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“La improvisación es un idioma como cualquier otro”
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EL SAXOFONISTA DE JAZZ FUSIÓN BILL EVANS, DE GIRA POR ESPAÑA

“La improvisación es un idioma como cualquier otro”

“Nadie puede ser tú mejor que tú mismo. Y tienes mucho que decir, así que, ¡sal ahí fuera y dilo!” El legendario trompetista Miles Davis (1926-1991)

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“La improvisación es un idioma como cualquier otro”

“Nadie puede ser tú mejor que tú mismo. Y tienes mucho que decir, así que, ¡sal ahí fuera y dilo!” El legendario trompetista Miles Davis (1926-1991) se dirigía así, al estilo del típico sermón paternalista propio de un guión de Hollywood, a un joven saxofonista que acababa de aterrizar en su banda. Con Louis Amstrong ya fallecido, Davis era por entonces (1980) la divinidad del jazz, la trompeta indiscutible, una leyenda viva que entonaba su última época como artista protagonizada por la fusión, y que incluía en su equipo a un chaval de 22 años

El estadounidense Bill Evans guarda en su memoria esos cuatro años de discos y giras con Davis, los primeros de sus veinte años de carrera musical y quince álbumes publicados, que trae ahora a los festivales de jazz de España.

El compositor de jazz fusión se muestra orgulloso de haber compartido parte de su carrera con los grandes del jazz: “Gracias a Miles conocí a Marcus Miller, John Scofield, y al guitarrista Mike Stern”. Con este último y con el baterista Dave Weckl acaba de girar por Europa el pasado mes de mayo.

Según explica a El Confidencial, desde que lanzó su último disco en 2011, Dragonfly, en el que predomina ese estilo soulgrass con la mezcla del saxo, guitarras eléctricas, batería, teclados y el aire country que aporta el banjo, se encuentra elaborando nuevos temas junto a su banda: “Siempre estamos trabajando en nueva música, nos mantiene frescos”. Para Evans, cada canción es nueva en cada concierto: “Lo que mantenemos es una marca, un ritmo, voz y melodías protagonistas”. De esas que no se van de la cabeza en varios días, explica.  

Continua mezcla de estilos

Evans es uno de esos músicos que vive por encima de las etiquetas. Se le incluye en el jazz por sus comienzos, porque es lo que sobresale un poco por encima del resto. Pero se trata de un artista ecléctico, al que le encanta mezclar, “unirse con todas las músicas”: ha llevado su saxo al funk, al rap, reggae, al country, ha viajado por otros tantos senderos y asegura que ese instrumento “va bien con todo”. ¿Qué será lo próximo? “No sé, ¡Americana y jazz, me encanta mezclarlo!

La influencia de aquel sermón de Miles Davis quedó latente en Evans, así como de los saxofonistas más importantes de aquella generación como son Charlie Parker o John Coltrane. La seguridad que le inculcó el trompetista con aquel sermón –“me enseñó a creer en lo que compongo y es lo que he hecho hasta ahora”, afirma- ha prevalecido sobre el miedo a abrirse a nuevos estilos. Porque su pasión ante todo es la música, que asegura “corre” por sus venas.

Y con ellos aprendió también el gran arte de improvisar: “La improvisación es un idioma como el inglés el español, o cualquier otro”. Tan convencido de ello está que incluso grabó un vídeo a modo de “curso de improvisación” en la web truefire.com, en el que comienza con la misma sentencia: “es una lengua que hay que estudiar para poder controlar que aquello que improvisas sale como exactamente como tú quieres”.

Bill Evans debutó en solitario en 1984 con el álbum Living In The Crest Of Wave. A mediados de los 80 actuó junto a John McLaughlin y su Orquesta Mahavishnu. Once discos después contemplando múltiples fusiones, apareció Soul Insider (2001), el álbum de 2001, un álbum que le valió la nominación para los premios Grammy. Con Soulgrass (2006) le llegaría su segunda nominación. Su banda, que lleva el mismo nombre que aquel disco, le acompaña desde 1990. Y entre sus muchas colaboraciones, tantos para álbumes como giras, se encuentran artistas como Herbie Hancock, Willie Nelson, Carlos Santana Mick Jagger.

También quiere ser cantante

Ha venido pocos días a España pero no ha parado un segundo. Evans y su banda han actuado este mes de julio en Granada, San Javier, Pamplona y Torrelavega, pasando entre medias por Italia y Alemania, y el próximo día 17 estará en Universijazz (Valladolid), el 18 en el Festival Cultura Inquieta (Getafe) y el 19 en el Festival Internacional de Jazz de Peñíscola.

Evans dice estar encantado de pasar por Cultura Inquieta, una iniciativa de de “gente apasionada de la música”. Su director, Juan Yuste, afirma que Evans, además de un “figura” de la música, representa el carácter integrador y lejos de los clichés de este modesto festival, una propuesta cultural que va más allá de los conciertos.

“El objetivo de esto es no dejar de emocionarnos y agitarnos”, expresa Yuste, que eligió a Evans entre otras cuestiones por su actitud innovadora: “Lleva años investigando, no deja de redescubrirse”. Evans es de los que escucha a bandas que están creando nuevos sonidos “y no sólo recreando el pasado”, explica el saxofonista. Siempre en busca de aprender algo nuevo, su último reto -para lo cual está tomando clases- es ser “un buen vocalista”.

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Rechaza hablar de cualquier asunto político porque dice tener “otras cosas en las que pensar”, o de hacer un análisis algo más profundo sobre el jazz de nuestros días. Trata de resolver pronto las preguntas –la gira le deja dedicar pocos minutos a estas cosas- pero sí que advierte por propia iniciativa lo a gusto que se encuentra en España: “la gente es la gente y vivimos todos en el mismo planeta, pero, ¡me ha dado tanto bueno España!”, exclama, para acabar: ¡Lo digo de verdad!

Hay algo que lo prueba, y lo recuerda por si se nos ha perdido en el camino: la canción Road to Bilbao que compuso para su álbum Big Fun (ESC Records) en 2003.

“Nadie puede ser tú mejor que tú mismo. Y tienes mucho que decir, así que, ¡sal ahí fuera y dilo!” El legendario trompetista Miles Davis (1926-1991) se dirigía así, al estilo del típico sermón paternalista propio de un guión de Hollywood, a un joven saxofonista que acababa de aterrizar en su banda. Con Louis Amstrong ya fallecido, Davis era por entonces (1980) la divinidad del jazz, la trompeta indiscutible, una leyenda viva que entonaba su última época como artista protagonizada por la fusión, y que incluía en su equipo a un chaval de 22 años