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La receta del mayor experto mundial en borracheras y resacas
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crónicas etílicas de kingsley amis

La receta del mayor experto mundial en borracheras y resacas

Kingsley Amis, mito de las letras británicas, era un bebedor compulsivo. Un libro recopila sus desternillantes crónicas etílicas

Foto: El escritor londinense Kingsley Amis (Editorial Malpaso)
El escritor londinense Kingsley Amis (Editorial Malpaso)

Pocas novelas tan terroríficas como El extraño caso del Doctor Jekyll y Míster Hyde. O el horror de toparse con un trastorno brutal de la personalidad. Salvo que, bien pensado, los cambios de humor del doctor Jekyll no tienen nada de extraños: nos enfrentamos a tipos así a diario. Piense usted en ese compañero de oficina al que da los buenos días cada mañana, y cada mañana le responde invariablemente con un gruñido. Resulta que este sujeto hosco es el mismo sujeto que en la copa de Navidad de la empresa acabará a) bailando una congacon una corbata en la cabeza y b) haciéndole a usted lasiguiente confesióntras haberse bebido hasta el agua de los floreros: "Eres mi mejor amigo, te quiero, tío". El horror, el horror, en efecto. Más concretamente: el horror cómico.

La ingesta de cantidades industriales de alcohol como herramienta fulminante de sociabilidad es uno de los grandes temas de Sobrebeber (Malpaso, 2014), crónicas etílicas de Kingsley Amis (Londres, 1922-1995), mito de las letras británicas, autor de una de las grandes novelas cómicas del siglo XX (La suerte de Jim, 1954), padre del escritor Martin Amis y una de las mayores autoridades mundiales en el arte del beber, una afición jekyllianamente bipolar: Amis bebía, lo pasaba pipa, se desplomaba y al día siguiente teníaque lidiar con la peor resaca de su vida.Y vuelta a empezar.

Su extensa experiencia beoda le permitió escribir en vida hastatres libros de artículossobre cómo acabar a cuatro patas, recopilados ahora en Sobrebeber, glorioso cóctel etílico/literario de tres ingredientes: celebración (del beber), erudición e ironía.

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El libro, como no podía ser menos, arranca haciendo eses: con una selección de cócteles de armas tomar. Tenemos, por ejemplo, un brebaje llamado Tónico meridiano de Evelyn Waugh, compuesto por "un buen chorro de ginebra, una botella de Guinness y una cerveza de jengibre" (que se dice pronto). Amis explica así cómo activar labomba de relojería: "Poner la ginebra y la Guinness en una jarra bien grande y llenadla hasta arriba con cerveza de jengibre. No puedo asegurar que la atribución sea auténtica, pues me llegó de oídas, pero os aseguro que el mejunje os hará revivir, o algo parecido. Yo diría que dos dosis es lo máximo permitido".

El escritor, en efecto, parece tenerpredilección por la clase debebidacapazde resucitar a un muerto, como el Tigne rosa, cuya mera enumeración de ingredientes le hace a uno ver doble: "Un chupito de ginebra, un chupito de whisky, un chupito de ron, un chupito de vodka y un chupito de brandi". Oh, yeah.

O el Normandía, una insensata mezcla de calvados, sidra y angostura que suele entrar "con facilidad, pero puede gastar bromas pesadas: he visto a más de uno con la cabeza caída en la sopa tras haberlo ingerido a modo de aperitivo", escribe.

Amis disfrutaba con el tipo de brebaje que uno ingeriría si tuviera planes de invadir Polonia en los próximos minutos

El libro, claro, está repleto de anécdotas etílicas de primer orden. "En cierta ocasión compartí una botella de medio litro de aguardiente polaco (140 grados) con dos compinches. Sólo hablé dos veces; la primera, para decir 'deja de reír, que aún no puede haber subido', y la segunda, al cabo de muy poco tiempo, para añadir 'creo que me voy a la cama'".Amis disfrutaba, por tanto, con el tipode brebajeque uno ingeriría si tuviera planes de invadir Polonia en los próximos minutos...

