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La bala que pudo acabar con el fascismo en Europa
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Misión imposible: matar a Mussolini

La bala que pudo acabar con el fascismo en Europa

Un libro revisa la historia de la mujer que intentó asesinar a Benito Mussolini en los primeros años del régimen totalitario italiano

Foto: Ficha policial de Violet Gibson tras tirotear a Mussolini
Ficha policial de Violet Gibson tras tirotear a Mussolini

Lo que no mata, engorda. Literalmente. Benito Mussolini tenía una habilidad especial para salir reforzado políticamente cada vez que la muerte llamaba a su puerta. El 7 de abril de 1926, en los primeros y precarios años del fascismo italiano, una mujer irlandesa llamada Violet Gibson disparó contra el estadistaen la Plaza del Campidoglio de Roma. Falló por los pelos. La bala que pudo cambiarla historia de Europa acabó siendo la bala (instrumentalizada) sobre la que Mussolini asentó su régimen. Era la confirmación definitiva de que Benito, que ya había sobrevivido a varias muertes seguras, era indestructible. Un líder fuerte para una época de mano dura. Il Duce.

La mujer que disparó a Mussolini, ensayo de la escritora inglesa Frances Stonor Saunders que edita ahora Capitán Swing, rescata la figura deViolet Gibson de las catacumbas de la historia y la confronta con la de Benito Mussolini. Una mujer frágil, mística y desequilibrada contra un líder de masas viril, atlético y testosterónico. O comouno de los duelos de titanes más desiguales de todos los tiempos estuvo cerca de equilibrarse atentado mediante. Benito Mussolini y Violet Gibson, dos perfiles biográficos tan antagónicos que solo una de esas carambolas típicas del convulso siglo XX pudo llegar a cruzar.

Una vida azarosa

La historia de Violet Gibson es de traca. Hija de una poderosa familia de la oligarquía irlandesa de finales del siglo XIX, su padre, Lord Ashbourne, era el hombre fuerte del Parlamento británico en Irlanda. Un convencido de las bondades del dominio inglés en los años previos a que la histórica hambruna irlandesa diera paso al conflicto armado contra Londres.

placeholder Portada del libro

El destino de Violet, lánguida muchacha de vestido blanco, pamela adornada ysorbitos de té en porcelana china, estaba más que escrito: "Educación en casa hasta los doce años; lectura (no demasiada, ya que podría crear un exceso de pensamiento independiente); idiomas y modales", resumeel libro. Todo con un objetivo irrenunciable: "Casarse bien y consolidar así la respetabilidad de la familia angloprotestante".

Pero hete aquí que, dos décadas después, una Violet desarrapada y con patinazos mentales iba a intentar acabar con el fascismo a las bravas. Algo gordo había ocurrido entre medias para que la "antigua niña extremadamente delicada, condenada a guardar su energía más que a gastarla", decidiera empuñar las armas. Algo que Stonor Saunders explica en 400 páginas y que podemos intentar resumiren un sola frase: una toma de conciencia entre el arrebato místico y la urgencia revolucionaria.

Mística socialista

La muchacha llegó a la política mediante la religión: de las obras de caridad y los primeros contactos con las terribles condiciones de vida de los pobres irlandeses pasó a la militancia espiritual. Primero se apuntó a la teosofía, fundada por Helena Blavatski, corriente con tendencia al ocultismo: "A Anna Kingsford, presidente de la Logia de Teosofía de Londres, la visitó Juana de Arco, la Virgen MaríayAna Bolena" durante una sesión. Superen eso, amigos.

La teosofía apelaba a una conciencia mística universal. Y de ahí al socialismo... había un paso

Ocurre que la teosofía también apelaba a una conciencia mística universal. Y de ahí al socialismo... había un paso (grande, si se quiere, pero un paso, dada la agitación ideológica de principios del siglo XX). Teosofía: Todos unidos como hermanos sin distinción de raza, credo, sexo o color. Stonor Saunders lo resume así: "Era un concepto audaz, uno que se cruzaba con el pensamiento radical contemporáneo. Las feministas se unieron a ella como la única 'religión' que, entre las décadas de 1890 y 1920, propugnaba sistemáticamente la igualdad de los sexos; y con buenas maneras presionaron a los socialistas y a los fabianos en su campaña contra el materialismo (en La clave de la teosofía,Blavatsky describía a Jesús y a Buda 'predicandoel socialismo de tipo más noble y más alto, la abnegación hasta las últimas consecuencias')", aclara la autora.

