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“La cultura no puede existir sin dinero público”
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Frédéric Martel habla sobre el futuro digital

“La cultura no puede existir sin dinero público”

El sociólogo y periodista francés Frédéric Martel es uno de los platos fuertes del V Congreso Iberoamericano de Cultura. Cultura digital

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El sociólogo y periodista francés Frédéric Martel es uno de los platos fuertes del V Congreso Iberoamericano de Cultura. Cultura digital, cultura en Red, que se celebra en Zaragoza hasta mañana, donde participará para hablar de su especialidad: el futuro del desarrollo cultural en Internet. La gran parte de los ponentes ya pasaron la semana pasada por otro foroen el que trataron lo mismo. Martel explica lo que ya sabemos, que pasamos por una revolución cuyo final no conocemos. Bien. Que a la economía de las industrias creativas Internet añade la imprevisibilidad del porvenir y esto acentúa en unos el miedo por la sensación de peligro y en otros el deseo de aprovechar estas nuevas oportunidades.

La pregunta es en qué lado se colocará Europa. Para Martel, los europeos podemos ser las víctimas de ese nuevo diálogo internacional dominado por los países emergentes. “Si Europa no reacciona, se verá marginada y quedará sumergida”. Entre las cuestiones que la industria debe aceptar, para subirse a la ola del cambio, cambiar una cultura de productos por una cultura de servicios y de flujos y de contenidos. Según el investigador los actores ya están dispuestos en Río, México, Mumbai, Yakarta, Hong Kong y Seúl y no faltarán a la cita, “ellos que durante tanto tiempo han sido dominados por nuestros productos culturales y que ahora quieren difundir sus servicios por todo el mundo”.

Conclusión del autor de Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas (Taurus): la revolución digital está haciendo posible a la vez el reforzamiento de las culturas nacionales y la globalización del mainstream. El autor francés explica que la cultura mainstream se amplifica en función de las regiones y las lenguas, es decir, que la diversidad cultural, curiosamente, se convierte en la ideología de la globalización.

¿Pero la globalización no iba a acabar con la diversidad cultural y la contracultura?

La contracultura juega un papel muy importante en la nueva globalización, porque es el margen de experimentación y asunción de riesgos, supone la investigación y el desarrollo que se hace en las universidades y en las comunidades étnicas, y que contribuyen poco a poco a que el mainstream cambie. Éste no se renueva por sí mismo, necesita a la contracultura. El alimento de las mayors son los independientes y se establece una relación permanente entre el rodillo de la industria y la contracultura impertinente. Este sistema explica en parte el éxito de los EEUU, porque China, por ejemplo, no lo tiene.

¿Quiere decir que la contracultura está condenada a una eterna rueda de extinción y nacimiento?

La contracultura siempre va a ganar, porque siempre habrá alguien que renovará, que criticará al estudio, que hará avanzar a la industria. Internet favorece este desarrollo. Ahora la contracultura tiene más medios para desarrollarse gracias a Internet, aunque Internet sea mainstream.

Siempre podrán copiarnos, pero no sabrán qué es lo siguiente que vamos a hacer… ¿Cómo se paga eso?

La cultura no puede existir sin dinero público. Esto es así en Europa, pero también en los EEUU. Allí los museos, las bibliotecas, la danza, la ópera, no pueden existir sin fondos públicos. No hay ninguna biblioteca privada en los EEUU, siempre hay dinero público que las apoye.

¿Desaparecerá el modelo europeo de financiación pública?

Soy muy optimista y luchador. Nosotros somos los que debemos lograr que Bruselas represente más nuestros intereses. En Francia soy un socialdemócrata y creo que hay que hacer responsables a los ciudadanos de todas las decisiones. Incluso ahora, a pesar de la melancolía democrática por la que atravesamos, la política debe convencer. Podemos crear políticas progresistas, de izquierdas, que sean aceptadas por el conjunto de la población, que sirvan al beneficio de los ciudadanos. Hay que tomar decisiones políticas que limiten las actuaciones sin control de las grandes multinacionales.

¿Y se dejará el poder?

Es que hay que crear un contrapoder, paradójicamente, en el propio nombre de la economía de mercado. Estas grandes empresas niegan el capitalismo que al mismo tiempo defienden, porque el capitalismo debe garantizar una competencia justa entre instituciones que no poseen monopolios. Una política progresista es hacer que sea posible la competencia. Hoy no es posible frente a Google, Apple, Amazon, Facebook…

¿Quién regulará esa competencia desleal?

