La "pequeña revolución" contra Spotify de Thom Yorke

“Estamos fuera de Spotify, no podemos hacer más. Es una pequeña rebelión sin sentido”. Así anunciaba el productor Nigel Godrich en Twitter la decisión que había tomado junto a Thom Yorke de retirar la obra del cantante de Radiohead de la plataforma musical. York, por su parte, se encargaba de retuitear el comentario para todos sus fans y de contestar a los detractores de este desplante a la todopoderosa plataforma de música en streaming.

Debido a esta medida los fans del artista no podrán encontrar en Spotify su disco en solitario The Eraser, así como las canciones de su proyecto Atom of peace. Esta acción constituye una forma de protesta ante lo que Yorke y Godrich califican como "un sistema injusto" que el productor cree que puede acabar con la música. "Si hubiera existido Spotify en 1973 no se habría grabado Dark side of the moon", aseguró. Y Pink Floyd son palabras mayores.

Godrich argumentó esta decisión asegurando que “la industria musical está siendo tomada por la puerta de atrás y si no hacemos lo que es justo el arte se verá afectado. No se equivoquen, es la misma vieja industria que trata de mantener su dominio sobre el sistema. Los números no cuadran, ni siquiera para Spotify, pero no es sólo por eso, se trata de establecer un modelo valioso para el futuro”.

Otro de los motivos del portazo que ha dado tándem Godrich-York es que gracias al modelo que ha asentado Spotify a los nuevos artistas no se les paga y les cuesta seguir adelante, mientras los accionistas siguen ingresando dinero, lo que ellos consideran malo para la música.

Esta decisión ha tenido una gran repercusión. La plataforma musical no ha tardado en contestar mediante un comunicado oficial en el que responden al autor y su productor afirmando que la meta de Spotify es crecer como servicio para los que aman la música y que acaben pagando por ella para aportar apoyo a la industria musical para invertir en nuevos talentos. La nota añade que en 2012 se entregaron 500 millones de dólares a aquellos que detentan los derechos de las canciones y que en 2013 esperan llegar a los 1.000 millones. Además aseguran que “Spotify está en constante conversación con artistas y managers sobre cómo podemos ayudar a construir sus carreras”.

Thom Yorke se convierte así en abanderado de unos pocos valientes que se atreven a enfrentarse contra la todopoderosa empresa. Muchos han sido los que han alzado su voz para quejarse de las condiciones del servicio, pero pocos se atreven a dar el paso de perder su visibilidad en Spotify. Un claro ejemplo es The Black Keys, que siempre se han manifestado en contra de este modelo y durante mucho tiempo se mantuvieron alejados de él, aunque finalmente se puedan encontrar sus discos en la plataforma musical. Igual que Metallica, que en 2012 entraron en el redil tras años de lucha.

En ese grupo de rebeldes que mantienen sus obras fuera del alcance de las redes de Spotify se encuentran los Beatles, Oasis, Led Zepellin, El último de la fila y AC/DC (aunque estos últimos sí se encuentran en iTunes).

La principal queja de los grupos se centra en la pequeña cantidad que se recibe por cada reproducción que se realiza en Spotify. A pesar de que existe cierto secretismo sobre cuál es la cifra exacta que la compañía paga, muchos informes señalan que la cifra media se sitúa en 0,006 euros. Esto confirma los comentarios que hace un año publicaba, también en Twitter, Josh Davison (miembro de la banda Parks and Gardens) y que situaban la cantidad que recibía en 0,009 dólares por reproducción online. Se necesitan miles de escuchas para lograr el dinero que se puede obtener con la venta de un disco físico.

Esto también fue confirmado por la cabecera Rolling Stone, que en un reportaje sobre cuánto puede llegar a ingresar un grupo indie español gracias a Spotify confirmó que la banda española que más reproducciones ha tenido, Vetusta Morla, obtuvo sólo 100 euros por las escuchas de Copenaghe, su canción más popular.

En ese mismo artículo la revista mostraba al mundo las variables condiciones de las que depende el dinero ingresado por un grupo que esté presente en este sistema. Básicamente se limita a tres: el número de escuchas, los ingresos por publicidad que Spotify haya conseguido ese mes y las suscripciones al servicio Premium en esas fechas. A esta cantidad hay que restarle siempre los beneficios que obtienen la distribuidora y el sello discográfico (contando que no todos tienen el mismo contrato con la compañía).

David López, del sello Limbo Starr, explica a El Confidencial cómo se establece este reparto en empresas más pequeñas. “En nuestro caso tenemos un contrato con una distribuidora digital. Después de quitarle su porcentaje nos liquidan cada tres meses por todo el tema digital, que no es mucho, pero algo es. Luego está el acuerdo que tenga Spotify con la SGAE, de quien nos llegan unas cantidades ínfimas y no entendemos su modo de reparto”.

A pesar de que desde Limbo Starr confirman que las cantidades son pequeñas también tienen claro una cosa: “nunca anteponemos los criterios económicos, pero son fundamentales para que la rueda siga girando. Lo que sí aconsejamos para el máximo disfrute de nuestras ediciones es que se haga a través del soporte original, ya sea en vinilo o en CD, porque además de que la calidad no tiene nada que ver, es la manera más directa de agradecer a los productores su trabajo y permitirles que sigan desarrollando y descubriendo nuevos artistas”

Las acciones de artistas consagrados como el líder de Radiohead adquieren tal repercusión, porque solo gente cuyo futuro no depende de este sistema puede permitirse el lujo de alzar su voz contra Spotify. Así lo entiende también David López: “lo entiendo como una opción personal por parte de alguien que tiene el poder como para tomarla. Si cree que el tema no es justo, seguramente tenga sus razones. Y si medidas como la suya sirven para que haya un reparto más justo para todos, no puedo más que aplaudirla”.