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¿Es posible un reality show con Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías?
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la rai crea un 'talent show' para escritores

¿Es posible un reality show con Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías?

Rai 3 lanza un ‘talent-show’ de escritores que premia al ganador con la edición de 100.000 copias de su primera novela. Varios escritores analizan el formato

Foto: Imagen del programa de televisión italiano
Imagen del programa de televisión italiano

Salvo que el autor sea Jack Nicholson en El resplandor, asistir al proceso de escritura de una novela es tan fascinante como observar el proceso de secado de una pared recién pintada o, como decía Gene Hackman de cualquier película de la Nouvelle Vague, ver crecer una planta (en tiempo real).

El autor suele estar a solas, sepultado por colillas y papeles, con aspecto de recién fugado de un oligofrénico. Y es lento. Muy lento. Monty Python ironizaban sobre el asunto en el gag Novel Writing, en el que radiaban con la retórica eufórica y el tono anfetamínico de carrusel deportivo radiofónico los primeros días de escritura de El regreso del nativo, de Thomas Hardy.

Sin embargo, y aunque el autor escribe en la más miserable intimidad y con el tiempo como aliado y enemigo, la cadena italiana Rai 3 acaba de arrancar un talent-show para buscar al nuevo novelista del momento. ¿Acaba de justificar todo ese desvarío con la treta de que todo era un sueño del protagonista? Nominado. ¿Ha usado la imagen "sus dientes eran perlas"? Usted sí que lo es, fuera. ¿De dónde saca esa manía de adjetivar delante del sustantivo? ¡Eso es peor que ponerse los calzoncillos por fuera! Abandone usted el plató.

Producido por los responsables de American Idol, de la versión china de Tú sí que vales y del Factor X de Indonesia, Masterpiece se ha estrenado ya cosechando, incluso, alguna crítica amable.

En un mercado editorial en el que las ventas caen como un torpedo herido y en el que las perspectivas de una vida acomodada de los autores son casi una entelequia, este reality de talentos propone un curioso premio: un acuerdo con la editorial Bompiani para que se editen 100.000 copias (no sobra ningún cero) de la obra del ganador. En un mes se presentaron hasta 5.000 letraheridos con el cajón (o el disco duro) lleno de inéditos.

No estamos ante el nuevo capítulo de la serie distópica Black Mirror. Y, sin embargo, tres novelistas (Andrea de Carlo, Giancarlo de Cataldo y la americana de origen africano Taiye Selasi) son aquí el equivalente de David Bisbal, Risto Mejide o Alberto Chicote. El jurado, sentado a una espectacular mesa plateada; el plató, tan megalómano como el de los más exitosos talent shows musicales. Ellos deberán, evaluando tanto su personalidad como sus habilidades para el tecleo y la fabulación, elegir a La voz (literaria).

No-ficción, 3, 2 o 1

Ante ese panel de expertos, los concursantes parapetados tras sus ordenadores (una estampa similar a la vivida en festivales literarios como Kosmopolis, allí con autores publicados) deberán teclear como jack torrances desquiciados a partir de unas pruebas previas. Los concursantes pueden pasar un día con una persona invidente, ver una boda e imaginar que le birlan la novia al novio o acudir a un salón de bailes añejos para luego escribir, en vivo y en directo, bajo los focos y delante del jurado (y de todos los televidentes).

Los novelistas se dividen entre los que escriben desnudos y los que escriben en traje de lino, como Tom Wolfe. Esa idea habría que trasladarla al programa

Algo tan íntimo como la escritura, que se suele ejecutar con el peor pijama (a veces con mitones), acapara aquí todas las miradas. "Ronald Sukenick ya decía que los novelistas se dividen entre los que escriben desnudos, como él mismo hacía, y los que escriben en traje de lino, como Tom Wolfe. Esa idea habría que trasladarla al programa, sería muy reveladora", apunta el intelectual y escritor Eloy Fernández-Porta, explorador incansable de nuevos formatos literarios, que opta, con sorna, por buscar un "Fernandisco Dragó, mitad 40 Principales época ochentosa, mitad Negro sobre blanco con poetas bucólicos".

En el primer episodio se presentó una profesora retirada que había escrito sobre una saga siciliana y un abogado romano que imaginó una fábula sobre el amor triturado. Ganó el segundo, que luego tendría que defender su novela ante un invitado famoso durante 59 segundos y en un ascensor. El frenético mundo del escritor.

Borja Cobeaga, cineasta cómico de éxito (Pagafantas) y conocedor de la telerrealidad (se fogueó realizando programas como Gran Hermano y Confianza Ciega), no acaba le acaba de ver el dinamismo a la propuesta: "¿Qué se va a ver? ¿Cómo escriben? Para eso que hagan un talent show sobre contables porque lo que aparecerá en pantalla va a ser parecido. Quizás esperen ver a gente bebiendo porque no encuentran inspiración o buscando a la musa en cada esquina de la habitación, literalmente. Imagino que incluso ver escribir a Hemingway o Truman Capote sería aburrido. Es sólo un tipo o tipa tecleando, por el amor de dios", aunque considera que "cualquiera que exponga su obra al público tiene un ego lo suficientemente grande como para exhibir no sólo su trabajo sino también su proceso".