El problema, claro, es el terrorífico día después. Aquí es donde Kingsley Amis lo da todo para tratar de paliar las futuras resacas de sus lectores. Y Sobrebeber se convierte en una de las guías más exhaustivas jamás publicadas sobre cómo lidiar con el malestar posterior al juergón.

Contra el terribledía después

El escritor comienza ofreciendo un poco de contexto literario a tan delicado asunto: "Algunos cuentos de Poe describen a la perfección la siniestra inquietud y los repentinos brotes de terror que tantos de nosotros podemos reconocer, y no hay que olvidar que el propio Poe tenía un problema con el alcohol... Es posible que el relato de Kafka, La metamorfosis, que empieza con el héroe despertando una mañana para descubrir que se ha convertido en una cucaracha de tamaño humano, constituya el mejor tratamiento literario. La imagen principal no puede estar mejor escogida, y resulta muy perspicaz la manera tan desagradable con la que todo el mundo trata al protagonista".

Ni se te ocurra darte una ducha fría. Puede aportarte un alivio momentáneo, pero le aplicaría a tu resaca un empujón formidable al cabo de media hora

Luego viene una batería de consejos para conseguir remitir esas agudas ganas de morir que le entran a uno tras una buena curda. Dado que la resaca es una enfermedad difícil de tratar, abundan las leyendas urbanas sobre cómo escapar del infierno. Por ello, el principal valor de las recetas de Amis consiste, sobre todo, en saber qué no debe hacer uno. "Ni se te ocurra darte una ducha fría. Puede aportarte un alivio momentáneo, pero, según mi experiencia (y la de otros), le aplicaría a tu resaca metafísica un empujón formidable al cabo de media hora, pudiendo conseguir que llegues a sentirte como una criatura de otro planeta. Puede que se deba a aplicar una terapia de choque a un sistema nervioso que ya se encuentra en dicho estado", explica.

Si uno se ducha, por tanto, que sea con agua hirviendo: "Tú te das un baño con el agua más caliente que puedas soportar. Y cuando ya no puedas más, levántate y date una ducha caliente; túmbate de nuevo y repite la secuencia...".

Más consejos de Amis: "Por muy mal que te notes, el estómago, nada de agentes alcalinos como el bicarbonato" e "intenta no fumar".

Por no hablar de esos remedios propios de la sabiduría popular que pueden acabar con uno en la tumba: "Recuerdo de mis años mozos una cosa terrorífica que se llamaba 'ostra de la pradera' y se suponía que te ayudaba a recuperarte. Consistía en un huevo crudo, brandi y salsa Worcester, y supongo que la idea iba de darle una patada a tu digestión para que se pusiera en marcha. Pero lo más frecuente era acabar sufriendo de mala manera durante un par de horas", razona el escritor.

Atajar la autocompasión

Según Amis, la resaca tiene dos patas: la física y la metafísica. El truco para luchar contra esta última es puramente psicológico: relativizar y no dejarse llevar por la desesperación: "Cuando esa mezcla inefable de depresión, tristeza (no son lo mismo), angustia, desprecio de uno mismo, sensación de fracaso y miedo al futuro empiece a imponerse, recuerda que lo que tienes es resaca. No te estás poniendo enfermo, no has sufrido una leve lesión cerebral, no haces tan mal tu trabajo, tu familia y tus amigos no han tramado una conspiración de silencio a tu alrededor para que no descubras que eres un mierda, no estás viendo por fin cómo es realmente la vida y no hay por qué llorar por la leche derramada".

El novelista recomienda leer a Alexander Solzhenitsyn para atajar la resaca por contraste vital

El escritor hastaofrece recomendaciones culturales contra la resaca. ¿Objetivo? Detener las clásicas oleadas de autocompasión que suelen afectar al resacado. El truco está en leer novelas protagonizadas por alguien más desgraciado que nosotros:nos animará por contraste: "Te sugiero el libro de Alexander Solzhenitsyn Un día en la vida de Iván Denísovich. No es demasiado deprimente, pero la visión que aporta de la vida en un campo de concentración soviético te hará el inmenso favor de sugerirte que hay mucha gente que debe aguantar bastante más de lo que tú (o yo) hayas soportado o debas soportar jamás, por lo que no mereces la más mínima compasión, propia o ajena".

