Muere en Madrid el periodista Manu Leguineche, el padre de ‘la Tribu’

Manu Leguineche (Vizcaya, 1941) ha muerto. El ‘padre’ de los corresponsales de guerra junto a Enrique Meneses, desaparecido también el pasado año, ha abandonado definitivamente la atadura de la enfermedad que le mantuvo postrado en los últimos tiempos castigando una biografía que fue la sana envidia de sus compañeros y discípulos.

Autor de más de una decena de libros, fue “La Tribu”, en el que narra su peripecia y la de varios corresponsales españoles durante el golpe de Obiang contra su tío Macías en Guinea Ecuatorial, el que acuñó el nombre que de ese tiempo en adelante habría de describir a la raza de enviados especiales a las zonas en conflicto: la tribu. Todos, sin excepción -algo extraordinario en una profesión especialmente proclive a la envidia y la puñalada por la espalda- le reconocían como uno de los grandes, si no el que más.

La tribu le homenajeó hace unos años en Segovia, en los Premios Cirilo Rodríguez que anualmente distinguen a los mejores enviados especiales y corresponsales españoles. Allí acudió ya en silla de ruedas a recibir un premio honorífico que él ya había conseguido hace dos décadas. La apoplejía apenas le dejaba manejarse, y sus amigos –especialmente el fotorreportero Gervasio Sánchez y su mujer- intentaban que sus días en su casa de Brihuega fueran lo más soportable posible.

Toda su biografía, por entonces, se concentraba en sus ojos, a los que la enfermedad no había podido todavía conquistar. Sus coberturas en Guinea, Filipinas, la desintegración de Yugoslavia, las guerras del Golfo, la descolonización de Hong Kong… Toda una vida dedicada contar vidas y sucesos con su particular estilo didáctico desde que empezara en el semanario Gran Vía de Bilbao, pasando por el Norte de Castilla –donde era director Miguel Delibes- hasta fundar las agencias de noticias Colpisa o Fax Press. Pero siempre espoleado por su interés en contar y contar, desde su primera guerra –la de Argelia en 1961- a la “Yugoslavia, Kaput” que diera origen a uno de sus más de 24 libros. El último, con un título demoledor: “El club de los faltos de Cariño” (2007).

La profesión le reconoció en vida su labor como maestro de periodistas con un sinfín de premios: el Nacional de Periodismo en 1980; la Pluma de Oro, el Cirilo Rodríguez, el Godó, el Julio Camba, el Ortega y Gasset, el Espasa de Ensayo, el Euskadi y la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional en 2007.

Aquella noche en Segovia, rodeado de la mayoría de los premiados con el Cirilo Rodríguez –los Gervasio Sánchez, Rosa María Calaf, Tomás Alcoverro, Juan Cierco, Enric González, Ramón Lobo o el hoy secuestrado Javier Espinosa-, rodeado por sus ‘hijos’ de ‘la tribu’, la profesión empezaba a despedir a un maestro cuyo tiempo –ése en el que todas las guerras del mundo siempre tenían los ojos de un periodista para denunciarlas- agonizaba asediado por la crisis. Manu volvó de todas esas guerras "más sabio", pero también derrotado, porque "todas las guerras se pierden".Descansa en paz, Manu.

* Alberto Pérez Giménez es jurado del Premio Cirilo Rodríguez para enviados especiales y corresponsales