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El rey del pop sirio: "Tocando en las bodas alcanzo la máxima intensidad"
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el mayor icono musical de su país actúa en madrid

El rey del pop sirio: "Tocando en las bodas alcanzo la máxima intensidad"

Su estilo habitual es el dabke, que significa bailar, donde el deber principal del artista es conseguir que la gente se mueva. Actúa en cien bodas al año

Foto: Omar Souleyman
Omar Souleyman

Gafas oscuras, pañuelo árabe y bigote. Ésa es la imagen icónica de Omar Souleyman. Parece la persona más normal de Damasco, pero a sus 41 años es el mayor icono pop del país.Ha colaborado con divas modernas como Björk, pero a quien realmente adora es a Oum Kaltoum, la cantante egipcia de voz ultraterrena reverenciada en todo el mundo árabe. Souleyman confirma que circulan unas 500 grabaciones a su nombre, la mayoría registradas en directo durante bodas. Su estilo habitual es el dabke, que significa bailar, donde el deber principal del artista es conseguir que la gente se mueva.

Rey del pastel

Su ritmo de trabajo suena vertiginoso: actúa en cerca de cien casamientos al año. "La máxima intensidad de mi música se alcanza en las bodas. Allí tocó entre una y tres horas, dependiendo del ambiente. Además, suelo conocer a mucha gente de la fiesta, por los contactos previos. Es un nivel muy distinto a cuando actúo en Occidente, porque aquí tengo al público demasiado lejos y toco un repertorio predeterminado de 45 minutos. No se puede comparar", confiesa.Las bodas también tienen su parte espinosa.Si no incluye en las letras a algún personaje principal (padres, amigos, hermanos) corre el riesgo de que se ofendan. "Alguna bronca me ha caído, pero ya lo tengo dominado", apunta. Sus mejores actuaciones en bodorrios acaban vendiéndose en quioscos, con gran éxito comercial. Su público suele terminar bailando en corros comunales, de entre seis y quince personas, cogidos de las manos. "He notado que en Inglaterra o Estados Unidos la gente prefiere bailar en pareja o por su cuenta", señala.

Sustancia popular

En el pasado festival Primavera Sound ofreció un espléndido concierto, acompañado de Rizan Sa'id, su fiel teclista, compositor de sus febriles bases rítmicas. "Llevamos tanto tiempo juntos que estamos compenetrados al cien por cien", presume. Los espectadores más cínicos se pusieron las botas con los chistes fáciles: que si falta la cabra, que si son la versión árabe de Camela o que si el look de Souleyman debe de ser el mismo que el del 80% de los taxistas de Homs. Nada grave: las tres cosas remiten al sabor popular de su música, que es el principal ingrediente de su éxito. El poder de atracción de Souleyman es inmediato para cualquiera que aprecie los ritmos festivos, desde el trance a la tecno-rumba. "Mis letras hablan de amor, relaciones y empatía entre las personas. Intento elevar el ánimo de la gente, reflejar las alegrías y penas cotidianas. Creo que el sentimiento se contagia por el tono de la música, aunque no entiendas lo que estoy diciendo". Las pruebas le respaldan: su directo ha triunfado en festivales internacionales como el Sónar, Glastonbury o el Summer Stage de Central Park (Nueva York).

Vida complicada

A los siete años, cuando se animó a cantar en alguna fiesta, la gente empezó a decir que tenía una voz bonita. Contra el deseo de su familia, se empeñó en hacerse cantante. Entre 1990 y 1996 recibió tantas invitaciones para actuar en fiestas que tuvo claro que podía vivir de esto. Montó una banda estable y una oficina de contratación. En 2000 llega su salto a la fama nacional, tras rodar media docena de vídeoclips. A los treinta años ya podía mantenerse con sus ingresos como profesional. Souleyman lleva una década lamentando la ausencia de derechos de autor en su país. "No hay sellos, ni copyrights, ni ninguna protección a los artistas. Hay imitadores que se visten como yo, cantan mis canciones e intentan confundir al público. Es triste que no haya nada que pueda hacer".

