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Jimi Hendrix: ocho lecciones de lógica psicodélica
  1. Cultura
Autobiografía póstuma del dios de la guitarra

Jimi Hendrix: ocho lecciones de lógica psicodélica

'Empezar de Cero' (Sexto Piso), un cuidado trabajo de Peter Neal que nos acerca a uno de los mayores revolucionarios de la guitarra eléctrica

Suena delirante, pero se puede escribir la autobiografía de alguien después de muerto. Lo demuestra Empezar de Cero (Sexto Piso), un cuidado trabajo que nos acerca a uno de los mayores revolucionarios de la guitarra eléctrica. Peter Neal realiza una labor meticulosa, ensamblando entrevistas, cartas personales y apuntes dispersos que Jimi Hendrix (Seattle, EE.UU, 1942) estampaba en servilletas, paquetes de cigarrillos o papel de escritorio de hoteles. Tierno, empático y derrochador, el guitarrista zurdo fue uno de los mayores iconos del hippismo. Sus opiniones capturan la grandeza y las ingenuidades del tsunami contracultural. Repasamos algunas perlas:

1. La realidad es ácida.

El libro empieza fuerte, con un flashback hasta el Hendrix bebé: "Me acuerdo de una enfermera poniéndome un pañal y apretándolo bastante. Debía de estar en el hospital enfermo de algo porque recuerdo no sentirme muy bien. Entonces, me sacó de la cuna y me acercó a la ventana, para mostrarme algo. Eran fuegos artificiales, así que debía de ser el 4 de julio. Esa enfermera me puso a cien, colocado por la penicilina que seguramente me había dado, y yo miraba hacia arriba, y el cielo era simplemente… SsschuusssSchush… !Mi primer viaje!". Un psiconauta precoz.

2. No tengas ídolos

Hendrix habría sido un espléndido crítico musical. De los duros: "Los Beatles y los Rolling Stones son unos tipos estupendos fuera del escenario, pero parecen una familia, tanto que a veces todo empieza a sonar igual. Hay momentos en los que no quieres ser parte de una familia. Creo que dentro de poco todos los discos ingleses sonarán igual, del mismo modo que los de la Motown suenan igual. No está mal, pero ¿qué pasas si haces algo diferente?". Habla con reverencia de Bob Dylan, pero no calla sus defectos. "La primera vez que le escuché pensé que era digno de admiración por tener la cara de cantar desafinando tanto". Sus máximos elogios son para artistas desconocidos: "En cualquier club de funk sureño te puedes encontrar con un tipo muerto de hambre que puede ser el mejor guitarrista que has escuchado en tu vida y del que ni siquiera sabes el nombre".

3. Desconfía de la fama

El párrafo más amargo llega en pleno éxito, cuando revistas como Life y Time se rinden a su talento. "!Ja¡ !Ja¡ Ahora ya no soy Jimi el estúpido, soy el señor Hendrix. Tratan de analizarme y escriben una especie de informe psiquiátrico, que no suena para nada a mí. No tienen ni idea de qué corre por mis venas. Vivimos en mundos distintos. ¿Mi mundo? El hambre, los barrios pobres y el racismo feroz; mi única felicidad la que puedes sostener en la palma de la mano". Le molesta especialmente que le cuelguen la etiqueta de "Elvis negro". "Es el juego del sistema: danos una palmadita en el hombro y eliminarnos rápido".

4. El rock es un exorcismo

Hendrix buscaba una función social a su música. La descubrió cuando menos lo esperaba: "La costumbre de destrozar empezó por casualidad. Estaba tocando en Copenhague y me arrastraron fuera del escenario. Todo iba genial. Lancé mi guitarra a las tablas y después salté yo. Cuando la recogí, tenía una grieta enorme justo en el centro. Me cabreé y hice pedazos la maldita guitarra. El público se volvió loco: como si hubiera encontrado el "acorde perdido" o algo así. (...) Son mis defectos que salen al exterior. Me refiero a que da igual lo amable y lo tierno que sea uno, todos nosotros guardamos en nuestro interior cosas feas y oscuras. Yo saco las mías en el escenario, y así no le hago daño a nadie. Hemos comprobado que eso también funciona con el público. Intentamos que saquen fuera toda su violencia".

