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La Primera Guerra Mundial habla desde las trincheras
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EL HORROR BÉLICO EN PRIMERA PERSONA

La Primera Guerra Mundial habla desde las trincheras

El Archivo Nacional del Reino Unido pone a disposición del público 2.000 diarios de los soldados británicos en el frente durante la Gran Guerra

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“Estoy sentado al sol en la trinchera. La lluvia que nos ha perseguido durante dos días ha cesado y el mundo debería parecernos maravilloso (…) pero la verdad es que es algo indescriptible. Trincheras, pedazos de equipo, ropa (probablemente manchada de sangre) municiones, gorras, etc. Pobres chicos muertos tirados por todas partes. Algunos son de los nuestros, otros de la Primera Brigada que pasó por aquí antes y muchos son alemanes. Todos los setos rotos y pisoteados, la hierba machacada sobre el barro, agujeros donde han caído las bombas, las ramas arrancadas de los árboles por las explosiones. Por todas partes los signos despiadados, duros y sombríos de la batalla y la guerra. Ya no puedo más”.

La descripción corresponde al 14 de septiembre de 1914, a la primera batalla de Aisne. Un mes antes de que el capitán británico JC Peterson escribiera estas líneas en su diario personal, alguien de su mismo batallón, el primero de Infantería del Sur de Gales, escribía secamente en el diario oficial: “A medianoche se ha declarado la GUERRA entre GRAN BRETAÑA y ALEMANIA. Nuestro batallón comienza a movilizarse. Todos los oficiales de permiso son llamados a filas y examinados por el médico”.

A medianoche se ha declarado la guerra entre Gran Bretaña y Alemania. Nuestro batallón comienza a movilizarse. Todos los oficiales de permiso son llamados a filas y examinados por el médico

Desde la semana pasada, y coincidiendo con el inicio de las conmemoraciones del centenario de la Primera Guerra Mundial, el Archivo Nacional del Reino Unido ha puesto a disposición del público copias digitalizadas de casi 2.000 diarios oficiales de guerra–cerca de 300.000 páginas- que permiten sumergirse en el día a día de las actividades de tres divisiones británicas de caballería y siete de infantería, las primeras que fueron enviadas a Francia y Flandes al arrancar el conflicto. Los responsables de cada batallón estaban obligados a dejar constancia escrita, con la minuciosidad propia de los británicos, de las actividades diarias de sus soldados: a qué hora se levantaban, a qué hora recibían la orden de atacar, cuántas bajas hubo, donde se paraban a dormir…

“El batallón se ha bañado y se ha lavado. El lugarteniente David ha vuelto del hospital” reza una entrada del 1 de agosto de 1918 correspondiente al regimiento de caballería 9th Queen Royal Lancers. “Nos hemos quedado en las trincheras. De vez en cuando cae una bomba” reza otra entrada de tres años antes.

placeholder Imagen de los diarios de guerra escritos en la Primera Guerra Mundial

Pero en la guerra, como en la vida, hay gente con debilidad por la literatura por lo que los diarios, en general concisos y asépticos como estos, también varían dependiendo de quién manejara la pluma. Los hay con minuciosos detalles sobre las batallas y la climatología, y otros donde se describen los movimientos de las tropas prácticamente paso a paso. El caso del diario del capitán Peterson es excepcional puesto que se trata de su diario personal, con su visión particular sobre la guerra, aunque está llena de detalles útiles para los historiadores.

“No tenemos todos los diarios oficiales, algunos nunca llegaron a nosotros así que algunos documentalistas optaron por incluir diarios personales con los que cubrir períodos que teníamos vacíos. Hay varios en nuestros archivos pero de momento sólo se ha digitalizado el del capitán Peterson, que arranca en agosto y finaliza el 25 de octubre de 1914. Unos días más tarde el capitán moría por heridas de guerra” explica a El Confidencial la portavoz del Archivo Nacional Rebecca Simpson.

