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Neil Gaiman: "La imaginación sirve para luchar contra lo establecido"
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el autor presenta en españa su nueva novela

Neil Gaiman: "La imaginación sirve para luchar contra lo establecido"

El creador de Sandman, Neil Gaiman, visita España para presentar su nueva novela 'El océano al final del camino', donde fusiona autobiografía y fantasía

Foto: El autor Neil Gaiman (Fotografía de Kimberly Butler)
El autor Neil Gaiman (Fotografía de Kimberly Butler)

Neil Gaiman se sienta en la mesa de la librería barcelonesa Gigamesh flanqueado por dos troquelados a tamaño natural del Doctor Who. Vestido de negro, con barba de dos días y pelo desordenado, modelo liquen canoso, él podría encarnarlo, si no fuera porque ya hace mucho escribió un par de capítulos de la serie.

Decenas de fans esperan fuera, bajo la lluvia. El creador de Sandman se ha traído de Gran Bretaña (nació en Portchester en 1960) un cielo color mercurio y unas ojeras considerables, con las que intentará negociar armado con el té rojo que acaba de pedir. Ayer ofreció ‘Una velada con Neil Gaiman’ en el CCCB, en el marco de la programación regular del festival Kosmópolis.

Durate esa charla, una fan llamada Sabrina Rodríguez escribió por Twitter a la esposa de uno de los escritores de literatura fantástica más influyentes del momento: "Tu marido es increíble y dice cosas preciosas sobre ti". La esposa, desde Nueva York, le contestó: "Si lo ves, por favor, dale un abrazo". La fan española hizo la cola, le contó el intercambio a Gaiman, se fotografió abrazándolo y le mandó la foto a su esposa. Ella tuiteó segundos después: "Gracias a Sabrina Rodríguez de Barcelona por entregarle esto (el abrazo) a Neil gayman. Twitter = Servicio mundial de entrega de abrazos".

Explicar todo esto no tendría demasiado sentido si no fuera porque la esposa se llama Amanda Palmer y su labor como música y performer ha colocado en el casillero de sus seguidores a más de un millón. O porque Gaiman tiene casi dos millones, en un empate técnico con J. K. Rowling y sólo por detrás del mesías new age Paulo Coelho. O porque este tipo que empezó haciendo entrevistas y que ha vito como hasta Homer Simpson (en un capítulo en el que aparecía y para el que prestó su voz) lo definía como "El rey de la novela fantástica de nuestro tiempo", contesta continuamente a sus fans en esa red social y mantiene activo un blog en el que intenta narrar en qué consiste el día a día de ser Neil Gaiman. O porque esta confesión en streaming de su propia vida se ha colado, sin él quererlo, en El océano al final del camino, su primera novela para adultos (si es que esa distinción existe) en cinco años.

Una novela que habla de un niño que en su cumpleaños recibe una tarta con un libro de chocolate (ni un balón de fútbol, ni una nave espacial) y a cuya fiesta no va ni un solo amigo, un niño lúcido hasta la paranoia pero asustado con los monstruos de la edad adulta que afirma: "Cuando leía, nada me daba miedo: estaba muy lejos, en el antiguo Egipto, descubriendo quién era Hathor y leyendo cómo había acechado Egipto bajo la forma de una leona". Es decir, Neil Gaiman narrando la infancia de Nail Gaiman sin demasiado pudor: " Si supiera que iba a escribir algo autobiográfico nunca lo habría hecho, me habría dado mucha vergüenza", explica.

"Pero todo surge de que mi esposa estaba en Australia haciendo un disco, y yo la echaba muchísimo de menos. Así que pensé en regalarle algo y sabía que una historia duraría mucho más que las flores... Empecé a escribir un cuento, pero fue creciendo y cuando volvió y estaba mezclando el disco, conté las palabras y me percaté que realmente era una novela. Fue fácil porque nunca supe qué estaba escribiendo. No sabía que le estaba explicando mi niñez a mi esposa". Ahora se entiende la escena del Twitter y, de paso, la alta carga emocional de El océano al final del camino, editado en España por Roca Editorial.

El estanque de las ideas

En la novela, un cuarentón en horas bajas regresa a Sussex, la zona rural donde creció. Al principio no recuerda nada, pero a medida que pasea por el paisaje de su niñez empieza a recordar acontecimientos y personas: como aquel vecino minero de ópalo que atropelló a su gato y se suicidó dentro de un Mini Blanco, o aquellas tres generaciones de vecinas (abuela, madre y niña, poco mayor que él) que le salvaron la vida cuando empezaron a despertar poderes enigmáticos y oscuros, o aquella casa en la que una falsa institutriz era un monstruo que lo enviaba al desván a él mientras empujaba a su padre al adulterio. Esto es, la fabulación de todos los miedos adultos que descubre por primera vez un niño.

Decía Giani Rodari que el recuerdo a veces se dispara por las palabras. Y que esa palabra es como una piedra tirada a un estanque: cae en el centro, pero crece en círculos concéntricos y lo alborota entero y con ese movimiento alcanza el pasado. Cerca de su casa había un estanque, que para su amiga y salvadora Lettie era un océano (su padre se lo desmentía). Una niña que le aclara que los monstruos son monstruos precisamente porque tienen miedo y que los adultos, en realidad, no existen porque aún son niños viejos ("No hay uno en todo el mundo", le chiva).

Gaiman, como un niño jugando, emula voces de niños y de monstruos en sus respuestas. Como cuando responde por qué napias escribe si es ya millonario gracias al éxito de Sandman y también de novelas como American Gods (adaptada ahora por la HBO gracias a su principal fan, Tom Hanks, que se estrenará en breve): "Bueno, tengo amigos que si un día no escriben el mundo se vuelve un lugar oscuro para ellos. Amigos como Stephen King o Terry Pratcher me explican que si pasan unas horas lejos de su teclado, sus demonios salen de debajo de la alfombra y trepan por las paredes", apunta, gesticulando, después del sorbo de té rojo.

