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Los lingüistas fortalecen el escrache, a pesar de los políticos
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Fundéu BBVA la señala como palabra de 2013

Los lingüistas fortalecen el escrache, a pesar de los políticos

El comisario Eugenio Pino ordena a sus subordinados: no quiere oír hablar de escrache. Lo borren, el diccionario de la Policía no puede contener una palabra

Foto: Abril. Cerca de 50 personas protestaron ante la casa de Cristóbal Montoro. (Efe)
Abril. Cerca de 50 personas protestaron ante la casa de Cristóbal Montoro. (Efe)

El comisario Eugenio Pino ordena a sus subordinados: no quiere oír hablar de escrache. Lo borren, el diccionario de la Policía no puede contener una palabra como esa que camufla “acosos, amenazas y coacciones”. El número dos del Cuerpo Nacional de Policía era estricto el pasado abril ante las movilizaciones ciudadanas. “Siguiendo instrucciones del director adjunto operativo, se comunica que, a partir del día de la fecha, todas las comunicaciones, escritos y diligencias en las que se notifique que se han producido acosos, DEJARÁ DE UTILIZARSE EL TÉRMINO ESCRACHE”, las mayúsculas son de la orden.

Pino imputaba a las manifestaciones y los manifestantes, contra el diccionario y la lengua. Y al hacerlo parecía demostrar el poder que tiene la palabra, más allá de las tapas académicas de un tomo que regula la realidad del ciudadano. Las fuerzas del orden se mostraron molestas y amenazadas por una fuerza abstracta, que no se esconde en una capucha, ni rodea el Congreso.

La grieta entre la política y la lingüística que produjo la herencia de una semilla de padres desconocidos –sólo sabemos de sus orígenes que hizo un largo viaje trasatlántico desde Uruguay o Argentina hasta nuestras plazas-, ha sido el hecho excepcional de 2013. Tanto como para que así lo reconozca la Fundación del Español Urgente BBVA, que por primera vez en sus ocho años de vida ha señalado una palabra que representa un año.

Enriquece el español

"Escrache" alude a las manifestaciones convocadas frente a los domicilios de políticos y otros personajes públicos. "Buscábamos una palabra que tuviera cierto interés desde el punto de vista lingüístico, bien por su origen o por cómo está formada, y que haya estado en el primer plano de la actualidad en los últimos meses", explica el director general de la Fundéu BBVA, Joaquín Muller.

Los filólogos y periodistas que trabajan en la organización destacan la polémica y la rapidez con la que ha sido adoptada para definir estas situaciones por la calle y los medios. Casi tanta como la intención por los políticos y sus aledaños para borrarla del mapa, después de haber sido popularizada durante las protestas organizadas en los primeros meses de 2013 por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

"Conviene destacar el valor que tiene el viaje transatlántico de esta palabra. Un hecho lingüístico que cada día se produce con mayor frecuencia y rapidez y que resulta un elemento enriquecedor del español, sumando aportaciones propias de la lengua de una comunidad al resto de comunidades de habla hispana", añade Muller.

La fundación está constituida por la Agencia EFE y el BBVA, trabaja asesorada por la Real Academia Española y tiene como principal objetivo “velar por el bueno uso del idioma en los medios de comunicación”. Entre la lista de favoritas había varios vocablos que hacían referencia a la cruda realidad española: "copago", "emprender", "ere" -la forma lexicalizada de la sigla ERE-, "quita" y "austericidio".

Al margen del diccionario

No busque la palabra en el Diccionario de la Real Academia Española, no aparece. La Academia está a tiempo de incluirla entre las nuevas referencias para la nueva edición, que verá la luz el próximo octubre, veremos si es tan atrevida como la Fundéu BBVA y ofrece a la palabra el protagonismo que ha tenido.

Sí puede hallar el verbo “escrachar”. Expresión coloquial propia del español rioplatense con doble significado: “romper, destruir o aplastar” y “fotografiar a una persona”. La primera está en la línea de la comparación que en su día hizo la secretaria del PP, María Dolores de Cospedal, quien comparó estos actos de protesta con “nazismo puro”. El Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española, añade que en esos países significa también “dejar en evidencia a alguien”.

Este repertorio también incluye la definición que popularizó el término: “Manifestación popular que denuncia contra una persona pública a la que se acusa de haber cometido delitos graves o actos de corrupción y que en general se realizan frente a su domicilio o en algún otro lugar público al que deba concurrir la persona denunciada”. El viaje trasatlántico del “escrache” partía en los noventa, desde los ciudadanos argentinos y uruguayos que denunciaban el silencio y la impunidad con la que eran tratados los responsables de los asesinatos y crímenes de sus dictaduras.

Sobre su origen también se plantean varías líneas de descendencia: podría ser hijo italiano de “schiacciare” (“aplastar, astillar, machacar”), o genovés “scraccâ” (“destruir”). De Italia pasan al español gracias al lunfardo. Hay otra derivada, además de los argentinos que parten del país transalpino, que establece una descendencia anglosajona, del verbo “to scrach” (“arañar, rasguñar, marcar”).

Escrache es una palabra que apunta y duele. Una palabra que señala y fastidia. Ahora reclama un hueco en el diccionario, a pesar de quienes la sufren.

El comisario Eugenio Pino ordena a sus subordinados: no quiere oír hablar de escrache. Lo borren, el diccionario de la Policía no puede contener una palabra como esa que camufla “acosos, amenazas y coacciones”. El número dos del Cuerpo Nacional de Policía era estricto el pasado abril ante las movilizaciones ciudadanas. “Siguiendo instrucciones del director adjunto operativo, se comunica que, a partir del día de la fecha, todas las comunicaciones, escritos y diligencias en las que se notifique que se han producido acosos, DEJARÁ DE UTILIZARSE EL TÉRMINO ESCRACHE”, las mayúsculas son de la orden.