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Los ojos olvidados que retrataron a la España rural
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UNA EXPOSICIÓN RECOGE LAS FOTOGRAFÍAS DE RAFAEL SANZ LOBATO DE 1960 A 2008

Los ojos olvidados que retrataron a la España rural

La España auténtica, la real, no se movía por las calles de la capital. A los ojos del fotógrafo Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932), la verdadera

La España auténtica, la real, no se movía por las calles de la capital. A los ojos del fotógrafo Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932), la verdadera esencia de este país estaba en los pueblos, en las tradiciones, en sus gentes. Por eso se dedicó durante años a recorrerla los fines de semana a bordo de un 600 y con su cámara de fotos. Su obra es un viaje en blanco y negro por un país profundamente católico y arraigado a sus fiestas y costumbres. Es la mirada de un documentalista que no consta en los libros de historia de la fotografía y que no fue reconocido por sus ideas políticas.

Esa España se concreta en el realismo documental que muestran las fotografías de la Rapa das Bestas (Sabucedo, Pontevedra), los Bercianos de Aliste (Zamora) o el Auto Sacramental de Camuñas (Toledo), y que pueden verse hasta el 8 de septiembre en la gran exposición retrospectiva Rafael Sanz Lobato. Fotografías 1960-2008, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta muestra llega a Madrid tras su primera exhibición en Sevilla.

Sanz Lobato porta una chapita con los colores republicanos en la solapa de su chaqueta. Siempre se manifestó antifranquista y antiderecha, comenta, y esa losa es la que le mantuvo apartado. Su fotografía no es política porque su objetivo era otro: “Yo quería tener contacto con la España real, que yo entendía que era la rural y no la urbana”, explicó a El Confidencial en la presentación de la muestra en Madrid. 

Rafael Sanz Lobato recibió en 2004 la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes y en 2011 el Premio Nacional de Fotografía, pero su mayor recompensa han sido “los años frenéticos de trabajo, viajar los fines de semana, el gozo de salir a la carretera, conversar con la gente del campo y disfrutar de la maravilla de muchas fiestas de España”. Un premio que, asegura, “no me lo ha quitado nadie por motivos políticos”. Estas palabras, según contó a la prensa, son las que escuchó Ángeles González Sinde cuando le llamó para comunicarle el premio hace dos años. 

De paso, aprovechó para decir a la entonces Ministra de Cultura que el premio Nacional de Fotografía “estaba totalmente desprestigiado por culpa de su Ministerio”. “Yo no sé si lo merecía o no, pero estos años atrás se ha dado el premio a gente que no lo merece por falta de conocimiento, explicó a este periódico.

David Balsells y Chantal Grande son los comisarios de la exposición, que recorre el trabajo del fotógrafo desde 1960 hasta la actualidad y en la que ha sido fundamental la colaboración del artista. Sanz Lobato “debería estar en la historia de la fotografía de nuestro país”, comentó Balsells, quien destacó además que ha revisado ediciones actualizadas de libros de historia de la fotografía en los que “ni se menciona” al sevillano.

Su paso por la Real Sociedad Fotográfica

Es un artista olvidad a pesar de que fue un miembro muy activo de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid desde 1961, institución en la que “nunca había buen rollo”, según explica en el catálogo de la exposición, el único libro en toda la carrera del fotógrafo. Tras formar parte de dos grupos dentro de la institución, Sanz Lobato dejó la RSF de Madrid debido al trasfondo político existente y a diferencias con su presidente Gerardo Vielba, un “sátrapa” para Sanz Lobato, que le apartó de cualquier muestra o selección fotográfica de la RSF. 

Su formación no tuvo nada que ver con el manejo de la luz. Sanz Lobato finalizó sus estudios de Profesor e Intendente Mercantil en 1955. Había comenzado haciendo fotos como aficionado en el año 52 o 53, dijo en la presentación, cuando “no tenía ni puta idea de cómo hacer una foto”. Aprendió a tomar imágenes de forma autodidacta utilizando para ello varios años de aprendizaje y alrededor de una década de perfeccionamiento visitando los espacios rurales que ahora se exponen.

Sanz Lobato no llega al terreno profesional hasta 1977, cuando cambia por completo de género para enfocarse en automóviles, bodegón, retrato y arte.

Expuesto en América

El comisario Balsells explica la obra de Sanz Lobato entre la influencia del realismo italiano –“la fotografía es más seria, más deprimida”- y la tradición que “marcó Ortiz Echagüe de realismo antropológico”. El propio autor, sin embargo, asegura que lo que influyó sobre todo fueron los fotógrafos que conoció a partir de la revista estadounidense Popular Photography, publicación a la que estaba abonado. Esa misma revista le dedicó cuatro páginas en 1970, publicando su serie de imágenes sobre la procesión conocida como del Santo Entierro de los Bercianos de Aliste.

De hecho, durante el tiempo en el que fue vocal de la RSF, gestionó la suscripción a multitud de revistas especializadas, que sirvieron para renovar las publicaciones que llegaban a la entidad. Su mala relación con Vielba, que no le permitió comprar los libros de fotografía que quería Sanz Lobato para la sociedad, hizo que al final tuviera que comprárselos para él mismo, según explica en el catálogo. Libro a libro, Sanz Lobato creó una biblioteca en su casa que el Balsells identifica como “la más importante de nuestro país”.El catálogo de esta exposición es el primer y único libro que recoge la obra de Rafael Sanz Lobato

Después de la visita madrileña, la exposición llegará en otoño a los Tinglados del Puerto de Tarragona, y para 2014 estará en la Sala Amos Salvador de Logroño y en la Lonja de Zaragoza. Tres primeras paradas a las que los organizadores pretenden dar continuidad en otras provincias más adelante, incluso fuera de España, según explicó Antonio Sánchez Luengo, jefe del Área de Exposiciones de la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. 

La exposición está organizada por la misma Subdirección en colaboración con la Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Instituto de la Cultura (ICAS) y las Artes del Ayuntamiento de Sevilla y PHotoEspaña. A la presentación asistió también Javier Blas Benito, director de proyectos de la Real Academia, quien destacó la segunda etapa de Sanz, los retratos, como “un espejo en el que autor habla de sí mismo”.

Un documentalista que recogió una época perdida que tiene aspecto de ser muy lejana, pero de la que nos separa poco más de medio siglo. Para Sánchez Luengo, Sanz Lobato se trata de un “referente internacional de gran valor humano”. Llegado su turno, el mismo autor no quiso hablar de sí mismo, porque “aparte de estar feo”, dijo, “los fotógrafos hablamos con fotos, y las palabras quedan para los críticos”.

La España auténtica, la real, no se movía por las calles de la capital. A los ojos del fotógrafo Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932), la verdadera esencia de este país estaba en los pueblos, en las tradiciones, en sus gentes. Por eso se dedicó durante años a recorrerla los fines de semana a bordo de un 600 y con su cámara de fotos. Su obra es un viaje en blanco y negro por un país profundamente católico y arraigado a sus fiestas y costumbres. Es la mirada de un documentalista que no consta en los libros de historia de la fotografía y que no fue reconocido por sus ideas políticas.