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El boom de los clubs de lectura en internet
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WEBS Y APLICACIONES para leer

El boom de los clubs de lectura en internet

Las nuevas redes sociales cambian el modo de leer. Los lectores se agrupan para comentar las novedades editoriales

Foto: La web Movellas.
La web Movellas.

Ya nadie lee Rayuela en el parque durante las horas saturninas del domingo por la tarde. No hay quien se enfrente con valor a El ruido y la furia al cobijo de un olmo centenario que cabecea por la brisa. Ni quien entorne los ojos en la playa, la arena colándose en las páginas de Rojo y negro, enfadado o enternecido por las cuitas del arribista Julien Soriel en pleno desplome de un mundo postnapoleónico.Y, sin embargo, leemos más que nunca. En concreto, unas 54.000 palabras al día, la longitud media de una novela.

Eso dicen los artículos estudios encargados al hilo de nuevas aplicacionescomo Spritz (para leer en diagonal) o Movellas,una plataforma nacida en Dinamarca en 2010, que acaba de desembarcar en Brasil y que no descarta hacerlo próximamente en países como España.

Movellas es una comunidad que incluye una web y hasta diez apps gratuitas que cuenta actualmente con un cuarto de millón de usuarios. Un club de lectura de unos 250.000 lectores que comentan y además, en muchos casos, incluso escriben. Una idea que no se posiciona en contra de las lógicas del mercado editorial, sino que ofrece modelos alternativos y que, en algunos casos, se complementa con sellos editoriales.

Nuestro mayor mercado es Estados Unidos, con un 40% de los usuarios, pero tenemos usuarios de hasta 160 países diferentes cada día”, explica a este periódico Yvonne Biggins, cofundadora del proyecto, que no se vanagloria, como otras aplicaciones, de tener poquísimos empleados -de momento, cuenta con ocho trabajadores a tiempo completo en sus dos oficinas: Copenhague y Londres-.

placeholder Keitai Shosetsu

Desde que se estrenara inspirándose en otros proyectos como el nipón Keitai Shosetsu-la novela corta de pulgares, o de teléfonos móviles-, la plataforma acoge un total de 85.000 libros acabados y 5.000 comentarios. Que leemos más que nunca es algo que todos los especialistas reconocen, para anotar, a renglón seguido, que el problema estriba en qué leemos (nuestro correo, webs de paso, spam infecto, etcétera).

Es un tema presente en debates como los que se celebraban estos días en la Bienal de Novela Vargas Llosa. Biggins, no obstante, pone el acento en algo importante: la gran mayoría de sus autores-lectores-críticos tienen entre 13 y 19 años.Y apuesta firmemente porque estos lectores pueden empezar con lecturas muy básicas o atractivas para ellos para educar el paladar con el tiempo.“Mira, el 40 % de nuestros usuarios que leen fan fiction luego se expanden hacia otros géneros. Eso es bueno en términos de impacto social y de incremento de la literatura en la adolescencia. Creemos realmente que puedes pescar usuarios a través de sus pasiones y luego llevarlos a otros terrenos”, comenta.

El nuevo folletín

Existió un tiempo, hace mucho y aunque los dinosaurios ya no dominaran la tierra, en el que los libros jugaban un papel crucial en la sociedad, cuando sus tramas se colaban en las conversaciones de tasca. Los ciudadanos analfabetos se arremolinaban alrededor de los porteros de las casas para que estos les leyeran la última entrega de Los misterios de París, de Eugène Sue. Y los neoyorquinos iban a los muelles de Ellis Island para coser a preguntas a los viajeros del viejo mundo sobre aquel personaje de Dickens al que tanto querían. Las décadas de la novela de folletín, de las historias publicadas por entregas en quiosco. “La más gigantesca operación de democratización consumística de la historia de la novela”, a criterio del intelectual de las promiscuas relaciones entre alta y baja cultura, Román Gubern.

Una de las claves de este impacto -entre muchas otras- era la intriga, la serialidad, esa alquimia de las emociones que mantiene en vilo al lector. Un rasgo que ahora rige tanto los mecanismos de las ficciones televisivas como de proyectos como Movellas.“Los relatos cortos tienen más éxito. Los autores que suben uno o dos capítulos cada semana y mantienen a sus fans esperando por el siguiente, tienden a tener mucho éxito. Dentro de este sector demográfico, la serialidad es clave. La novela tiene una larga vida por delante, pero parece que esta forma de publicar permite que llegue a más lectores”.