Para eso que hagan un talent show sobre contables porque lo que aparecerá en pantalla va a ser parecido

Si bien en un primer momento el Gran Hermano español contó con la colaboración del filósofo Gustavo Bueno, Alessandro Baricco, habitual en otros espacios sobre libros de la televisión italiana, declinó la oferta. Otros autores consideran que incluso una idea aparentemente descabellada puede reverdecer un poco el erial del mundo de la edición.

Jordi Carrión, aplaudido ensayista que suele trazar conexiones improbables pero certeras entre televisión y literatura o escritura audiovisual, apuesta por la pericia en el montaje para que el formato no sea tan estático y ve bien, con reservas, que se sabotee la imagen del escritor en su atalaya: "Me parece perfecto. Ningún lugar sagrado. Sería interesante hacer uno de vocaciones religiosas. Lo digo en serio. La Iglesia necesita nuevos talentos; en la literatura, en cambio, sobran escritores".

Estoy algo atascado con El Por Camino de Swann… I Like.

La idea presecular del escritor como animal semimitológico quedó descartada hace tiempo. Dickens editaba su propia revista y Herodoto pagó un primer tour de promoción. La mayoría de escritores están acostumbrados a perpetrar, de forma más tímida o aparatosa, cierto autobombo en sus perfiles de Twitter o Facebook. Esto podría ser un paso más allá de esa exposición pública.

Juan Soto Ivars, Premio Ateneo Joven de Sevilla y autor muy activo en la red, no se escandaliza: "Viendo los comentarios anónimos de los blogs literarios, que parecen Salsa Rosa, me parece el siguiente paso lógico en la cadena decadente de la vida literaria. Es curioso que las frases más populares de los escritores españoles ("Yo he venido a hablar de mi libro", "Absorbo agua por el culo", "El milenarismo va a llegar") no estén en sus libros, sino que se hayan dicho en la tele". Y añade: "Creo que la exposición en redes va con el temperamento de cada cual. Desde que salió mi novela, Facebook ha sido el medio por el que me llegan más opiniones de lectores a los que conozco en persona, lectores reales que no son críticos ni se dedican a esto. ¿Cómo me voy a quejar de Facebook?".

Es curioso que las frases más populares de los escritores españoles ('Yo he venido a hablar de mi libro', 'Absorbo agua por el culo', 'El milenarismo va a llegar') no estén en sus libros, sino que se hayan dicho en la tele

Los escritores que se venden

Ivars, de hecho, opina que "en España leen literatura entre 5.000 y 8.000 personas. Los editores necesitan conquistar al gran público, a los no lectores, para seguir publicando a autores literarios, que no venden. Sin duda, un programa como éste colocaría un nombre nuevo en la galaxia de los escritores que escriben para un público no lector".

Cobeaga ve el asunto como una especie de Premio Planeta con escaparate, pero, en todo caso, cree que el programa "beneficiará a un tipo de literatura muy concreto, como pasa con la música. No digo que eso sea malo, sólo que será así".

Finalmente vivimos en una sociedad del espectáculo y, en muchos ejemplos a nuestro alcance, lo espectacular estimula la lectura

De la dimensión comercial de un espacio así, de la posibilidad de que dispare algunas ventas, Carrión opina: "Finalmente vivimos en una sociedad del espectáculo y, en muchos ejemplos a nuestro alcance, lo espectacular estimula la lectura (Juego de Tronos, The Walking Dead, la Política Española, Andreu Buenafuente). En términos de mercado sería beneficioso y permitiría a grandes editoriales publicar, con ese dinero, buena literatura".

Fernández Porta va un poco más allá: "Por lo menos no invitaría a dejar de leer para siempre, eso ya sería un progreso, y sin duda crearía fenómenos de venta en punta. Pero en lo de leer yo no sería muy optimista. Hacer una prensa literaria que sea como el¡Hola!es menospreciar al lectory no veo que eso haya generado ningún gran cambio. Por otra parte, y siguiendo con las analogías televisivas, las series sobre hospitales pueden despertar vocaciones médicas pero no hacen que la gente adquiera la vocación de ponerse mala".

Pero, ¿sería posible en España? ¿A quién se contrataría como jurado? Carrión apuesta, "sin duda", por Cristina Fallarás, Arturo Pérez Reverte y Javier Marías, mientras que Soto Ivars exhumaría a un par de plumas, Cela y Umbral, y les añadiría a Arrabal.

Cobeaga también colocaría a este último, pero junto con Vila-Matas y David Trueba, si bien cree que los elegidos por la productora serían Elvira Lindo, "la de El tiempo entre costuras" y Juan Manuel de Prada. Porta apuesta por un tridente para diversos paladares: "Para un buen jurado haría falta un novelista que nos caiga bien a todos (Andrés Neuman), un crítico que Odie el Capitalismo y sus Pompas (Constantino Bértolo), una escritora digital (Luna Miguel) y una poeta que además sea actriz (Déborah Vukusic)".

Salvo que el autor sea Jack Nicholson en El resplandor, asistir al proceso de escritura de una novela es tan fascinante como observar el proceso de secado de una pared recién pintada o, como decía Gene Hackman de cualquier película de la Nouvelle Vague, ver crecer una planta (en tiempo real).

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