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La violeta de Chile que floreció en Europa
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ESTRENO DE 'VIOLETA SE FUE A LOS CIELOS', LA BIOGRAFÍA CINEMATOGRÁFICA DE VIOLETA PARRA

La violeta de Chile que floreció en Europa

Están todas. La niña del Chile rural que se crió en la miseria y la mujer que arrancó el aplauso de Europa. La cría que dejó

Foto: La violeta de Chile que floreció en Europa
La violeta de Chile que floreció en Europa

Están todas. La niña del Chile rural que se crió en la miseria y la mujer que arrancó el aplauso de Europa. La cría que dejó la escuela para arañarle unos pesos a la pobreza y la artista que enamoró al mismísimo Museo del Louvre. La madre que perdió a una hija y la hija que perdió a su padre. La que escribió Gracias a la vida, quizá el himno más grande que nadie le ha compuesto a la vida en español, y la que menos de un año después lo traicionó descerrajándose un tiro en la cabeza.

Violeta Parra (Chile, 1917-1967) perteneció a una de las estirpes familiares más prolíficas de Chile, si no la que más, se codeó con los primeros nombres de la política y la cultura del país y enarboló las banderas que entonces nadie quería enarbolar: las del folclor, las del pueblo y las de la mujer. Su biografía no tiene desperdicio, sí, pese a que solo floreció medio siglo, pero Andrés Wood –el director de Violeta se fue a los cielos, la película de estreno esta semana en España– y Ángel Parra –el propio hijo de la artista, autor del libro homónimo– quieren convencernos de algo más: antes que una creadora abundante y celebrada, Violeta Parra fue, más allá, una mujer apasionante. 


Preguntado por El Confidencial, de hecho, el hijo de la protagonista precisa que más que una película biográfica, esta cinta sobre su madre es "un instante del espíritu de Violeta captado por el director, Andrés Wood, a través de la lectura Violeta se fue a los cielos", el libro sobre ella que él mismo publicó en 2006.

El benjamín de la familia Parra, que contaba 24 años cuando Violeta se suicidó en 1967, narró en aquellas páginas su visión de la vida de su madre, más una crónica de sus propios recuerdos que una biografía al uso. "Quise contar la verdad que yo conozco, a la que asistí, que no es toda, claro. Mi hermana (Isabel Parra) tiene otra porción, mi tío (Nicanor Parra) tiene otra y cada uno puede hablar mejor de una parte de su vida".

Violeta se fue a los cielos, la película ganadora del Gran Premio Internacional del Jurado en el festival de Sundance en 2012, adapta así para el cine esta crónica personal de la vida de la artista asumiendo el mismo punto de vista. Aunque la cinta no focalice formalmente sobre Ángel Parra –a quien veremos entrar y salir de la narración como personaje– ni nos explique en ningún momento que estamos asistiendo a sus memorias, sigue siendo una colección de recuerdos en la que lo emocional prima  sobre lo histórico. 

Wood, además, no ha sucumbido a la tentación de incorporar caras conocidas y aunque sí asistimos a la gira europea de Violeta o a su histórica exposición en el Louvre, por ejemplo, no lo haremos a sus encuentros y conversaciones con personalidades chilenas tan reconocibles como Pablo Neruda, Víctor Jara, Gabriela Mistral o su propio tío, Nicanor Parra. "No hemos querido hacer una galería de padres de la patria", sentencia Ángel Parra.

Y se trata, sin duda, de un acierto. La elipsis sobre el componente histórico facilita de esta manera la incorporación de episodios más pertinentes, por desconocidos, de la vida de Violeta, y permite a Wood incorporar el valor añadido cinematográfico que justifica la adaptación a la gran pantalla: el homenaje plástico a la obra de la artista a través de sus canciones –hasta 22 en toda la cinta, todas magníficamente interpretadas y arregladas para la cinta– y el recreo en su obra visual y musical, que reconoceremos en imágenes como el primerísimo primer plano del ojo de un ave –evocando Pupila de águila, una de las canciones más emblemáticas de Parra– o la ilustración magnífica de su romance entre la gallina y el gavilán –encarnaciones simbólicas de la mujer y el hombre y, en su experiencia, de ella misma y Gilbert Favre–, entre otras variaciones poéticas.

Con una realización lírica sin faltar a la narración, con un acompañamiento musical impecable y con una producción del todo convincente a Violeta se fue a los cielos solo le faltaba no patinar en lo fundamental, que es la propia Violeta. No lo hace. La actriz Francisca Gavilán, habitual en la televisión chilena, firma un papel soberbio pese a su exigencia y consigue el retrato efectivo de Parra con aquello que más lo necesitaba, que son la mirada, el verbo y las entrañas. Y en la voz, por descontado, ya que la actriz interpreta ella misma las canciones de Parra y lo hace, como no podría ser de otro modo, de forma magnífica.

Violeta se fue a los cielos

Director: Andrés Wood.

Nacionalidad: Chile, Argentina, Brasil.

Duración: 110 minutos.

Reparto: Francisca Gavilán, Thomas Durand, Christian Quevedo, Gabriela Aguilera.

Están todas. La niña del Chile rural que se crió en la miseria y la mujer que arrancó el aplauso de Europa. La cría que dejó la escuela para arañarle unos pesos a la pobreza y la artista que enamoró al mismísimo Museo del Louvre. La madre que perdió a una hija y la hija que perdió a su padre. La que escribió Gracias a la vida, quizá el himno más grande que nadie le ha compuesto a la vida en español, y la que menos de un año después lo traicionó descerrajándose un tiro en la cabeza.