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Miyazaki vuelve a surcar los cielos
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ESTRENO EN JAPÓN DE SU ÚLTIMA PELÍCULA

Miyazaki vuelve a surcar los cielos

En 1966 la muerte de Walt Disney dejó huérfano al cine de animación y a la fantasía de millones de cinéfilos de todo el mundo. Disney

Foto: Miyazaki vuelve a surcar los cielos
Miyazaki vuelve a surcar los cielos

En 1966 la muerte de Walt Disney dejó huérfano al cine de animación y a la fantasía de millones de cinéfilos de todo el mundo. Disney había conseguido emocionar al espectador con sus dibujos y a partir de ese momento comenzaba la búsqueda de su heredero. Por aquel entonces un joven animador japonés de 25 años trabajaba en series infantiles en su país (donde más tarde participaría en clásicos como Heidi, Marco o Sherlock Holmes) y preparaba su salto a la dirección. Su nombre: Hayao Miyazaki.

Ahora el maestro de la animación, de 72 años, estrena su nueva película en Japón. Es su primer estreno en 5 años, desde que Ponyo volviera a robar el corazón de niños y adultos. Los cinéfilos de todo el mundo se encuentran exultantes por poder volver a disfrutar de una obra de Miyazaki. Y además no una obra cualquiera, esta es la primera vez que el propio director ha llorado viendo una de sus obras

Así lo declaró el propio realizador cuando vio por primera vez terminada The wind rises (El viento se alza) una obra que se basa en la novela del escritor Tatsuo Hori, que a su vez Miyazaki convirtió en manga, y que vuelve a las obsesiones más personales del autor: el amor y su pasión por la aviación.

The wind rises cuenta la historia de Jiro Horikoshi, el diseñador del modelo de avión utilizado en el bombardeo de Pearl Harbor. Parece por lo tanto que esta nueva película se enmarcará en la vertiente más adulta de Miyazaki, que intentará de nuevo demostrar que un dibujo tradicional puede emocionar tanto como la mejor de las interpretaciones.

El filme se ha podido terminar “gracias a la amistad y al esfuerzo realizado durante mucho tiempo” aseguró el realizador a la agencia Kyodo y ha tenido un buen recibimiento entre la prensa nipona. Ahora queda esperar a que la obra comience a estrenarse por todo el mundo y nadie duda de que su nombre volverá a sonar para el Oscar a la mejor película de animación. Siempre que su distribuidora en América decida estrenar la película antes de que acabe el 2013. La empresa que distribuye la obra de Ghibli por EE.UU no podía ser otra que Disney. Los nombres de los dos maestros tenían que encontrarse en algún momento.

Dibujando emociones

La carrera de Hayao Miyazaki comienza en 1971 cuando realiza su primer trabajo para televisión, Lupín.  Ocho años más tarde consigue estrenar su primer largometraje en salas de cine: El castillo de Cagliostro. Una nueva aventura de su personaje televisivo que le puso en boca de todos. Pero no es hasta 1985 cuando Miyazaki comienza a labrarse un nombre en la historia del cine. En ese momento el director funda Estudios Ghibli (que realmente empiezan a surgir durante el proceso de creación de Nausica del Valle del Viento, 1984). El nombre del estudio vuelve a mostrar el amor de Miyazaki por la aviación, ya que Ghibli es el nombre que los italianos usaban para sus aviones de exploración del Sáhara en la Segunda Guerra Mundial.

A partir de entonces el nombre del director se comienza a extender como la pólvora por Japón y por el circuito de cinéfilos de todo el mundo gracias a sus cada vez más frecuentes largometrajes. Entre ellos obras que posteriormente se han convertido en títulos de culto (como casi toda su filmografía): Mi vecino Totoro y Porco Rosso, donde también vuelve a tratar el tema de la aviación, en este caso en el periodo de entreguerras. 

Su siguiente película, La princesa Mononoke, ya consigue una repercusión internacional sin precedentes en su obra y empiezan a llegar los premios y los reconocimientos. Gracias a la excelente acogida de esta película se comienza a tratar a Miyazaki como un “autor” y por fin se le quita la etiqueta de director de dibujos animados. Esto se confirma con la selección de su siguiente proyecto, El viaje de Chihiro, para competir en el Festival de Cine de Berlín. Y aquí el fenómeno Miyazaki terminó de explotar. La película gana el Oso de Oro ese año (convirtiéndose en la primera película de animación que lo logra), la crítica la califica como obra maestra, se convierte en la película más taquillera de la historia de Japón y, como colofón final, consigue el Oscar a la mejor película de animación. Un éxito sin precedentes que termina por convertir al director en una leyenda para todos los cinéfilos del mundo.

Gracias a la historia de Chihiro, una niña de diez años que llega con sus padres a un mundo fantástico en el que no hay lugar para los seres humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase, Miyazaki enseña al mundo su capacidad para crear imágenes imborrables y obtener un mundo de fantasía único e imaginativo. A partir de entonces cada estreno del director japonés se convertirá en uno de los acontecimientos cinematográficos del año

Así pasa con El castillo ambulante, que incide en las líneas de El viaje de Chihiro. Aunque no consigue una unanimidad tan grande como su anterior obra, la película compite por el León de Oro en el Festival de Venecia y vuelve a ser nominado al Oscar a la mejor película de animación.

Idéntica situación que ocurre con Ponyo en el acantilado en el 2008. El público cayó rendido a su particular versión de La sirenita (fue el filme más taquillero en Japón en 2008) y miles de seguidores nuevos fueron conquistados con la belleza y simplicidad de sus coloridas imágenes, la crítica también la otorgó un beneplácito casi unánime.

Ahora Miyazaki ha decidido tomarse con calma sus proyectos, meditarlos, pensarlos y madurarlos. Cinco años ha costado que The wind rises alce el vuelo y desde Japón ya dicen que puede que sea uno de sus proyectos más personales. Vuelve a la Segunda Guerra Mundial, a la aviación y al mundo adulto. Aunque pensándolo bien, nunca lo abandonó. Gracias a las películas de Miyazaki se vuelve a ser niño de nuevo, y esa sensación no debe perderse.

En 1966 la muerte de Walt Disney dejó huérfano al cine de animación y a la fantasía de millones de cinéfilos de todo el mundo. Disney había conseguido emocionar al espectador con sus dibujos y a partir de ese momento comenzaba la búsqueda de su heredero. Por aquel entonces un joven animador japonés de 25 años trabajaba en series infantiles en su país (donde más tarde participaría en clásicos como Heidi, Marco o Sherlock Holmes) y preparaba su salto a la dirección. Su nombre: Hayao Miyazaki.