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Skrillex: de okupa desalojado a millonario a los veinticinco
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El músico publica su primer álbum de estudio, "Recess"

Skrillex: de okupa desalojado a millonario a los veinticinco

Junio de 2010. El punto más bajo de la carrera de Sonny John Moore, que todavía no se llamaba Skrillex. Veintidós años y totalmente arruinado. Una

Foto: Skrillex en plena actuación, en Nueva Orleans, en octubre de 2012. (EFE)
Skrillex en plena actuación, en Nueva Orleans, en octubre de 2012. (EFE)

Junio de 2010. El punto más bajo de la carrera de Sonny John Moore, que todavía no se llamaba Skrillex. Veintidós años y totalmente arruinado. Una oscura disputa legal congela la publicación del álbum de rock que había entregado a Atlantic, su discográfica. Ya se había gastado todo el adelanto sobre royalties y arrastraba una deuda de su anterior grupo (From First To Last), que rondaba los 83.000 euros, entre gastos de la gira y cuentas de hospital (se había destrozado la garganta de tanto gritar en los conciertos).

En su banco, el departamento de morosos trataba de localizarle, pero no lo conseguía, por la sencilla razón de que no tenía casa. Había llegado a vivir en una okupa, de la que fue expulsado por una orden de desalojo. En ese momento, estaba durmiendo en el sofá de su amigo 12th Planet, que también es discjockey. Dos años después, Skrillex era el segundo artista que más ganaba en la música electrónica, estaba nominado para cinco Grammy (ganó tres) y llenaba regularmente grandes recintos. Según Forbes,en 2012 facturó quince millones de dólares. Ese año tuvo 150 actuaciones en 19 países. Le vieron alrededor de 250.000 personas. En varias sesiones le pagaron más de 100.000 dólares(casi 80.000 euros) por una noche.El banco le seguía persiguiendo, pero para ofrecerle inversiones.

EE.UU se va de fiesta

¿Qué ocurrió en esos veinticuatro meses que cambiaron su vida? La respuesta al misterio tiene tres letras: EDM, la etiqueta que designa en inglés a la "música electrónica de baile". Más que una etiqueta, se trata de un cajón de sastre, donde cabe casi cualquier cosa hecha con ordenadores y pensada para bailar. Como explica el periodista Luis Lles, la industria musical de Estados Unidos llegó tarde, muy tarde, a la electrónica. Esto es un fracaso especialmente grave, ya que gran parte de la cultura de clubes se había originado a finales de los ochenta en ese país. Concretamente, el house nació en Chicago y el techno en Detroit.

Esta última ciudad había sido un potente centro económico, cuna de la poderosaindustria del automóvil, que poco a poco se fue apagando con la deslocalización, hasta llegar a su estado de bancarrota actual. Incontables edificios y naves industriales abandonadas sirvieron para organizar "raves", fiestas ilegales autogestionadas donde se cocinó la revolución techno.Mientras en Estados Unidos atendía al crecimiento comercial del hip-hop, la escena techo y house floreció en Europa, por ejemplo en Inglaterra, Bélgica y Alemania.¿La sorpresa? Hace cinco años, Estados Unidos se volvió loca por las fiestas electrónicas.

Epifanía Daft Punk

Skrillex es la cara más visible de ese cambio. Su perfil le ha permitido "vender" la electrónica a Estados Unidos. Primero: porque viene de una banda de rock, una de esas jóvenes formaciones post-hardcore que declaran a grito pelado su angustia vital. Derrochar intensidad a flor de piel parece obligatorio para que un músico triunfe en las listas de ventas de Estados Unidos. Ese ingrediente lo tenía dominado. Segundo: a Skrillex le gusta dar espectáculo. Las fiestas house y techno transmiten sobriedad escénica. Basta con una cabina, un discjockey y un montón de cuerpos bailando.