Aristócratas en armas

A principios del siglo XX, la transformación deunadelicadaaristócrataenuna bomba de relojeríano tenía tanto de paradójico como podría parecer: "Las sufragistas y otras organizaciones abiertas a las mujeres de todos los continentes, religiones y afiliaciones políticas, tuvieron que emprender largos y costosos viajes para asistir a los mítines yparticipar en actividades, por lo que sólo podían tomar parte aquéllas con medios independientes o con talla nacional o internacional suficiente como para atraer contribuciones. Así que generalmente eran mujeres aristócratas y/o financieramente independientes quienes se hicieron pioneras de los derechos de las mujeres y de una amplia agenda de reformas sociales", escribe Stoner Saunders.

placeholder La joven Violet

La ruptura familiar se produjo cuando Violet decidió convertirse al catolicismo. La separación le causó un disgusto del que no acabaría de recuperarse mentalmente. Luego llegó su inmersión a trompicones en los ambientes bohemios londinenses y en los, ay, hospitales mentales europeos de la época. Violet Gibson quería ser otra persona, pero no encontró la manera de canalizar su mutación personal sin perder la cabeza por el camino. Aunque logró engancharse al movimiento pacifista contra la Gran Guerra y a otras propuestas políticas colectivas (algo no tan sencillo para una mujer de principios del siglo XX por muchos recursos económicos que tuviera), la muchacha acabó derivando hacia una conducta política individual, ensimismada y algo delirante. Violet no encontró sulugar en el mundo.

Las muertes de varios miembros de su familia tampocoayudaron a Gibson a mantener la cordura. En plenos felices años veinte viajó a Roma con una pistola, se internó en un monasterio y aguardó su momento para poder disparar al Papa (por su connivencia con el fascismo) o a Mussolini (por su traición al socialismo).

El joven Benito

Hasta aquí, las peripecias de Violet antes del día de autos. Lo curioso es que su destino se cruzó con el de Mussolini mucho antes de apretar el gatillo. En Suiza, en 1902, donde ella fue a tomar las aguas y él a buscarse la vida.

Un joven dormía a la intemperie en los bancos de los parques suizos. ¿Su nombre? Benito Mussolini

"Cuando Violet llegó a la deprimente villa junto al lago de Coppet, en la cercana Ginebra, un hombre joven dormía a la intemperie en bancos de los parques, o en una caja de embalaje bajo un puente o un baño público, encontrando trabajos precarios en la construcción o de carnicero". ¿Su nombre? Benito Mussolini.

Violet Gibson y Benito Mussolini, o como dos miembros de clases sociales antagónicas acabarían desclasándose para encontrar su destino. En unos años, Benito cogería el ascensor social hacia arriba y Violet hacia abajo.

Cuando coincidió con ella en Suiza, Mussolini tenía 19 años, le gustaba pelearse, llevaba en el bolsillo un medallón de níquel de Karl Marx y en su cabeza cocían a fuego rápido todos los ismos que en el mundo han sido.

placeholder Ficha policial de Mussolini, detenido por vagancia en Suiza en 1903

El sistema de creencias del joven Mussolini era una mezcla mal digerida de filosofía e historia política, regurgitada después con consecuencias desastrosas

"Los biógrafos han trabajado duro para identificar el sistema de creencias del joven Mussolini. Su principal característica ha sido descrita de forma ostentosa como 'maximalismo' -básicamente, una entrega al acto de la revolución, en oposición a la reforma.Siendo las autoridades del Estado los enemigos naturales, no sorprende que entre las experiencias de Mussolini en Suiza hubiera problemas con la policía, arrestos, encarcelamientos, expulsiones de un cantón a otro... Leyó vorazmente, una plétora de Kropotkin, Marx, Schopenhauer, Nietzsche, Blanqui, Kant, Sorel (de quien aprendió a designarse a sí mismo como un 'apostolo di violenza'), Hegel, Spinoza -devorados todos con impaciencia, al azar, de modo que 'sus opiniones filosóficas era siempre reflejo del último libro que había leído'".