Probablemente Europa sabrá hacerlo. Incluso aunque haya un problema de monopolio. Soy muy optimista respecto a este desarrollo, porque caminamos hacia una nueva territorialización de Internet. El territorio de Internet es la lengua y el vínculo entre comunidades. Hay contenidos y conversaciones que son propias de cada país.

¿Pero podrá Bruselas contra el poder del lobby de estas empresas y regular la evasión de impuestos?

En Bruselas vemos el enorme poder de Google y de su lobby en las instituciones europeas. En los EEUU Google hace lo mismo, porque está en contra de las instituciones americanas. Cuando empresas similares se instalan en paraísos fiscales, no pagan impuestos ni en Europa ni en los EEUU. Tenemos los mismos problemas con el monopolio de empresas que no permiten la libertad de mercado.

Pero EEUU domina el negocio del entretenimiento. ¿Cómo mantienen el dominio sobre Internet?

Son un mundo en miniatura, porque nadie domina como ellos el negocio del entretenimiento y son los amos de Internet. De todo eso que podemos llamar las industrias de contenido -la cultural, la creativa, la digital- han creado un sistema complejo y muy profesional, con muchos factores a favor. Primero, un mercado de 320 millones de habitantes, un mercado único, sin fronteras, sin impuestos (entre los Estados) y con una lengua común. Es también un mercado muy diverso que comprende 48 millones de latinos, 38 millones de negros y 14 millones de asiáticos. Repito, un mundo en miniatura. Más factores: el sector dedicado a la creatividad es compartido por mayors e independientes.

¿Qué papel juega la propiedad intelectual en la protección de este negocio?

No es suficiente para explicar la fuerza del negocio. Es evidente que el Copyright de EEUU es muy rentable. En una universidad como Stanford se han depositado 8.000 patentes el año pasado, que han generado 3.000 millones de dólares en concepto de royalties.

¿Cuenta con las presiones políticas que ejerce EEUU sobre las leyes de propiedad intelectual de países europeos como España?

Bueno, no tengo una naturaleza paranoica. Mi trabajo hace ver que el de EEUU es un sistema de trabajo de eficacia profesional absoluta. No hay que pensar en el papel de la CIA, ni en el papel del departamento de Estado en estos asuntos. Dicho lo cual, es cierto que las embajadas estadounidenses de cualquier parte del mundo y el trabajo de presión del poderoso lobby de Washington contribuyen a los beneficios de este sistema. Es un sistema de diversidad a domicilio, pero al mismo tiempo un sistema imperialista en el extranjero. No podemos pensar únicamente, y este es el error que cometemos a menudo los europeos, que este funciona gracias a la CIA. Aunque el poder político y su sistema de seguridad nacional contribuyen al éxito y eso lo sabemos gracias a Snowden, y los documentos que reveló.

¿Cómo deben desarrollarse las leyes de propiedad intelectual en ese mundo que describe?

Soy un gran defensor de los derechos de autor y del Copyright. Es lógico que los artistas, autores y periodistas tengan su trabajo protegido y remunerado. Las normas deben evolucionar pero no puede ser a costa de los creadores. Me opuse en su día a la ley de Sarkozy sobre las descargas ilegales, el nuevo Gobierno lo ha abolido. Las penalizaciones excesivas por descargas ilegales no tienen un efecto pedagógico, pero sigo creyendo que hay que proteger los derechos de autor. Es un equilibrio complejo. Las penalizaciones duras son tan poco legítimas como la permisividad absoluta, que sería una forma de ultra liberalismo inverso y con efectos muy negativos.

No me queda claro si eliminaría las penas contra los usuarios.

Debemos concentrarnos contra la piratería comercial, pero se insiste en educar y eventualmente penalizar a los usuarios, pero no de forma tan dura que eligió el Gobierno Sarkozy. Es un sistema con tres patas: la oferta legal insuficiente que hay que ampliar, los nuevos medios para financiar la cultura y formas de penalización cuando haya abusos por parte de los internautas. Son las tres cosas y no una. Hay que mantener este equilibrio.

El sociólogo y periodista francés Frédéric Martel es uno de los platos fuertes del V Congreso Iberoamericano de Cultura. Cultura digital, cultura en Red, que se celebra en Zaragoza hasta mañana, donde participará para hablar de su especialidad: el futuro del desarrollo cultural en Internet. La gran parte de los ponentes ya pasaron la semana pasada por otro foroen el que trataron lo mismo. Martel explica lo que ya sabemos, que pasamos por una revolución cuyo final no conocemos. Bien. Que a la economía de las industrias creativas Internet añade la imprevisibilidad del porvenir y esto acentúa en unos el miedo por la sensación de peligro y en otros el deseo de aprovechar estas nuevas oportunidades.

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