placeholder Festival rock am ring en nuerburg

Si hablamos de techno, pega una nave industrial abandonada y en completa oscuridad. Para el house, mejor una discoteca clásica. Skrillex y sus contemporáneos trajeron el confeti, los shows de luces y el gran final con fuegos artificiales. El DJ californiano suele explicar que tuvo una epifanía en 2007 con la gira de la pirámide de Daft Punk. Compró una entrada de 150 dólares y se enamoró por completo de la electrónica convertida en espectáculo. Salió convencido de que aquello era lo que quería hacer el resto de su vida.El EDM está más cerca de la lógica del rock de estadio que de la cultura de clubes. El verano pasado, cuando debutó en el Sónar, Skrillex vestía una camiseta del Barça. El mismo guiñó facilón que hubieran hecho Aerosmith. Está en esa liga y aspira a seguir en ella.

Fiebre global en expansión

¿Qué aporta Skrillex al mundo de la electrónica? Más bien poco. Como todo artista que llega tan arriba, tiene alguna canción arrolladora, sobre todo Bangarang(rebosante de adrenalina pop) o Make It Bun Dem(trallazo jamaicano con voz de Damian Marley). Su nuevo disco, Recess, traducible como "recreo", ni mata ni engorda. Se trata de una previsible colección de ganchos efectistas, buen resumen del abanico de trucos de la generación EDM.

Alguien definió a Lenny Kravitz como "rock para la gente que no le gusta el rock". Seguramente podríamos definir a Skrillex, Avicii, Deadmau5, David Guetta y los disueltos Swedish House Mafia como "electrónica para gente a la que no le gusta la electrónica" (atraen a un público tan joven o reciente que no han han tenido tiempo de empaparse de la historia de estos géneros). Según explica Ricard Robles, director del Sónar, la explosión del EDM también tiene mucho que ver con la fuerte apuesta por el género de Live Nation, la mayor promotora de conciertos a nivel mundial, que en Estados Unidos tiene una posición de cuasi-monopolio. La fiebre ha ido adquiriendo caracter global, dominando mecas del ocio nocturno como Las Vegas, Ibiza o Tel Aviv.

placeholder En los Grammy.

Adicto al trabajo

El triunfo de Skrillex también es fruto de una implacable ética del trabajo. Simon Clarkson, su agente en Europa, se mostraba impresionado en 2010: "Es inhumano. No para nunca. Le dimos una sola noche libre en su gira. Me llamó por la mañana diciendo que se había organizado una fiesta para poder pinchar". Skrillex explica que tener tiempo libre le pone nervioso. Empezó a trabajar a los dieciséis años y no tuvo vacaciones hasta los veinticuatro.

Skrillex fue el típico niño freak que acaba cayendo bien. Obseso de Michael Jackson en la infancia, luego víctima del acné, se escondió tras su melena y se refugió en su carrera musical. Aunque es ambicioso, no le obsesiona el dinero: rechazó 200.000 dólares para que la canción Kyotosonase en al película G.I. Joe(2009) y 300.000 por participar en una campaña de teléfonos móviles. No le gusta el autobombo y rechaza entrevistas con medios grandes.

Explica que su sueño es disfrutar y formar una familia. "Cuando acabe mi momento, me gustaría tener un par de hijos y luego adoptar otro de tres o cuatro años, porque hay muchos de esa edad a los que nadie quiere". Él mismo descubrió en la adolescencia que sus padres legales no era los biológicos. Su imagen vulnerable le distingue de la mayoría de DJs actuales. Por ejemplo, está en las antípodas de su amigo Diplo, que colabora en el disco y que tira por el perfil chulo- de-playa. ¿Crecerá Skrillex con los años o se vendrá abajo con la próxima moda? Por supuesto, es la pregunta del millón.

Junio de 2010. El punto más bajo de la carrera de Sonny John Moore, que todavía no se llamaba Skrillex. Veintidós años y totalmente arruinado. Una oscura disputa legal congela la publicación del álbum de rock que había entregado a Atlantic, su discográfica. Ya se había gastado todo el adelanto sobre royalties y arrastraba una deuda de su anterior grupo (From First To Last), que rondaba los 83.000 euros, entre gastos de la gira y cuentas de hospital (se había destrozado la garganta de tanto gritar en los conciertos).

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