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Muere el guardián del expolio nazi
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cornelius gurlitt fallece a los 81 años

Muere el guardián del expolio nazi

Cornelius Gurlitt ha fallecido a los 81 años. En sus pisos de Múnich y Salzburgo se habían encontrado más de 1.300 obras robadas durante el nazismo

Foto: Entrada a la casa de Cornelius Gurlitt donde se encontraba el Tesoro de Múnich (Reuters)
Entrada a la casa de Cornelius Gurlitt donde se encontraba el Tesoro de Múnich (Reuters)

Vivió encerrado en su propio tesoro. Huraño, Cornelius Gurlitt se negó a cumplir con la función básica de una obra de arte: compartirlo. Hasta que salieron a la luz y le descubrieron como cómplice del expolio nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Las más de 1.300 obras maestras que recluyó en sus hogares de Múnich y Salzburgo fueron descubiertas y el guardián se vio obligado a romper con el secuestro y a aceptar la devolución de todas las obras incautadas a los propietarios originales.

Ahora, cuando parecía que Cornelius Gurlit llegaba a un acuerdo con las autoridades alemanas para la restitución de las obras, la muerte le ha llegado a los 81 años en el mismo apartamento en descomposición en los que escondió las obras de arte,según ha confirmado su portavoz Stephan Holzinger. Entre ellas joyas de Picasso, Cézanne, Corot, Gaugin, Liebermann, Manet, Pissarro, Renoir y Toulouse-Latrec.

El abogado de Gurlitt había recibido ya más 50 reclamaciones de restitución. Siempre defendieron que la mayor parte de las más de 1.300 obras le pertenecían legítimamente, aunque las autoridades alemanas estimaron que unas 500 habían sido robadas a sus dueños durante el nazismo.

El Tesoro de Munich de Cornelius Gurlitt fue descubierto en 2011 por los agentes de aduanas alemanes. El hallazgo se producía casi por azar. Los agentes habían puestos sus ojos en el coleccionista en un viaje en tren hacia Suiza, cuando Gurlitt sacó de su bolsillo una pila de billetes de 500 euros.

Así llegaron hasta unpiso lleno de basura y de cuadros firmados porlos principales artistas de la historia. Aquellos que ahora habitan en las paredes de los principales museos del mundo, pero que Adolf Hitler se encargó de calificar como Arte degenerado.

Entre las pinturas recluidas más importantes se encontraban el Puente de Waterloo, de Claude Monet, y el retrato del filósofo Jean Journet realizado por Gustave Courbet.

Las autoridades lograron mantener el hallazgo en secreto hasta que la revista Focus desveló en noviembre del 2013 la existencia del tesoro de Gurlitt. La misma publicación llegó a hablar con el propio guardian, que declaró, como si de una premonición se tratara, que podían haberse ahorrado tanto esfuerzo ya que estaba “a punto de morirse”.

“Todo lo que quiero hacer es vivir con mis cuadros”

Cornelius Gurlitt heredó esta colección, que ha sido valorada en más de mil millones de euros, de su padre Hildebrand Gurlitt, uno de los cuatro marchantes autorizados por los Nazis para vender el arte confiscado. Fallecido en 1956 fue director del museo de Zwickau, en Sajonia, y de la prestigiosa Sociedad Artística de Hamburgo durante los años 20 y 30.

La historia del Tesoro de Munich vivió su segunda parte en febrero de este año, cuando otras sesenta piezas fueron encontradas en otro apartamento de Cornelius Gurlitt. En esta ocasión en Salzburgo.

Gurlitt nunca entendió que se le reclamaran unos cuadros que el consideraba suyos: “Todo lo que quiero hacer es vivir con mis cuadros” declaraba al Spiegel en 2013, e incluso publicó un comunicado pidiendo que se dejara de referirse a sus pinturas como “arte robado”. Vivió sus últimos años aislado del mundo, sin contacto con la gente, rodeado de las obras de Picasso y Manet que heredó de su padre y que ahora volverán a los herederos que nunca pudieron disfrutarlas.

Vivió encerrado en su propio tesoro. Huraño, Cornelius Gurlitt se negó a cumplir con la función básica de una obra de arte: compartirlo. Hasta que salieron a la luz y le descubrieron como cómplice del expolio nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Las más de 1.300 obras maestras que recluyó en sus hogares de Múnich y Salzburgo fueron descubiertas y el guardián se vio obligado a romper con el secuestro y a aceptar la devolución de todas las obras incautadas a los propietarios originales.

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