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Instrucciones para fabricar el 'best seller' de la izquierda
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Editoriales en busca del nuevo éxito comercial

Instrucciones para fabricar el 'best seller' de la izquierda

Un libro es un conflicto narrativo o poético. Una historia de amor, una guerra civil, un ex narcotraficante en Ibiza, un escritor que descubre la salvación

Foto: Stephane Hessel, en una foto de archivo de su paso por Madrid. (EFE)
Stephane Hessel, en una foto de archivo de su paso por Madrid. (EFE)

Un libro es un conflicto narrativo o poético. Una historia de amor, una guerra civil, un ex narcotraficante en Ibiza, un escritor que descubre la salvación por vía del arte contemporáneo. En fin, los planteamientos de la literatura española actual son aceptados sin reservas, salvo cuando el conflicto motor es la lucha de clases. Eso es terreno minado.

El comando editorial Artefakte realizó en enero un seminario titulado Poética del nuevo antagonismo, un curso sobre política y ficción que proponía una reflexión interesante, en la línea del 15M: la política era una ficción literaria. Lo novedoso es que el curso piensa desde la política en lugar de hacerlo desde la literatura. En cambio, un taller de “política y ficción” impartido inmediatamente antes de 2011 habría hablado de cómo se hace una novela política, en la línea de las de Isaac Rosa, Belén Gopegui o Marta Sanz.

Editores que buscan libros para descifrar el presente y ayuden a la “acción política”. “No un Indignados ni chácharas por el estilo”

Los movimientos sociopolíticos de hoy parecen decididos a extraer de la política todos esos artilugios, disfraces, estrategias, representaciones y payasadas que sostienen la ficción ypasar decididamente a la acción política. ¿Y con la literatura, qué hacemos?, ¿para qué sirve?

Descifrar el presente

“Queda pomposo”, admite el editorJorge Lago, pero lo suelta igualmente: “Mi objetivo esintervenir en la cultura y la política nacionales”. Con esto, la cabeza visible de la editorialLengua de Trapo, que participó en aquel seminario, no habla de iniciar una carrera política, a pesar de su implicación enPodemos. Lago quiere hacer eso publicando libros. Que los libros sean“herramientas para descifrar el presente”y el catálogo de su editorial ayude a la “acción política” que, para él, “hoy solo puede ser antagonista”.

placeholder Belén Gopegui, autora de la novela 'Deseo de ser punk'

Este artículo tiene trampa. No confronta ideas opuestas sino que utiliza a tres editores, de la misma cuerda, para lanzar un órdago a otros del mismo oficio que no están aquí presentes, pero que esperamos lean este reportaje. Pompas que estallan aquí y allá no revientan la burbuja editorial que sigue creciendo en nuestro país.

Constantino Bértolo defiende la “vocación de intervenir en la producción de los discursos públicos”, cosa que hace publicando textos que “se enfrenten a los discursos dominantes”

A pesar de ello, una inspección minuciosa del programa editorial para el primer semestre de 2014 dibuja un panorama de oportunismos, valores internacionales, autores muertos, temas universales y otros escapismos. Su intención parece descansar más en la oportunidad que en la apuesta.

Lago intenta “que sean apuestas, no oportunidades de negocio”, pero aclara que lo suyo es una empresa y no “una ONG”, por lo que “hay que valorar las posibilidades comerciales”. Para su editorial, el éxito sería encontrar “el best seller de la izquierda” que anda buscando. Aún no ha parecido pero siente cerca y sería “un análisis potente” sobre las razones de la crisis y sus posibles salidas. “No un Indignados ni chácharas por el estilo”, ni tampoco “un análisis macroeconómico al uso” sino “una herramienta política poderosa”.

Como método alternativo al estudio de mercado, algunos editores proponen la herramienta, más barata, de hacerse varias preguntas a sí mismos: “Qué dice del presente, qué verdad hay en el libro, por qué debe de ser contada en el formato que propone y no en otro”. En resumen,“qué necesidad tiene de haber sido escrito”, cuestiona Jorge Lago.

placeholder Andrés Rábago, Marta Sanz e Isaac Rosa, en los Premios Cálamo. (EFE)

La reflexión sobre el oficio del editor debería tocar también al lector, que pasaría a inspeccionar las novedades editoriales con otros ojos y a decidir su compra bajo otros criterios. Por ejemplo, Lengua de Trapo publica en marzo una antología de relatos sobre “los conflictos vascos”, titulada Nuestras guerras. Este libro de ficción llega poco después del ensayo sobre el Rock Radical Vasco.

Es ineludible en este artículo contar con la opinión al respecto deConstantino Bértolo, durante diez años director editorial de Caballo de Troya (Random House). Su proyecto tiene“vocación de intervenir en la producción de los discursos públicos”, cosa que hace publicando textos que “se enfrenten a los discursos dominantes”.