La autora resume así el resultado político de aquella educación compulsiva: "Era una macedonia mal digerida de filosofía e historia política, regurgitada después con consecuencias desastrosas".

Una vez más, surgen los paralelismo entre Mussolini y Gibson, dos jóvenes cuyas conflictivas búsquedas personalestuvieron resultados inesperados. "La socialista ucraniana Angelica Balabanoff, quien tomó a Mussolini bajo su protección en ese momento, comentó: 'Nadie pudo ver en este joven de veinte años desconcertado y neurótico al hombre que iba a gobernar Italia'. Y nadie podía haber sabido que la joven aristócrata anglo-irlandesa Violet Gibson, también exiliada en Suiza, también sola, también atravesando terrenos difíciles de exploraciones filosóficas, y de verdad personal, intentaría un día asesinarle", resume el libro.

Un héroe de acción

El mito del Mussolini inmortal arrancaría durante su participación en la Gran Guerra, que resumió en un diario convertido luego en"parte esencial de la construcción fascista de Il Duce".Un festival de la hazaña bélica protagonizado por un indestructible solado capaz de sobrevivir a un proyectil austriaco que le entierra vivo bajo su trinchera: "Se las arregló para abrirse camino fuera, con la guerrera hecha jirones y con la cara ennegrecida sin un rasguño", cuenta Stonor Saundiers. Mussolini como un Bruce Willis antes de Bruce Willis.

placeholder Discurso a caballo

En palabras sacadas del diario bélico de Mussolini: "Mi especialidad era lanzar de vuelta las granadas de mano antes de que explotaran, un juego peligroso, pero si uno lo hacía con rapidez la podía lanzar a tiempo para que explotara en sus trincheras. Después enseñe a mis tropas la forma de manejar nuestras propias granadas. A menudo se tenía que encender la mecha cerca de la cara y con un cigarrillo, ya que las cerillas no duraban el suficiente tiempo para poder hacerlo, y después mantener la granada encendida en la mano durante unos segundos. Si no se hacía así daba tiempo a que ellos la lanzaran de vuelta. ¡Mis pobrecitos soldados! Todos temblaban, les castañeaban los dientes, mientras yo contaba gritando, marcando los segundos de uno a sesenta".

Realidad, exageración o ficción, el futuro iba a deparar a Mussolini varias oportunidades biográficas más para mezclar valentía, fanfarronería y buena suerte, como el atentado fallido de Violet Gibson, cuyo primer disparo rozó la nariz de Il Duce. Y cuyo segundo, la bala destinada a cambiar la historia de Europa, quedó encasquillada dentro del arma. Mussolini no solo salió ileso,sino que aprovechó el atentado para tapar un escándalo político destapado ese mismo día: horas antes del disparo de Gibson, había aparecido el cuerpo sin vida del periodista y político antifascista Giovanni Amendola, uno de los muchos opositores liquidados por la turba fascista durante el ascenso del régimen.

La bala fallida de Violeta Gibson acabó por desmelenar el mito invencible de Il Duce

La bala fallida de Violeta Gibson acabó por desmelenar el mito invencible de Il Duce. "Pio XI envío al cardenal Merry del Val para decirle a Mussolini en persona que está 'claramente protegido por Dios'. Un Dios extraño, éste, que le dice a Violet Gibson que dispare sobre Mussolini y después ordena a la bala que no le mate", resume paradójica Stonor Saunders.

