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Orson Scott Card, una guerra contra el mundo
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LLAMAN AL BOICOT DE 'EL JUEGO DE ENDER' POR LA HOMOFOBIA DE SU AUTOR

Orson Scott Card, una guerra contra el mundo

Es un maestro de la ciencia ficción, pero los micrófonos se le dan bastante peor. "El matrimonio homosexual marca el fin de la democracia en América",

Foto: Orson Scott Card, una guerra contra el mundo
Orson Scott Card, una guerra contra el mundo

Es un maestro de la ciencia ficción, pero los micrófonos se le dan bastante peor. "El matrimonio homosexual marca el fin de la democracia en América", aseguró hace poco Orson Scott Card, cuando la Corte Suprema de Estados Unidos ilegalizó la Ley de Defensa del Matrimonio –DOMA– de aquel país, que definía el matrimonio como "la unión entre un hombre y una mujer", y revirtió los efectos de la Proposición 8, la que eliminó el matrimonio gay en California.

A Card no le caen bien los homosexuales, a quienes ha llegado a denominar "el enemigo" en más de una ocasión, y no es ni mucho menos la primera vez que el escritor carga sus tintas contra ellos, normalmente desvariando más que disintiendo y emitiendo unas teorías que, hasta hoy, quedaban normalmente relegadas a la categoría de chiste o meme de internet. En 2004, por ejemplo, el autor de El juego de Ender escribió un artículo en el que comparaba homosexualidad y pedofilia y aseguraba que "el secreto oscuro" de la "sociedad homosexual" es "cómo muchos entraron en ese mundo a mediante una seducción perturbadora, la violación, el acoso o el abuso, y cómo muchos consiguen escapar de la comunidad homosexual y vivir con normalidad".

Pero los chistes se acabaron. Card va a tener que aprender a morderse la lengua ahora que es la niña bonita de Hollywood, al menos si quiere seguir siéndolo. Puede que el escritor –exmisionero mormón y miembro desde 2009 de la dirección de la National Organization for Marriage o NOM, uno de los lobbies más agresivos con la igualdad de derechos de homosexuales en Estados Unidos– sea feliz con su fama de homófobo paranoico, pero no parece razonable pensar que lo sean también quienes, hoy por hoy, le pagan la hipoteca. Y quienes se la pagan son nada menos que Summit Entertaiment y Lionsgate –que en noviembre estrenarán la esperadísima adaptación, a la postre superproducción multimillonaria, de El juego de Ender– y la todopoderosa editorial Simon & Schuster, la cuarta más grande del mundo en lengua inglesa, que detenta los derechos de su saga Pathfinder y acaba de editar su segundo volumen, Ruinas.

Es su mano, la de Summit Entertaiment, Lionsgate y Simon & Schuster, la que se adivina precisamente en la disculpa pública emitida por el escritor, primera que ha hecho en su vida y a la que solo con imaginación podemos catalogarla, de hecho, como disculpa. "Con la reciente medida de la Corte Suprema, el asunto del matrimonio homosexual se convierte en irrelevante", escribió Card escuetamente en Entertaiment Weekly, aludiendo seguidamente a la cláusula Full Faith and Credit de la Constitución de Estados Unidos para asegurar que, "tarde o temprano", el matrimonio tradicional prevalecerá legalmente sobre el homosexual –ya que, a diferencia de este, tiene el mismo estatuto en todos los Estados–. Y no falla: como es habitual entre quienes niegan la igualdad de derechos del colectivo LGTB, en la hora de las críticas Card exige la tolerancia que, sin embargo, no despacha hacia los demás: "Ahora será interesante comprobar si los defensores triunfales del matrimonio homosexual muestran tolerancia hacia aquellos que estábamos en su contra cuando la cuestión estaba en disputa", remata.

¿Conseguirá esta disculpa su objetivo, neutralizar el boicot organizado contra el estreno en la gran pantalla de El Juego de Ender? Geek OUT, una asociación que vela por la representación de la homosexualidad en el cómic, el cine y la industria del entretenimiento, ha lanzado una campaña de boicot al estreno en noviembre de El Juego de Ender, película de la que Card, por cierto, es también coproductor. En la web www.skipendersgame.com –algo así como Sáltate El juego de Ender–, en donde una cita del propio Card recibe al visitante –la perla, en esta ocasión, es que "aquellos que violan flagrantemente la regulación de la sociedad en materia de conducta sexual no pueden continuar siendo considerados miembros ciudadanos iguales y aceptables"–, Geeks OUT aporta alguno de los argumentos para no ir a ver El juego de Ender.

"¿Realmente le quieres dar dinero a este tío?", pregunta este colectivo a medio camino entre homosexual y geek. "¡No veas esta película! No compres una entrada para el cine, no compres el DVD, no lo veas en vídeo a la carta. Ignora todo el merchandising y los juguetes. Por más que hayas admirado sus libros, mantén tu dinero fuera de los bolsillos de Orson Scott Card".

Lionsgate ha invertido ya más de 100 millones solo en la producción de la película dirigida por Gavin Hood, cuya campaña de promoción arranca ya mismo y previsiblemente costará si no lo mismo, sí un montante muy similar. Cuenta, además, con la presencia de Abigail Breslin, Viola DavisHailee Steinfeld y de pesos pesados de Hollywood como Ben Kingsley o Harrison Ford. Para colmo de males –de los males de los males de Summit Entertaiment y Lionsgate, se entiende–, El Juego de Ender es el primer volumen de una saga que completan La voz de los muertos, Ender el Xenocida e Hijos de la muerte y parió otra saga de novelas paralelas, entre ellas La sombra de Ender, La sombra del Hegemón, Marionetas de la sombra, La sombra del gigante y Sombras en fuga. Es un filón, en otras palabras. Uno que podría eclosionar en una franquicia multimillonaria o acabar en fracaso si el boicot contra Card prende entre los aficionados.

Y de momento ya está consiguiendo más ruido del que cabría esperar, cosechando adhesiones en multitud de espacios especializados y de opinión por todo Estados Unidos, aunque también polémica entre los aficionados a la ciencia ficción. Muchos de los que reprueban en todo momento las afirmaciones homófobas e intolerantes de Card no están de acuerdo con que se boicotee a Ender, todo un clásico de que se llevó en 1985 el premio Nébula y el Hugo en 1986 –los dos máximos galardones mundiales del género– y que, sobre todo, no habla en ningún momento de homosexualidad.

En El juego de Ender un niño, Andrew Ender Wiggin, es reclutado a los seis años por la Escuela de Batalla, una escuela militar en órbita, y formado para el mando militar con la esperanza de que consiga vencer en la guerra que la Tierra mantiene contra los insectores, una raza alienígena. Es precisamente el argumento al que ha aludido Scott en su famosa disculpa sin disculpa, que arranca precisamente aclarando que "El Juego de Ender acontece dentro de más de un siglo y no tiene nada que ver con asuntos políticos que no existían cuando el libro fue escrito en 1984".

Es un maestro de la ciencia ficción, pero los micrófonos se le dan bastante peor. "El matrimonio homosexual marca el fin de la democracia en América", aseguró hace poco Orson Scott Card, cuando la Corte Suprema de Estados Unidos ilegalizó la Ley de Defensa del Matrimonio –DOMA– de aquel país, que definía el matrimonio como "la unión entre un hombre y una mujer", y revirtió los efectos de la Proposición 8, la que eliminó el matrimonio gay en California.