“¿Qué quiere este libro de mí, como lector? ¿Qué cuenta con lo que cuenta? ¿Para quién habla? ¿Contra qué actitudes y valores literarios se está enfrentando este texto?

Las preguntas que Bértolo maneja mientras lee un manuscrito son: “¿Qué quiere este libro de mí, como lector? ¿Qué cuenta con lo que cuenta? ¿Para quién habla? ¿Qué dificultades de expresión está tratando de solventar esta novela o este libro de poemas o este ensayo? ¿Contra qué actitudes y valores literarios se está enfrentando este texto? ¿Qué tipo de relación mantiene el autor con el lenguaje?”.

Las respuestas pueden ser desalentadoras para un editor que quiere “intervenir” y no “imprimir”: “Gran parte de los manuscritos que leo [unos 100 de los 500 que recibe Bértolo al año] en realidad parecen querer tan solo una cosa: vender. Si trabajara en una editorial comercial evidentemente eso sería una señal positiva. En el caso de Caballo de Troya la exigencia no reside en encontrar autores que vendan sino autores con pensamiento literario prometedor. Con capacidad de que sus textos intervengan en las tensiones semánticas y estético-ideológicas que están presentes en nuestras vidas”.

Publicar significa hacer público

Bértolo deja claro que uno lee diferente dependiendo de para quién se trabaja. Enrique Murillo fue director editorial de Plaza & Janés y ahora tiene su proyecto propio e independiente, Los Libros del Lince. Oportunidad o apuesta depende del momento y del proyecto empresarial. “Publicar a Ray Loriga en Plaza & Janés [en 1994] era una apuesta, pero en un gigante editorial que llevaba cinco años de graves pérdidas, mi trabajo allí consistió en evitar que Bertelsmann vendiera esa empresa y alcanzar en un par de años ventas de dos millones de ejemplares con cuatro o cinco libros. En Los Libros del Lince ahora para mí son todo apuestas”.

placeholder Manifestación del colectivo marea ciudadana en madrid

Murillo, cuya intención no se aleja de publicar autores de “mirada crítica”, también se hace preguntas. “Calidad intelectual y calidad literaria son básicas para una editorial pequeña como la mía. Pero también me pregunto si seré el mejor editor para esa clase específica de libro. Y si, aunque me guste, tendré un hueco para hacer por ese libro todo lo que debo hacer. Publicar significa hacer público, conseguir lectores para ese manuscrito. Y has de preguntarte dónde están esos lectores, cómo llegar a ellos”.

A Bértolo le gustaría leer textos que nos permitieran conocer y comprender la naturaleza del desclasamiento español en las últimas décadas

Con libros como Destruir España (Antes de que Ella nos destruya a nosotros) de Javier Ríos o Siete maneras de matar a un gato, de Matías Néspolo, Murillo quiere “intervenir”. “Pertenezco —recuerda— a la generación de Mayo del 68, y a mis 70 tacos me sigue pareciendo que hay que crear una nueva izquierda que empiece a arreglar este país. La izquierda convencional no sirve, la socialdemocracia jamás será izquierda. Pero para cambiar las cosas hay que pensar de nuevo, y no hay mejor forma de pensar que a través de la lectura reflexiva”, pide más democracia y partidos más vinculados al votante que a la subvención.

La fórmula del éxito

¿Qué tipo de libro quiere Jorge Lago? “Aquel que identifica los conflictos del presente y los explora sin plantear respuestas cerradas, que son siempre una moralización del conflicto”. ¿Qué le gustaría publicar a Constantino Bértolo? “Textos que nos permitieran conocer y comprender la naturaleza del desclasamiento español en las últimas décadas”.

Protagonizadas “por ganadores, pero no en plan de estética socialdemócrata, que viven el desclasamiento desde una confortable y rentable mala conciencia”. Frente a eso, al gallego le gustaría que “alguien nos contara por qué este país se ha convertido en un país de trepas que han aceptadoel sometimiento y la humillación que el desclasamiento supone. Y que solo reaccionan cuando ven en peligro el desclasamiento propio o de sus hijos”.

¿De qué quiere Enrique Murillo que hablen sus libros? “De esas zonas oscuras de la vida que no vemos por culpa del lavado de cerebro ideológico, que en el siglo XXI está superando todas las visiones de los grandes de la ciencia ficción como 1984”. Aquí tienen la fórmula.

Un libro es un conflicto narrativo o poético. Una historia de amor, una guerra civil, un ex narcotraficante en Ibiza, un escritor que descubre la salvación por vía del arte contemporáneo. En fin, los planteamientos de la literatura española actual son aceptados sin reservas, salvo cuando el conflicto motor es la lucha de clases. Eso es terreno minado.

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