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‘Dos jinetes en la playa’, las mentiras de la familia Gurlitt
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la obra de Max Liebermann, símbolo del expolio nazi

‘Dos jinetes en la playa’, las mentiras de la familia Gurlitt

La obra de Max Liebermann ha sido reclamada por un heredero del coleccionista judío David Friedmann, al que pertenecía antes de ser expoliada por los nazis

Foto: 'Dos jinetes en la playa', de Max Liebermann
'Dos jinetes en la playa', de Max Liebermann

La historia de Dos jinetes en la playa, del pintor alemán Max Liebermann, es un símbolo no solo del expolio al que fueron sometidos los coleccionistas judíos durante la época nazi, sino también de las mentiras con que la familia Gurlitt ha intentado legitimar su posesión del llamado "tesoro de Múnich".

Este cuadro forma parte de las más de 1.400 obras de arte encontradas en el piso de Cornelius Gurlitt en el barrio muniqués de Schwabing. Es una de las obras bajo sospecha de haber pertenecido a judíos perseguidos por el nacionalsocialismo y, como tal, está entre los que han sido publicados en la plataforma www.lostart.de, un proyecto financiado por el Gobierno Federal alemán y por todos los Estados Federados de Alemania que ofrece información sobre las obras de arte robadas por los nazis.

Dos jinetes en la playa, según han recordado medios de comunicación alemanes, perteneció al coleccionista judío David Friedmann que lo había comprado en 1905 en el galería Casirer de Berlín. Friedmann cedió el cuadro para exposiciones en muchas ocasiones y por ello, como recuerda en su edición de hoy el diario Süddeutsche Zeitung, la obra era de su propiedad. Lo cual está documentado en diversos catálogos.

El cuadro debió pertenecer a Friedmann al menos hasta 1938. A partir de esa fecha muchos coleccionistas se vieron obligados a vender sus obras a precios muy bajos para pagar los impuestos especiales que les impuso el nacionalsocialismo. Es probable, sin embargo, que el cuadro haya estado en su casa de Breslau, en la actual Polonia, hasta su muerte, en 1942, cuando la colección fue subastada y lo que se recaudó fue a parar a las arcas de la Alemania nazi.

El cuadro reapareció en 1945, en manos de Hildebrand Gurlitt, el padre de Cornelius, que aseguró a las autoridades aliadas que la obra había sido propiedad de su familia ya antes de 1933. Los aliados aceptaron esa versión, similar a la que Gurlitt ofreció en su momento sobre otras obras que estaban en su poder.

Ahora, casi setenta años después del fin de la II Guerra Mundial, sus palabras están en cuestión, así como la propiedad de por lo menos medio millar de obras encontradas en el piso de Cornelius Gurlitt.

En el caso de Dos jinetes en la playa hay un heredero que reclama el cuadro, David Toren, un sobrino nieto de David Friedmann que vive actualmente en Nueva York. En muchos de los otros casos, se está intentando ubicar herederos que tengan derecho a reclamarlos, aunque muchos consideran que la situación jurídica es altamente complicada.

De momento, el fiscal de Augsburgo, Reinhard Nemetz, encargado del caso, ha anunciado que devolverá a Cornelius Gurlitt parte de su colección -cerca de 300 piezas- pero ha aclarado que solo entregará aquellas obras en las que no haya duda alguna de que es el propietario legítimo. "Por ejemplo, los cuadros pintados después de 1945 o aquellos cuadros que sean obra de sus parientes", explicó Nemetz en declaraciones al Süddeutsche Zeitung.

En cambio, según Nemetz, aquellos cuadros que hayan sido comprados a judíos perseguidos, que se veían obligados a vender su propiedad debido a la presión, habrían llegado a la familia Gurlitt a través de un negocio ilícito. "Ese tipo de negocios son nulos desde su comienzo, según los principios del derecho civil. En un caso así, el comprador no puede adquirir propiedad legítimamente", dijo Nemetz, dejando claro que tampoco Cornelius Gurlitt, como heredero, sería propietario legítimo.

David Toren espera en Nueva York con la esperanza de recuperar el cuadro que recuerda haber visto en el salón de la casa de su tío abuelo hasta poco antes de que estallase la II Guerra Mundial. La fiscalía, mientras tanto, tiene que hacer frente a muchas críticas por haber mantenido casi 18 meses el hallazgo del llamado "tesoro de Múnich" en secreto.

La historia de Dos jinetes en la playa, del pintor alemán Max Liebermann, es un símbolo no solo del expolio al que fueron sometidos los coleccionistas judíos durante la época nazi, sino también de las mentiras con que la familia Gurlitt ha intentado legitimar su posesión del llamado "tesoro de Múnich".

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