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Van Gogh en peligro: un cóctel químico a punto de estallar
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ciencia y arte unidos para conservar al artista

Van Gogh en peligro: un cóctel químico a punto de estallar

El amarillo era su color preferido. Con él transmitió la fuerza de su visión de la naturaleza, pero más de un siglo después la luz acaba con el brillo de las obras

Foto: Operarios de la Kunstmuseum Basel de Basel descuelgan 'Campo de trigo', de Van Gogh. (Reuters)
Operarios de la Kunstmuseum Basel de Basel descuelgan 'Campo de trigo', de Van Gogh. (Reuters)

Vincent escribe a Theo una carta en la que le cuenta que ha empezado a pintar una tela sobre grandes ramos de lirios: “Al contrario el otro ramo violeta (que va hasta el carmín y el azul de Prusia puro) que se destaca sobre un fondo amarillo limón brillante, con otros tonos amarillos en el jarrón y el zócalo en que reposa, es un efecto de los complementarios terriblemente contrastados, que se exaltan por su oposición”. La escena, tal y como la describe el pintor, es un grito brillante, que remata los últimos espasmos del naturalismo impresionista. Van Gogh (1853-1890), color, pasión y vibración.

Su temperamento le aleja del simple juego casual de la luz sobre los árboles y le rebela contra la actitud serena y pasiva hacia la naturaleza. El pintor holandés convirtió al genio impresionista en algo pesado, pedestre y carente de misterio al pasar de lo comprensible a lo sensible. La violencia a contra la naturaleza a la que nos referimos encontró en el color amarillo a su mejor socio. Colores brillantes y puros, pinceladas breves y controladas, pero más largas y pesadas que las de Renoir, Monet y Pissarro. Inició, junto con Gauguin, un Golpe de Estado contra la temática cotidiana impresionista a favor del sentimiento trágico de la vida. Más de un siglo después, su rebelión contra el naturalismo no soporta la luz.

Los lienzos de nuestro pintor son un cóctel de reacciones químicas producto de los materiales con los que la industria envasó la pintura en tubos portátiles. La vitalidad de los nuevos pigmentos hallados por la industria, como el amarillo de cromo, permitió a Van Gogh convertirse en Van Gogh, al pintor de una intensidad que explota en la serie de los famosos girasoles. “Había ordenado dentro los rojos, desde el rosa hasta el anaranjado, el cual subía en el amarillo hasta el limón, con los verdes claros y oscuros”, escribe el pintor en otra carta.

El sol que da vida a los girasoles, se la quita a las pinturas que los representan. En los últimos años han aparecido varios estudios científicos que revelan la compleja reacción química que tiene lugar en la fina capa donde la pintura se encuentra con el barniz. La luz solar penetra en la pintura y da lugar a una inversión en los colores originales, que hace de los amarillos brillantes unos manchurrones marrones.

La pintura vive

El mismo pigmento que hizo de Van Gogh un pintor incomprendido y un genio insuperable ahora sigue su lenta revancha contra el legado del artista. El cromo con el que está compuesto este amarillo es especialmente sensible a ciertos tipos de luz y debe ser protegido hasta el enclaustramiento para evitar su oscurecimiento. Estas pinturas no soportan la gama de luz azul, violeta y ultravioleta.

El sol que da vida a los girasoles, se la quita a las pinturas que los representan. Varios estudios científicos revelan la compleja reacción química que tiene lugar en la fina capa donde la pintura se encuentra con el barniz

Los lienzos del atormentado pintor no son entidades estáticas. Los átomos de sus pigmentos todavía siguen revolviéndose. Con un siglo de vida, los científicos y conservadores consideran su violencia cromática un combinado lo suficientemente reactivo, con un comportamiento tan inesperado, que podría explotar en pocos años y dejar la obra del maestro en un maltrecho sucedáneo de lo que fue.

No es el único inconveniente de su color preferido. El amarillo cromo, cuando coincide con otros pigmentos que contienen cromo, termina degradándose. También empleó el amarillo cadmio, que pierde fuerza y resplandor con el paso del tiempo, la incidencia de la luz y el uso de un barniz inapropiado. A Van Gogh no le gustaba barnizar sus trabajos, pero años más tarde el mercado del arte terminó por hacer lo que hacían sobre el resto de piezas. La limpieza de este barniz es complicada porque arrastra los colores originales y no apartarlo supone la degradación absoluta.

Amarillo absenta

Los científicos actúan sobre la superficie con un haz de rayos X cien veces más delgado que un cabello humano y revela los procesos químicos más sutiles en zonas minúsculas. En esa capa microscópica encuentran presencia de compuestos químicos que contienen bario y azufre. Los científicos especulan que la técnica de mezclar pintura blanca y amarilla del postimpresionista podría ser otra de las causas del oscurecimiento de sus amarillos. Como vemos, la escena del crimen se ha trasladado hasta los cuadros del pintor más popular de todos los tiempos, sobre el que recaen las investigaciones más curiosas.

Por ejemplo, un estudio determinó que la preferencia por el color amarillo podría tener su origen en el uso desproporcionado de un medicamento contra la epilepsia. El efecto secundario de un medicamento cambió la historia del arte de la humanidad. Es lo que hoy se conoce intoxicación conocida como xantopsia, y que supone la alteración de la visión del paciente al color amarillo. También está la teoría de la absenta. Tuvo tanta afición al amarillo como a esta bebida. Los efectos químicos de los componentes destilados que forman el elixir se traducen en visión de color amarillo.

Quizá esa sea la respuesta que Van Gogh dejaba por escrito a su hermano: “Los cipreses me preocupan siempre; quisiera hacer algo como las telas de los girasoles, porque me sorprende que nadie los haya hecho todavía como yo los veo”.

Vincent escribe a Theo una carta en la que le cuenta que ha empezado a pintar una tela sobre grandes ramos de lirios: “Al contrario el otro ramo violeta (que va hasta el carmín y el azul de Prusia puro) que se destaca sobre un fondo amarillo limón brillante, con otros tonos amarillos en el jarrón y el zócalo en que reposa, es un efecto de los complementarios terriblemente contrastados, que se exaltan por su oposición”. La escena, tal y como la describe el pintor, es un grito brillante, que remata los últimos espasmos del naturalismo impresionista. Van Gogh (1853-1890), color, pasión y vibración.

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