Los autores que suben uno o dos capítulos cada semana y mantienen a sus fans esperando por el siguiente, tienden a tener mucho éxito.

En cuanto a los géneros, reina de forma absoluta la fan fiction-los pastiches de obras literarias populares vienen de lejos, aunque aquí se democraticen aún más-. “Sin duda. Piensa que cuando te gusta mucho algo (sea un grupo de música o un escritor) tiendes a querer todo lo que puedas encontrar de ese universo. Para los más jóvenes les da, además, un buen punto de salida para animarse a escribir”, dice Biggins. Aun así, la novela romántica también tiene éxito. Y, sobre todo, la poesía: “Es corta y además siempre se ha cultivado mucho entre los adolescentes”.

¿Qué compartimos (en nuestro teléfono)?

La ganadora del Sony Movellist

Compartir. La palabra claveestos años-aunque cada vez más polisémica y a menudo distanciada de su sentido fundacional-. “Tenemos tanto éxito entre los jóvenes porque es toda una experiencia. Nuestras apps son muy sociales, algo clave en estas generaciones hiperconectadas”. De hecho, Biggins se atreve a decir que determinadas tabletas específicamente creadas para la lectura son casi un eslabón perdido -como una versión acelerada de la caída en el ostracismo del cedé, entre el socavón cada vez más grande entre el vinilo y el mp3-.“El 85% de nuestros usuarios leen en su teléfono móvil. Nuestros análisis muestran que también leen libros de papel, pero no tienen trastos creados específicamente para la lectura. Es casi como una tecnología obsoleta para ellos”, explica.

Es más, en algunos casos la lectura asociada al juego: algunas de las aplicaciones permiten elegir o corregir el curso de la historia.¿Tampoco necesitan la criba de críticos literarios que gestionen un poco el alud de novedades? “No tanto. Les encanta recibir el feedback de sus colegas en la red, ayuda a cimentar su confianza como autores, pero nosotros auspiciamos un montón de competiciones en las que el premio es recibir la opinión de un autor publicado o de un editor tradicional”, confiesa.

Se refiere a iniciativas esponsorizadas como Sony Young Movellist of the Year, en la que una novelista ganó un contrato con Random House. O en esa otra adolescente de 16 años que destacó con sus historias en esta plataforma hasta el punto de que Penguin se fijó en ella.

¿Qué leemos? Aquí y ahora

De nuevo, como en otros sectores, asoma la esponsorización privada. Pero no tiene por qué ser así siempre. Una iniciativa más cercana, Què llegeixes?(QL)nació de la Institució de les Lletres Catalanes el día de Sant Jordi de 2005. Más centrada en la lectura y en las reseñas populares -sin autoría, vaya-, cuenta con 15.976 usuarios que han llegado a reseñar unos 12.563 libros. Justo cuando algunos autores respaldan iniciativas para que Amazon elimine las reseñas negativas de lectores, aquí son ellos los que moderan sus reacciones. Según la popularidad del comentario -un vistazo sirve para ver que, con mayor o menor sofisticación, suelen ser respetuosos-, éste sube o baja en la lista de reseñitas.

Organizada en tres apartados (Fórum pluma –adultos-, Fórum Boli –jóvenes- y Fórum Llapis –niños-), esta iniciativa alentada por el Departament de Cultura de la Generalitat es, como también lo es Movellas, un punto de encuentro para todo tipo de lectores. Una especie de club de lectura multitudinario que tendrá sus problemas, pero que goza de un entusiasmo libre del runrún de cierta salmodia victimista del mundo editorial y de la eterna excusa del lector adulto -ya no hay tiempo para leer- parodiada con lucidez en el célebre capítulo de La dimensión desconocida, 'Tiempo suficiente, al fin'.

Ya nadie lee Rayuela en el parque durante las horas saturninas del domingo por la tarde. No hay quien se enfrente con valor a El ruido y la furia al cobijo de un olmo centenario que cabecea por la brisa. Ni quien entorne los ojos en la playa, la arena colándose en las páginas de Rojo y negro, enfadado o enternecido por las cuitas del arribista Julien Soriel en pleno desplome de un mundo postnapoleónico.Y, sin embargo, leemos más que nunca. En concreto, unas 54.000 palabras al día, la longitud media de una novela.