Es noticia
La cultura española pide el rescate a Europa
  1. Cultura
duras críticas a la gestión del gobierno de rajoy

La cultura española pide el rescate a Europa

Las industrias culturales españolas se han desnudado en público y lo que han dejado ver es lo más parecido a un deshecho europeo. Los editores, autores,

Foto: Los representantes de las industrias culturales, en el escenario del Museo Reina Sofía. (E.C.)
Los representantes de las industrias culturales, en el escenario del Museo Reina Sofía. (E.C.)

Las industrias culturales españolas se han desnudado en público y lo que han dejado ver es lo más parecido a un despojo europeo. Los editores, autores, libreros, artistas, productores, empresarios de teatro y danza, promotores musicales y exhibidores de cine han denunciado el abandono y el torpedeo al que les somete el Gobierno de Mariano Rajoy. Ni una protección de los derechos de autor adecuada, ni una fiscalidad atinada, ni la compensación a los autores justa, ni una televisión pública a favor del producto cultural europeo. Ni siquiera, el cumplimiento y aplicación de las normativas que se dictan en Bruselas.

El panorama que han dibujado los principales sectores que mueven el PIB cultural es desolador. A dos días de las elecciones europeas, en el VI Foro de Industrias Culturales, organizado por la Fundación Santillana y la Fundación Alternativas, ha quedado claro que si la unidad política y económica de Europa está cuestionada en estos momentos, la unión cultural parece un chiste de Gila, en el que un creador español levanta el teléfono, llama a Bruselas y nadie contesta. Tiene un número equivocado.

¿Para qué nos sirve hacer propuestas al Parlamento Europeo?

En torno a la excepcionalidad, la protección y la promoción de la cultura europea en el propio continente frente a los voraces planes de expansión de la industria cultural norteamericana, los ponentes han pedido que la legalidad europea les rescate. Aunque reconocen que se hayan en un callejón sin salida debido a sus interlocutores. “¿Para qué nos sirve hacer propuestas al Parlamento Europeo?”, se preguntaba Ramón Colom, presidente de FAPAE, en la primera mesa redonda de la mañana, en el auditorio del Museo Reina Sofía.

Territorio comanche

“La mayoría de las cuestiones que se legislan en Europa no se cumplen en España, como por ejemplo la copia privada. El Gobierno actual decidió cambiar la ley y los autores pasaron de recaudar 120 a 3 millones de euros. Tenemos el mismo derecho que los creadores europeos a la recuperación por copia privada”, explicaba el responsable de los productores audiovisuales españoles.

placeholder Rueda de prensa de la aprobación de la LPI. (EFE)

De esta manera, aguaba la propuesta de Nicolás Sartorius, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, de reunir todas las conclusiones que se plantearan en la conversación. “Esto no es un acto electoral, es algo más. Es un acto de manifestación de los que crean, administran, producen y venden la cultura. Debemos llevar nuestra voz al futuro del Parlamento que se constituya el próximo domingo”, explicó para recordar que alrededor del 5% del PIB europeo lo generan las industrias de las que forma parte. Por eso le extraña haber visto tan poco debate sobre la cultura entre los candidatos estos días. En el acto estaba anunciada Teresa Lizaranzu, directora general de Políticas e Industrias Culturales y del Libro, pero no acudió.

No podemos hablar de industria cultural si no cuidamos al que crea. El futuro está condenado

En la misma línea, José Luis Acosta, presidente de la SGAE, apuntó que “el 70% de las nuevas normas llegan de Europa”, y que por esa razón es “más eficiente visitar Bruselas y Estrasburgo”. Acosta parece haber encendido su discurso desde la puesta en marcha del anteproyecto de la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, a la que ha definido como “confusa, que intenta darle menos valor al creador y más libertad al mercado” porque, además, se contradice con la que se acaba de aprobar en Europa. “No podemos hablar de industria cultural si no cuidamos al que crea. El futuro está condenado”, sentenció.