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Competición poética

Merece especial mención su método para obtener sus versos. Souleyman cuenta con cinco poetas que escriben sendas letras por cada base rítmica. La que más le convence es la que se graba. "La rivalidad fomenta que no bajen el nivel", suelta implacable. A veces, lleva a alguno de las poetas de gira para que le susurre versos improvisados al oído. Algunas de sus canciones son shaabi, cantos folk egipcios muy populares entre la clase obrera. Su equipo de poetas refresca las letras. La alegría y cordialidad de sus canciones contrasta con la trágica situación de Siria. Souleyman ha puesto una condición para la entrevista: no hablar de las guerras en su país. Los enfrentamientos entre gobierno y rebeldes le han obligado a emigrar al otro lado de la frontera turca. Antes vivía en pueblo cerca de las fronteras con Turquía y con Irán. Lo describe como un oasis de tolerancia. "Allí convivimos cristianos, musulmanes, asirios y todo tipo de gente. Es un lugar abierto, de paso, un suelo fertil para la creación musical, ya que se cruzan todo tipo de influencias", comentaba en 2012 a las web Cyclic Defrost.

Giro moderno

Este último trabajo busca un toque experimental, por eso ha colaborado con Four Tet, uno de los mejores alquimistas de la cultura de clubes actual. El productor británico es especialista en música negra, como demuestran sus colaboraciones como Steve Reid, batería de gigantes como James Brown, Fela Kuti o el Miles Davies tardío.

"Fue un proyecto muy profesional. Apenas hablamos. Yo grababa con mis músicos y luego le pasaba el material para que lo remezclara. Puede parecer extraño, pero cuando suprimes la comunicación suprimes también los problemas de comunicación. Cada uno sabemos hacer nuestro trabajo. Es mejor estar tranquilos", opina.

El resultado podrá escucharse el próximo 22 de octubre, pero ya está en la red el sencillo "Wenu Wenu", un adictivo bucle rítmico a la altura de sus mejores piezas. Cuesta escucharla y no ponerse a bailar.

Ritmos mutantes

El concierto de Omar Souleyman forma parte del RBMA Weekender, tres días de música en distintos espacios de Madrid, entre el 3 y el 6 de octubre. Abre fuego Souleyman el jueves en el teatro Kapital, flanqueado por los excéntricos James Pants y Joe Crepúsculo. El viernes 4 destaca el ruido experimental de los asturianos Fasenuova y las atmósferas oscuras de Chris & Cosey, ex componentes del mítico grupo industrial Throbbing Gristle. Será en la nave 16 del Matadero. El sábado destaca la sesión matinal en El Rastro, con especias jamaicanas a cargo del inquieto Ibón Errazkin y el prestigioso Soul Jazz Soundsystem. Por la tarde, los psicodélicos Fuck Buttons actúan en el museo Reina Sofía y la leyenda house Derrick Carter en la sala Siroco. El programa se cierra la mañana del domingo, otra vez en el Matadero, con artistas electrónicos nacionales como bRUNA, Chelis y Orphidal. Pueden consultar el programa completo aquí (http://weekender.redbull.es/programa).

Gafas oscuras, pañuelo árabe y bigote. Ésa es la imagen icónica de Omar Souleyman. Parece la persona más normal de Damasco, pero a sus 41 años es el mayor icono pop del país.Ha colaborado con divas modernas como Björk, pero a quien realmente adora es a Oum Kaltoum, la cantante egipcia de voz ultraterrena reverenciada en todo el mundo árabe. Souleyman confirma que circulan unas 500 grabaciones a su nombre, la mayoría registradas en directo durante bodas. Su estilo habitual es el dabke, que significa bailar, donde el deber principal del artista es conseguir que la gente se mueva.

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