se sabe, es una cuestión de días. Quien haya pasado a ver alguna vez a Rafael Álvarez ‘el brujo’ (Lucena, Córdoba, 1950) habrá visto cómo las funciones respiran por donde su humor le deja y no por ser cómico uno tiene siempre buen café. Para nada. El bufón no se dedica a agradarle a domicilio la vida al personal con un chiste.

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