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Nino Bravo y el popfranquismo
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Guille Milkyway reinventa El mito del cantante

Nino Bravo y el popfranquismo

El líder de La Casa Azul "tunea" el repertorio de Nino Bravo y habla sobre la conflictiva memoria pop del franquismo

Foto: El líder de La Casa Azul rinde tributo a Nino Bravo.
El líder de La Casa Azul rinde tributo a Nino Bravo.

Guille Milkyway (Barcelona, 1974) es lo más parecido que tenemos a un alquimista pop. Vive volcado en su grupo, La Casa Azul, pero también participa en bandas sonoras (tiene un Goya), firma canciones para series infantiles (Jelly Jamm) o escribe cuñas publicitarias (desde Amo a Laura hasta campañas de Nesquik). Su proyecto más reciente consiste en 'tunear' el repertorio de Nino Bravo, legendario cantante valenciano fallecido en accidente de tráfico hace cuarenta años. Hablamos con Milkyway de este último álbum, titulado En libertad, ideal para un debate sobre pop y memoria histórica.

¿Qué te atrae más de la música de Nino Bravo?

No es alguien a quien tenga mitificado, ni siento fascinación por su figura. Dicho esto, me parece un gran cantante, al que llevo escuchando de forma activa desde niño. Me interesa su tratamiento de la épica, ese barroquismo en los arreglos orquestales y en los que no son orquestales. Trata la música romántica con mucha modernidad. Una pieza como "Te quiero, te quiero" tiene líneas de bajo y percusión que son casi funk. Es algo inaudito en la historia de la música melódica, como poco en España.

Hace poco comentabas que "en este país somos incapaces de separar el arte de la política". ¿Quieres decir que a artistas como Nino Bravo se les hace de menos por haber surgido durante el franquismo?

A veces, tengo esta impresión. Parece que todo lo anterior a la movida sea cutre, fachoso y casposo. En Cataluña pasó algo parecido con la nova cançó, que se llevó todo el protagonismo por su trascendencia política. En realidad, en esa época, en Barcelona se grabaron discos buenísimos de jazz y había una escena yeyé muy potente. Que no fueran activos en cuestiones políticas no les debe quitar méritos musicales. Yo me veo capaz de escuchar una canción sin asociarla al momento político en que nació. Veo bien conocer el contexto, pero sin que influya en que te guste o no.

Entiendo lo que dices, pero me cuesta separar arte y política. Por ejemplo, en la última gira de La Casa Azul, me sentía extraño con las proyecciones de imágenes de Raphael o Julio Iglesias. Ambos han hecho cosas con mérito artístico, pero es una ética y estética que me resultan demasiado ajenas.

Bueno, esas imágenes se meten en la canción "Europa Superstar", que contrapone el jolgorio de Eurovisión con el momento caótico y catastrófico a nivel político que vive Europa ahora mismo. Me refiero a la pérdida de los valores que nos distinguían de EEUU, por ejemplo la defensa de los servicios públicos. La letra habla, en tono irónico, de celebrar la muerte del Estado del bienestar. En teoría, era una posición que el continente tenía asumida, pero se ha visto que no.

Julio Iglesias es discreto, pero Raphael todavía reivindicaba el franquismo de manera explícita en 1996. Además, la canción "Digan lo que digan" es una réplica despreciativa de las rebeliones democráticas de 1968. Puedo intentar disfrutarla, pero él no lo pone fácil.

Hay cosas que cuestan, pero es que si nos ponemos así habría que tirar a la basura la mitad de la historia del arte. Si investigas la vida personal de Picasso, lo mismo ya no disfrutas de sus cuadros. Hay gente incapaz de leer a Vargas Llosa por sus posiciones políticas. Por el otro lado, claro, están quienes escuchan a Raphael o Nino Bravo por nostalgia política de aquella época, que directamente es una actitud horrible. A mí me da igual Raphael y me da igual Julio Iglesias, lo que me gusta es ponerme una canción y disfrutarla. Pero entiendo lo que dices. Ya de entrada, hay canciones que no me interesan por el tema que tratan, por ejemplo "Libre" de Nino Bravo. Esa canción no la haría nunca.

¿Lo dices por la historia que trata? Está inspirada en la noticia de un joven que intentaba huir de la República Democrática Alemana y fue asesinado por soldados de su país. Sin duda, el tipo de mensaje que las autoridades franquistas estarían encantadas de escuchar en 1972.

Claro, algunos conceptos son un poco trampa. La libertad es uno de ellos. Se puede usar de muchas maneras y tiene que sintonizar mucho con tu sensibilidad para que te emocione. Y eso que Nino Bravo no era alguien especialmente cercano al régimen de Franco. Todo esto que hablamos también tiene que ver con la anglofilia. Quiero decir que escuchamos figuras inglesas o estadounidenses y casi nunca intervienen estos factores políticos, nos llegan sin esas cargas.

¿Tú has superado los prejuicios por completo? Cuando haces sesiones de 'disc-jockey', ¿pinchas Raphael o Julio Iglesias con la misma naturalidad que "Love is in the air"?