Taza y media

Pero quizás por aquello de que la cabra tira al monte, Amis no puede evitar recurrir a la madre de todos los consejos míticos para fulminar una resaca: volver a beber cuanto antes. La clásica huída hacia delante en la que uno se la juega: el malestar puede dar paso a la euforia tras un par de tragos, en efecto, pero también puede ser que en dos horas la resaca regrese en proporciones monstruosas. El escritor recomienda al resacoso esperar a mediodía y beberse entonces un copita de algo llamadoUnderberg. Atentos a la pócima:

Finalmente el mejor remedio contra la resaca es arrojarte una bomba atómica etílica sobre las entrañas

"Se trata de un bíter extremadamente alcohólicoy parecido al Fernet Branca, pero más eficaz, según he podido comprobar. Viene en botellitas equivalentes a un trago doble en un pub y hay que apurarlo de un trago. El efecto que te causa en las entrañas, al cabo de unos segundos, es como el de arrojar una pelota de críquet a una bañera vacía; y las subsiguientes, aunque leves, convulsiones, así como los gritos de horror, son muy interesantes de observar. Pero, poco después, hace acto de presencia el bienestar y, muy a menudo, las cosas mejoran significativamente. A estas alturas, de una manera u otra, estarás preparado para enfrentarte al resto de la humanidad y compartir un agradable almuerzo", escribe.Conclusión: el mejor remedio contra la resaca es arrojarte una bomba atómica etílica sobre las entrañas... y que sea lo que dios quiera. Así están las cosas.

Mejor encontrarse mal

No obstante, tras páginas y páginas tratando de descubrir el método definitivo contra la resaca, Amis concluye que sería imprudenteacabar del todo con el malestar asociado al bebercio. Lo que oyen. "De vez en cuando atraviesa el Atlántico ese rumor de que los científicos estadounidenses están a punto de inventar una bebida alcohólica que no da resaca. Muy pronto habría un burbon o una ginebra que satisfagan a los entendidos, que aporten el impulso etílico de rigor y que a la mañana siguiente no nos hagan el menor daño. ¿De verdad? La idea me resulta imposible por varios motivos. Además de indeseable, la abolición de la resaca tendría efectos extremos y puede que peligrosos sobre nuestra civilización, pues desaparecería por completo la templanza. De todas formas, es de gran importancia seguir luchando contra la resaca como hasta ahora, día a día".

Algo de razón no le falta: ¿No estaríamos todo el día borrachos como cubas si la resaca no existiera? Piensen en ello...

PD: Aún a riesgo de ejercer de aguafiestas, este artículo no puede escamotear una información clave para entender en toda su complejidad al Jekyll/Hyde alcohólico que Kingsley Amis llevaba dentro: labebida acabó pasándole factura tanto a él como a sus seres queridos. Si quieren más información sobre su lado oscuro, deberán leer la autobiografía de su hijo,Martin Amis: Experiencia (Anagrama, 2001). C'est la vie, amigos.

Pocas novelas tan terroríficas como El extraño caso del Doctor Jekyll y Míster Hyde. O el horror de toparse con un trastorno brutal de la personalidad. Salvo que, bien pensado, los cambios de humor del doctor Jekyll no tienen nada de extraños: nos enfrentamos a tipos así a diario. Piense usted en ese compañero de oficina al que da los buenos días cada mañana, y cada mañana le responde invariablemente con un gruñido. Resulta que este sujeto hosco es el mismo sujeto que en la copa de Navidad de la empresa acabará a) bailando una congacon una corbata en la cabeza y b) haciéndole a usted lasiguiente confesióntras haberse bebido hasta el agua de los floreros: "Eres mi mejor amigo, te quiero, tío". El horror, el horror, en efecto. Más concretamente: el horror cómico.

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