Los jóvenes fans de Mussolini, por su parte, entraron en fase delirante. Una muchacha romana de 14 años, arrobada ante la evidente inmortalidad del estadista, le escribió la siguiente misiva:

"Duce, mi más querido Duce, nuestra vida, nuestra esperanza, nuestra gloria ¿cómo puede haber un alma tan perversa como para intentar privar a Italia de su brillante destino? Ah Duce, ¿Porqué no estuve yo allí? ¿Por qué no puede estrangular a esa asesina que hirió a nuestro ser Divino?... Duce, me gustaría tanto apoyar mi cabeza en tu pecho, y poder oír los latidos vivientes de Tu gran cabeza en tu pecho, y poder oír los latidos vivientes de Tu gran corazón... Cuando escuché las noticias, pensé que moriría porque te amo profundamente, como una pequeña fascista de los primeros tiempos... Yo, una pequeña pero ferviente fascista, con el lema favorito que resume lo que siente mi joven corazón por ti: Duce, ¡te ofrezco mi vida!".

Más vidas que un gato

La capacidad de Benito Mussolini para escapar a atentados mortales sin un rasguño bordeó lo autoparódico durante toda su vida

La capacidad de Benito Mussolini para escapar a atentados mortales sin un rasguño bordeó lo autoparódico durante toda su vida. "Uno de sus primeros biógrafos escribió que tenía tantas heridas que recordaba a 'San Sebastián con la carne perforada por las flechas'... Mussolini atesoraba experiencias cercanas a la muerte: duelos (combatió en al menos dos en 1919, y en uno en 1929), accidentes de avión (en marzo de 1921 un avión que él mismo pilotaba cayó en picado y se estrelló, salió con sólo unos rasguños en la cara y una rodilla torcida). Y explosivos. Poco antes de la Marcha sobre Roma, en octubre de 1922, una bala le rozó un oído cuando un squadrista eufórico disparó su pistola al aire".

Pese a que la muerte parecía acecharle a cada paso, Mussolini no parecíaalteraselo más mínimo. El libro recoge unaanécdota desu época deeditorde un periódico milanés, antes de asaltar elGobierno."Solía tener varias bombas y granadas de mano en su escritorio, 'por si sus enemigos le atacaban'. Una vez, mientras escribía uneditorial, 'se prendió una mecha de una de esas bombas al dejar accidentalmente su cigarrillo sobre ella. Un ayudante gritó al percatarse de que la mecha estaba ardiendo lentamente. Levantando la vista, Mussolinila apagó con sus dedos y siguió escribiendo el editorial'. 'Me gusta vivir peligrosamente', le gustaba decir a Mussolini'", que sobrevivió a cuatro atentados. Todos ellos fueron instrumentalizados para afianzar su poder y acelerar su deriva represiva y totalitaria.

La broma llegó a su fin el 28 de abril de 1945. La mezcla de potra, osadía, inconsciencia política y terror que caracterizó al fascismo italiano acabó, como no podía ser de otra forma, como el rosario de la aurora. Mussolini y su amante fueron fusilados por partisanos comunistascuando intentaban darse a la fuga tras el desmoronamiento bélico italiano. Sus cadáveres fueron sometidos a vejación y escarnio público en Milán. Colgados boca abajo y desfigurados.

El guiño histórico a Violet Gibson, su dosis de justicia poética y retrospectiva, llegó por fin, aunque fuera de un modo tangencial: la amante colgada junto a Mussolini no era otra que Clara Petacci, la arrobada niña de 14 años que había escrito una encendida carta de amor al Duce tras el atentado de Gibson. Repetimos: "Yo, una pequeña pero ferviente fascista, resumo lo que siente mi joven corazón por ti: Duce, ¡te ofrezco mi vida!",escribió Petacci en 1926. Dicho y hecho.Amores (fascistas) que matan.

Lo que no mata, engorda. Literalmente. Benito Mussolini tenía una habilidad especial para salir reforzado políticamente cada vez que la muerte llamaba a su puerta. El 7 de abril de 1926, en los primeros y precarios años del fascismo italiano, una mujer irlandesa llamada Violet Gibson disparó contra el estadistaen la Plaza del Campidoglio de Roma. Falló por los pelos. La bala que pudo cambiarla historia de Europa acabó siendo la bala (instrumentalizada) sobre la que Mussolini asentó su régimen. Era la confirmación definitiva de que Benito, que ya había sobrevivido a varias muertes seguras, era indestructible. Un líder fuerte para una época de mano dura. Il Duce.

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