Totalmente. Sé que pinchar a Julio Iglesias en según qué sitios puede sonar esnob o incluso freak. Hay que aclarar que esa no es mi intención. Pongo sus canciones por el mismo motivo que pondría Elvis, los Commodores o los Jam. Además, no hay necesidad de reivindicar: en muchos locales donde he pinchado la gente tiene discos de Julio Iglesias y Raphael en sus casas. Reivindicar para mí es ir a una sesión del Marula en Barcelona y pinchar la cara B de un single de soul de los setenta del que se hicieron diez copias.

¿Qué canciones pones de esos artistas cuando pinchas un club de modernos o en el Festival de Benicàssim?

Ahora recuerdo "Un día tú, un día yo", de Julio Iglesias, porque me gusta el llamado "sonido Costa Fleming", esas producciones de Juan Carlos Calderón influidas por la música disco de la época. Esa melodía la canta Julio Iglesias como podría haberla cantado Barry White. De Raphael, he pinchado mil veces singles de su etapa beat o yeyé.

Supongo que tu público tendrá otros prejuicios, ¿no?

Eso nunca se sabe. He pinchado rumba en locales donde a priori nadie escucha rumba. Funciona si hay empatía, aunque nunca sabes por qué baila el público. Es como los programas de humor: quizá todos los espectadores se rían, pero nunca sabes los motivos que tienen para hacerlo. Un ejemplo muy claro es Torrente: en algunas escenas, se parte todo el cine, pero unos lo hacen por la vertiente irónica y otros porque piensan que el protagonista está diciendo las cuatro verdades que nadie más se atreve a soltar en España. A mí me pasa cuando pincho "Yo quiero bailar" de Sonia y Selena. Siempre hay alguien en la pista que te mira en plan "he pillado el chiste" y para mí no hay chiste, simplemente me parece una canción buenísima. He tenido respuestas parecidas al poner el primer elepé de Los Chorbos. Antes me molestaba, ahora no tanto. Poco a poco, se va quedando contigo el público que te entiende mejor.

¿Alguien ha tachado ya de sacrilegio tu disco de Nino Bravo?

Supongo que sí, es un comentario clásico, pero tengo por norma no escuchar las críticas porque me afectan demasiado, me producen una sensación de impotencia absurda. Para mí, los prejuicios son siempre un error. No veo sentido en llamar sacrilegio a usar material antiguo para una nueva grabación. Toda la evolución del hip-hop y el turntabilism es un juego con grabaciones antiguas.

¿Qué objetivo te marcabas con el disco de Nino Bravo?

Mi ambición era no destrozar las canciones, que es algo que no siempre se consigue en este tipo de proyectos. Quise hacer un álbum sin demasiadas pretensiones. No buscaba modernizar a Nino Bravo, ni acercar su figura a la gente joven, ni esas tonterías que se suelen decir. Simplemente le he dado una vuelta: enfocas el sonido desde otro punto de vista. En este terreno, se han hecho muchas cosas chulas, sobre todo remezclas. Pienso en el trabajo de Dimitri From Paris con canciones de la época disco o en todas las remezclas de sellos legendarios de jazz como Verve o Blue Note. Se nota que están hechas por gente que siente amor por esas grabaciones. También es chulo aquel remix de "A Little Less Conversation" de Elvis Presley. Lo que a mí me da error es cuando alguien dice "este material es muy antiguo y voy a venir yo para enderezarlo". Tiene que haber amor y respeto previo. Con el disco de Nino Bravo, también buscaba pasármelo bien, cosa que he logrado, aunque me he encontrado muchos obstáculos técnicos. Las pistas se caían y eso dificulta mucho las cosas. Creo que en este país no se han cuidado mucho los archivos de la historia del pop.

¿Habrá nuevo disco de La Casa Azul en 2014?

Espero que sí. No lo tengo muy claro, pero en líneas generales no se va a distanciar mucho del anterior, La polinesia meridional (2011). Acabé ese disco queriendo que fuera más largo. El nuevo será un poco lo de siempre: hablar un poco de mis penas, en general (risas). Me gustaría hacer algo menos pesado. Es como quedar con un amigo al que quieres mucho para contarle algo. En principio, buscas hacer ligero el relato, que suene interesante, pero al final es tu amigo y le sueltas todos los detalles a máxima potencia. Hacer una canción ligera es algo muy complicado.

Guille Milkyway (Barcelona, 1974) es lo más parecido que tenemos a un alquimista pop. Vive volcado en su grupo, La Casa Azul, pero también participa en bandas sonoras (tiene un Goya), firma canciones para series infantiles (Jelly Jamm) o escribe cuñas publicitarias (desde Amo a Laura hasta campañas de Nesquik). Su proyecto más reciente consiste en 'tunear' el repertorio de Nino Bravo, legendario cantante valenciano fallecido en accidente de tráfico hace cuarenta años. Hablamos con Milkyway de este último álbum, titulado En libertad, ideal para un debate sobre pop y memoria histórica.

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