Un premio para novelistas nonatos
Lo único capaz de salvar la credibilidad de los premios literarios de este país es la leyenda. El 6 de enero de 1945 se falló el
Lo único capaz de salvar la credibilidad de los premios literarios de este país es la leyenda. El 6 de enero de 1945 se falló el primer Premio Nadal y fue a parar a una joven de 23 años que residía en Madrid, pero había estudiado en Barcelona. Carmen Laforet había mandado a última hora el manuscrito de la novela Nada. La leyenda dice que el original llegó el día antes de cerrarse el plazo y que la lectura urgente de Ignacio Agustí fue determinante para el resultado del premio, que siete décadas después es sólo una triste aberración de aquella casualidad con la que se fundó. Casualidad, porque había cerrado un acuerdo previo para otorgárselo al reputado escritor y articulista César González-Ruano.
Fundar un premio en el año 2014, con la trayectoria de los galardones impuestos por el sector editorial a sus propios autores o autores ajenos, es algo así como volver a creer en los Reyes Magos. Ayer se presentó el I Premio Dos Passos a la Primera Novela con la intención de volver a hacer creer en la imparcialidad, el crédito y el criterio, sin interferencias, premiando a escritores que todavía no lo son. Escritores nonatos, sean de la edad que sean.
Joan Tarrida apuntó que este premio persigue la profesionalización del autor novel, porque en eso los escritores en España están muy por detrás del resto de Europa
“Sólo deseamos hacer un descubrimiento histórico”, señala Palmira Márquez, directora de la agencia Dos Passos, y habla en plural porque también respaldan el premio el Ámbito Cultural de El Corte Inglés y la editorial Galaxia Gutenberg. Una iniciativa con tres patas en las que la cadena pondrá los 12.000 euros del reconocimiento, la editorial la edición del libro y la agente su representación del vencedor. El límite de envío es el 30 de mayo y la novela ganadora se publicará el 14 de enero.
“Este premio persigue la profesionalización del autor novel, porque en esolos escritores en España están muy por detrás del resto de Europa”, explica Joan Tarrida, director editorial de Galaxia Gutenberg. El escritor Fernando Marías subrayó la importancia de un premio como éste para no sentirse desamparado.
Tarrida apuntó que son buenos tiempos para la autoedición, para publicar por cuenta propia, pero aclaró que con una novela no se crea una carrera profesional. El editor reivindicó su oficio y quiso alejarse de aquellos editores que simplemente reciben el manuscrito, firman el cheque del anticipo y lo mandan a la imprenta. Hay mucho más trabajo y responsabilidades.
Palmira Márquez asegura que el premio quiere hacer un descubrimiento histórico y encontrar una nueva voz que ponga en valor el libro, la lectura y al sector
Y apuesta. La labor del editor se ha limitado a la convención y la seguridad. El autor novel ha desaparecido, sin importar la edad que tenga. “Las grandes editoriales buscan sobre todo la rentabilidad. Es completamente legítimo, por eso no pueden asumir el riesgo de publicar un nuevo autor. El resto podemos hacerlo alguna vez, pero no habitualmente”, reconoció.
Para Palmira Márquez esa tiranía del autor consagrado a veces es quebrantada y recuerda que en 2013 fue el año de éxitos noveles como el de Natalia Sanmartín y Jesús Carrasco. “Son ejemplos que demuestran que no se puede cuestionar al editor. Me da miedo la autoedición. Hay que poner en valor el libro, la lectura y al sector. Este premio quiere poner en valor la profesionalización del sector”, añadió la agente. Para Ramón Pernas, director de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, el premio es un “acto de resistencia y heroísmo, por apostar por la calidad”.
¿Será posible un premio con autores que aparecen de la nada, sin padrinos, sin presiones, defendiéndose con la fuerza de su trabajo? “La credibilidad del premio surgirá con el primer premiado”, explica Fernando Marías. El jurado estará compuesto por un mínimo de siete personas y un máximo de once con un único objetivo, dicen, “la pasión de encontrar de verdad una gran voz”.Tarrida aprovechó para mandar un mensajito a las grandes operadoras, que se enriquecen con los contenidos que aprovechan de las industrias culturales. "Hay que buscar un equilibrio: ni ellos pueden ser tan ricos, ni nosotros tan pobres".
Lo único capaz de salvar la credibilidad de los premios literarios de este país es la leyenda. El 6 de enero de 1945 se falló el primer Premio Nadal y fue a parar a una joven de 23 años que residía en Madrid, pero había estudiado en Barcelona. Carmen Laforet había mandado a última hora el manuscrito de la novela Nada. La leyenda dice que el original llegó el día antes de cerrarse el plazo y que la lectura urgente de Ignacio Agustí fue determinante para el resultado del premio, que siete décadas después es sólo una triste aberración de aquella casualidad con la que se fundó. Casualidad, porque había cerrado un acuerdo previo para otorgárselo al reputado escritor y articulista César González-Ruano.