Neil Gaiman tiene ahora menos sueños, pero los sueños siguen tienen un papel crucial tanto en esta última novela como en la serie de Sandman, que ahora, después de muchos años, está retomando. "Son lógicas diferentes. Eso lo sabe cualquier que ha intentado explicar un sueño a alguien en un desayuno. Si empieza a hablar de puertas que abren y llevan a traumas o recuerdos verá como al otro se le nubla la vista y se aburre. Lo que yo hago, sin embargo, es narrar. Pero coger de lo que no es real conceptos, ideas e imágenes para iluminar lo que sí lo es".

Un autor obsesionado por los sueños en un momento en el que la idea de sueño, o de utopía, parece resucitar de entre el cementerio de conceptos en desuso. La literatura fantástica como arma para interpretar el presente, avisar de futuros distópicos y ofrecer, incluso, futuros alternativos. "La clave para el mundo en que vivimos es la imaginación, es nuestra herramienta más importante. Todo el mundo que descarta la imaginación se está volviendo menos humano", explica.

"Todo lo que vemos: paredes, libros, suelo, este micrófono empieza porque alguien en algún momento decidió llevar a cabo un pensamiento. Así que, por supuesto, también todo sistema político que tenemos ha sido imaginado, cada una de sus mutaciones perversas también ha salido de la mente de alguien que luego ha infectado mucho. Para repararlo, se lucha con imaginación. Si no abrazamos nuestra imaginación y la alentamos en los jóvenes, estamos haciendo un flaco favor a la humanidad".

Neil Gaiman vs. Neil Gaiman

Neil Gaiman es uno de esos extraños autores que, hablando de sueños, los ha cumplido todos. "Era fan de Doctor Who desde los tres años y lo fui". También escribió uno de los personajes de cómic más fundamentales de la historia de esa disciplina, que en ocasiones ha definido como la que más le atraía: "Cuando tenía 25 años miraba las novelas escritas de los últimos 3.000 años y pensaba que era difícil igualar muchísimos hitos. En cambio, con el cómic era diferente: solo tenía cien años de historia. Así que me planteé escribir algo que nadie hubiera hecho porque era un territorio virgen. Fue salvajemente excitante, de algún modo era como convertirse en los Beatles del tebeo: con éxito masivo y la posibilidad de innovar todo el rato".

¿Y ahora? "Es interesante volver a los cómics... Adoro escribir nuevas historias, pero no es aquel nuevo territorio donde yo estoy con un machete abriendo caminos. Ahora es más bien un jardín bien cultivado, donde incluso han abierto carreteras, pero donde me paseo muy cómodo"

Tanto, que ahora prepara el regreso, al fin, de su personaje fetiche: "Sí, y me encanta. Aunque voy lento y casi con más cuidado que cuando empecé a escribirlo sin que nadie me mirara. Ahora siento que tengo a 25 millones de lectores mirando lo que hago por encima de mi hombro y poniendo caras de desaprobación y exclamando: ¿Hemos esperado tantísimos años para esto?".

Neil Gaiman, que se explica en su blog y también en su última novela, superado por Neil Gaiman. Si no fuera porque desde siempre ha dicho que era consciente de su talento y también por su sentido del humor. No es demasiado tarde para volver al Neil Gaiman que nadie conocía. Fue hace mucho y Gaiman decidió hacerse periodista ("Allí aprendí dos cosas: la síntesis y también los plazos de entrega") más que por vocación, por establecer una red de contactos que le permitieran acabar siendo escritor. Lo logró. Entrevistó a uno de sus ídolos, Alan Moore, que como él sabe fusionar el folclore británico, los cuentos de hadas y la nueva mitología pop superheroica, y aquello le abrió muchas puertas. Así que la pregunta al autor flanqueado por esos dos Doctor Who que en unas horas recalará en Madrid es inevitable:

- El Confidencial: No es descartable que esto suceda. Y menos aún en sus libros: ¿Qué sucedería si aquel joven Neil Gaiman con una libreta y sin experiencia apareciera en esta sala y le hiciera una pregunta? ¿Qué tipo de pregunta le haría el joven Gaiman al Gaiman consagrado?

- Neil Gaiman: Estoy convencido de qué le preguntaría: ¿Cómo escribes? ¿Qué proceso, qué pasos has seguido para llegar al lugar en el que te encuentras, para escribir lo que has escrito? Pero hay un matiz y es si los dos Gaiman fueran conscientes de esa sensación real. En ese caso el Gaiman joven me preguntaría: ¿Ha valido la pena?

- EC: ¿Y la respuesta sería?

- NG: Bueno, la respuesta, evidentemente, sería sí. Pero ahora que sigo, lo que realmente el Gaiman mayor diría, lo que yo diré ahora es: ¿Esos personajes que estoy viendo al final de la sala son producto de mi imaginación o realmente los podéis ver todos? Espero que los podáis ver todos, porque si no....

Al fondo de la sala, cuatro fans ríen disfrazados de algunos de los personajes de la saga Sandman. Se ríe, incluso, Matthew el cuervo, con el cuervo de pega en el hombro, la chistera, la cara empolvada de blanco.

Neil Gaiman se sienta en la mesa de la librería barcelonesa Gigamesh flanqueado por dos troquelados a tamaño natural del Doctor Who. Vestido de negro, con barba de dos días y pelo desordenado, modelo liquen canoso, él podría encarnarlo, si no fuera porque ya hace mucho escribió un par de capítulos de la serie.

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