5. Respeta a las groupies

The Jimi Hendrix Experience llegó a ser el grupo mejor pagado del mundo. La vida del joven músico era un torbellino, tal y como refleja en su diario: "Después de un tiempo, recuerdas las ciudades donde has estado por las titis. Llegamos a una ciudad nueva y no tenemos tiempo de hacer nada, excepto estar con alguna titi, así que es inevitable acordarse de ellas, aunque últimamente he estado confundiendo las titis y las ciudades, así que he hecho alguna foto para recordarlas". A pesar del tono, sentía respeto por sus seguidoras: "Algunas groupies saben más de música que los tíos. Algunos las llaman groupies, pero yo prefiero llamarlas damas eléctricas. Todo mi álbum Electric Ladyland (1968) habla de ellas. Empieza con una pintura sonora de los cielos de noventa segundos. Representa lo que pasa cuando los dioses hacen el amor, o lo que sea que hacen con su tiempo. (…) Las cosas que escribo son un choque entre realidad y fantasía. Tienes que usar la fantasía para mostrar las distintas caras de la realidad".

6. Evita encerrar la música

No buscaba solamente innovación artística, sino también estructural: "Me gustaría que tocáramos al aire libre, porque el aire influye en los sonidos. Es horrible tener que acabar siempre en el Madison Square Garden porque no es un sitio adecuado para la música rock de verdad. Después, te toca ir a los pequeños clubes a destrozarte los tímpanos. Creo que deberían construir edificios especiales para la música electrónica alta, igual que construyen edificios especiales para restaurantes y hoteles". También sentía rechazo hacia la idea de tocar sólo para público acomodado. En 1969 actuó en Harlem (Nueva York) a beneficio de la asociación United Block. "La música debería tocarse al aire libre, en eventos de este tipo, porque muchos chavales del gueto, o como quieras llamarlo, no tienen suficiente dinero para viajar por el país. Ni siquiera tienen los seis dólares que cuesta ir al Madison Square Garden".

7. Disfruta la incertidumbre

Por supuesto, no faltan arrebatos místicos: "Debemos estar atentos. La seguridad, pensar en ella, intentar conseguirla, es la droga más dura, la peor droga que existe hoy en día. Una vez que esa sensación se legalice, empezarán a pasar otras muchas cosas. Así vivo ahora. No tengo un plan claro. Me encanta las incertidumbres del futuro. Si sabes qué va a pasar de antemano, para mí la vida no tiene sentido". También encontramos delirios de grandeza: "Nos gustaría despertar a todo el mundo con lo que sabemos. Uno siempre puede cantar al amor y a las distintas situaciones del amor, pero estamos intentando dar soluciones para todas las protestas y discusiones que se están produciendo en el mundo. (…) Cualquiera puede protestar, pero no muchas personas pueden dar una buena respuesta, así que nosotros vamos a intentarlo". En sus peores momentos, Hendrix pierde los papeles: "!Todos los terremotos se producen por las malas vibraciones! A veces son muy fuertes. Algunas vibraciones que la gente dice que siente son reales, considerando el hecho de que la Tierra está experimentando un cambio físico. El sistema solar está experimentado un cambio que afectará a la Tierra dentro de unos treinta años". En fin...

8. Ama y odia a Estados Unidos

El guitarrista tenía una relación tortuosa con su país de nacimiento: "Es la segunda vez que venimos (a tocar) a Estados Unidos. Puedes beberte un batido de chocolate en la farmacia, comer chicle en una gasolinera y tomar sopa de máquina en la carretera. Es fabuloso, es bonito, todo está hecho una mierda. Es desagradable, y está lleno de prejuicios, y tiene de todo". Casi al final del libro, sigue dándole vueltas: "Estados Unidos tiende a sacar el rebelde que hay en mí, y yo no soy así para nada. Sigo amando a Estados Unidos, naturalmente, porque tiene muchas cosas buenas. Pero también muchas malas. Tal y como se gobierna el país, puedes ver la maldad, la vileza, delante de tus narices". Durante la gira de 1970, en plena Guerra de Vietnam, dedicaba conciertos a la Asociación de Desertores Estadounidenses. "En lugar de que (los soldados) entren en las ciudades con ametralladoras M-60 o grandes submarinos, ¿porqué no entran con grandes reverbs de guitarra?"

Suena delirante, pero se puede escribir la autobiografía de alguien después de muerto. Lo demuestra Empezar de Cero (Sexto Piso), un cuidado trabajo que nos acerca a uno de los mayores revolucionarios de la guitarra eléctrica. Peter Neal realiza una labor meticulosa, ensamblando entrevistas, cartas personales y apuntes dispersos que Jimi Hendrix (Seattle, EE.UU, 1942) estampaba en servilletas, paquetes de cigarrillos o papel de escritorio de hoteles. Tierno, empático y derrochador, el guitarrista zurdo fue uno de los mayores iconos del hippismo. Sus opiniones capturan la grandeza y las ingenuidades del tsunami contracultural. Repasamos algunas perlas:

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