Ofrecer online los diarios de las unidades que participaron en la Primera Guerra Mundial permite que la gente de todo el mundo descubra de forma individual las actividades, las historias y las batallas de cada unidad

En ocasiones el diario de este soldado recuerda a la novela antibelicista Sin novedad en el frente, del alemán Erich Maria Remarch, en la que la brutalidad, el dolor, el miedo y la muerte son narrados casi como en un susurro a través de un lenguaje sencillo y conciso que llega directo al corazón y que también adoptaba la forma de un diario, aunque sin fechas. En los escritos del capitán Petersen, también directos y sencillos, se describen grandes momentos de felicidad entorno a la comida, como los que vive su batallón al desembarcar en Francia en agosto de 1914 y aún no ha llegado a pisar el campo de batalla. “Madame ha matado uno de sus conejos para nuestro almuerzo y nos ha conseguido una botella de un vino de 24 años. El café, como siempre, delicioso”. En los días sucesivos Peterson sigue describiendo escenas idílicas con desayunos y cenas “gloriosos” en una Francia que ha recibido “jaleando” a los ingleses, donde las mujeres “se nos tiran encima para besarnos” y a quienes los franceses les regalan vino y cigarrillos in parar.

Es la euforia patriótica e ingenua previa a la masacre, sobre la que también escribió Remarch, sólo que él lo hizo en un libro de ficción –aunque basado en sus experiencias como veterano de la Gran Guerra, que llegaron también a Hollywood en la película homónima a su novela- y aquí todo es pura realidad contada casi al minuto con nombres y apellidos, como si fuera un blog pero con cien años de antigüedad. “Ofrecer online los diarios de las unidades que participaron en la Primera Guerra Mundial permite que la gente de todo el mundo descubra de forma individual las actividades, las historias y las batallas de cada unidad” explica William Spencer, especialista en archivos militares del Archivo Nacional Británico. “También crea la oportunidad para el público, los historiadores entusiastas, los familiares e investigadores de todo el mundo de explorar archivos que seguramente nos llevaran a nuevos descubrimientos y perspectivas sobre este importante periodo de la historia”.

placeholder Imagen de los diarios de guerra de la Primera Guerra Mundial

El horror de los hospitales de campaña alemanes, sobre los que también escribió Remarch en Sin novedad en el frente, no parece tener nacionalidad ni fronteras. Los ingleses vivieron el mismo horror, como relata Peterson en su diario el 16 de septiembre de 1914: “La imagen es aterradora: los heridos gritan pidiendo ayuda durante la noche pero no hay nadie para atenderles. Los médicos hacen lo que pueden pero las víctimas son muchas más de las que ellos pueden atender. También tenemos prisioneros y heridos alemanes, pobres tipos, están machacados y muertos de hambre. Estoy seguro que si se les diera una excusa razonable se rendirían en bloque”. Los diarios oficiales, en cambio, son mucho más secos y directos pero ofrecen información muy valiosa desde el punto de vista de la estrategia militar y harán salivar a los amantes de los detalles bélicos.

Con su publicación la institución también busca ayuda: en asociación con el Imperial War Museum y la web de proyectos ciudadanos de ciencia Zooniverse, han creado la Operación Diario de Guerra. “El objetivo es que la gente trabaje de forma voluntaria en la clasificación de los diarios. Se pide su colaboración para que marquen nombres, lugares, eventos y otros detalles que servirán para enriquecer el catálogo de las descripciones de cada diario. Además con todos los datos que se recaben los historiadores seguramente puedan llegar a comprender mucho mejor cómo se luchó exactamente en cada batalla” explica Rebecca Simpson.

El tener los archivos online permite que los voluntarios puedan trabajar desde su casa en cualquier parte del mundo y sientan que participan de alguna manera en las conmemoraciones del centenario. Una forma de crowdsourcing para ahondar en un pasado que hoy vuelve a revivirse con fuerza en Gran Bretaña, un país para el que la Primera Guerra Mundial sigue siendo la mayor tragedia nacional vivida por sus habitantes.

“Estoy sentado al sol en la trinchera. La lluvia que nos ha perseguido durante dos días ha cesado y el mundo debería parecernos maravilloso (…) pero la verdad es que es algo indescriptible. Trincheras, pedazos de equipo, ropa (probablemente manchada de sangre) municiones, gorras, etc. Pobres chicos muertos tirados por todas partes. Algunos son de los nuestros, otros de la Primera Brigada que pasó por aquí antes y muchos son alemanes. Todos los setos rotos y pisoteados, la hierba machacada sobre el barro, agujeros donde han caído las bombas, las ramas arrancadas de los árboles por las explosiones. Por todas partes los signos despiadados, duros y sombríos de la batalla y la guerra. Ya no puedo más”.

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