España, la socia infiel

El responsable de cuidar por los derechos de los autores y editores hizo un crudo repaso a un panorama devastado, en el que los creadores ya no se dedican a su labor. Cuando el autor deja de dedicar horas y horas a desarrollar su talento, porque no puede vivir de él, el producto cultural será cada vez de peor calidad, aventuró. Por eso dio las gracias al Gobierno francés, por proteger el hecho excepcional de la cultura ante el ataque estadounidense.

placeholder
José María Lassalle y Jacques Toubon (izda).

Y no fue el único que alabó al ejecutivo del país vecino en las negociaciones que parecen haber salvado al cine europeo de la desaparición. Las alabanzas a unos fueron las críticas contra otros, evidentemente, en primer lugar, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

También levantó la voz (y tronó) contra la negligencia de la política española fue Enrique González Macho, empresario cinematográfico y candidato a volver a presidir la Academia del Cine: “Quiero agradecer al Gobierno francés los esfuerzos que han hecho por proteger la cultura europea. Sin Francia no sé qué habría pasado, porque nadie habría defendido la excepción cultural europea”, dijo. Y calificó a la actitud del gobierno español de “socios infieles” de los franceses, porque no se contribuyó a defender nuestro idioma frente a otros intereses. “Me parece una aberración contra la cultura española”, sentenció.

Políticos e "ignorantes"

El director ejecutivo de la Federación del Gremio de editores mantuvo la línea del varapalo. Pidió a la política que tomara en consideración la cultura, que se la crean, la defiendan. “Que se lo tomen en serio, que se crean que esto es una fuente de riqueza y una fuente de creatividad. Pero lamentablemente son profundamente ignorantes”, dijo de nuestros responsables políticos Antonio María Ávila. Aprovechó para reclamar a los legisladores europeos tanta atención en la protección de los intereses de las tecnológicas (Google) como los de las creadoras de contenido.

El PP ha entrado como un elefante en una cacharrería. Ha hecho mucho daño a la cultura y ha supuesto una permanente agresión

“El PP ha entrado como un elefante en una cacharrería. Ha hecho mucho daño a la cultura y ha supuesto una permanente agresión. Este Gobierno no nos defiende en Europa, nos hemos quedado indefensos”, apuntó tajante Juan Ramón Gómez Fabra, presidente de la Federación de Cines de España, que denunció cómo la abusiva subida del IVA ha dejado las salas a la mitad de espectadores.

Una y otra vez se reclamó a la Unión Europea, eso, más unión. Levantó la queja por la falta de política cultural homogénea, por la falta de tratamiento fiscal uniforme, por una declarada unidad en la protección del precio fijo de los libros. Curiosamente, la propia Fundación Alternativas alentó un estudio, desarrollado por Javier Celaya, en el que se defendía la eliminación del mismo.

A pesar de las contradicciones, Sartorius alentó a la unidad cultural para controlar el hambre de los mercados y no “28 reinos taifas” sin una estrategia común. “Si no hay una revolución cultural, si no hay una culturización de la construcción europea, no habrá Europa”. Lo que habrá que pedirle para próximas ediciones a estas dos fundaciones es que amplíe la presencia de la mujer entre sus invitados. En el programa de la primera ponencia había 13 personas, dos eran mujeres.

Las industrias culturales españolas demostraron no haber perdido la esperanza en Europa y ocurrió algo que no había sucedido nunca, la unión de la mayoría de ellas con las mismas reivindicaciones. Entre el apocalipsis y la esperanza, Basilio Baltasar, director de la Fundación Santillana, cerró la mañana: “Sin fuerza no habrá más que miseria y defunción”.

Las industrias culturales españolas se han desnudado en público y lo que han dejado ver es lo más parecido a un despojo europeo. Los editores, autores, libreros, artistas, productores, empresarios de teatro y danza, promotores musicales y exhibidores de cine han denunciado el abandono y el torpedeo al que les somete el Gobierno de Mariano Rajoy. Ni una protección de los derechos de autor adecuada, ni una fiscalidad atinada, ni la compensación a los autores justa, ni una televisión pública a favor del producto cultural europeo. Ni siquiera, el cumplimiento y aplicación de las normativas que se dictan en Bruselas.

El redactor recomienda