Es noticia
El Reina Sofía recupera 1961, cuando el arte se volvió un extraño
  1. Cultura
EL MUSEO MONTA SU EXPOSICIÓN "MENOS POPULAR, PERO MÁS NECESARIA"

El Reina Sofía recupera 1961, cuando el arte se volvió un extraño

El Museo Reina Sofía se convierte por unos meses en el Museo Arqueológico de la Vanguardia Radical para revivir el volcán creativo que sucedió en 1961,

Foto: El Reina Sofía recupera 1961, cuando el arte se volvió un extraño
El Reina Sofía recupera 1961, cuando el arte se volvió un extraño

El Museo Reina Sofía se convierte por unos meses en el Museo Arqueológico de la Vanguardia Radical para revivir el volcán creativo que sucedió en 1961, un año crucial para la invención. Según el director del centro, Manuel Borja-Villel, el origen en bruto de todo lo que vivimos hoy, pero sin pasar por el mercado ni volverse tan académico. Es más, reivindica este montaje como una exposición contra la amnesia de la modernidad. Cree que el arte contemporáneo olvida rápidamente de dónde viene y que 1961 “es el año en que aparece todo”. Desde el pop al minimal, pasando por el arte conceptual.

En palabras del propio Borja-Villel, “probablemente sea la exposición menos popular que haya hecho hasta el momento, pero sí la más necesaria”. Participan 27 artistas, todos ellos vinculados al órgano propagador y documento decisivo sobre la composición experimental de aquellos maravillosos años, la publicación An Anthology. De la colección de prácticas artísticas que allí se daban cita, coordinadas por el artista La Monte Young, que mandaba cartas de invitación a sus futuros colaboradores, emergió el nombre que daría la réplica a Pablo Picasso: si el protagonista del inicio del siglo fue el pintor malagueño, en la segunda mitad del XX la figura capital es John Cage (1912-1992).   

La muestra ± I96I  La expansión de las artes explora los orígenes del cambio y las primeras actividades colectivas en las que Cage, figura destacada de la Escuela de Nueva York de compositores y fundador de la composición experimental, tomó el mando del proceso de radicalización. “La nueva partitura de Cage es el Big Bang de este momento”, dice el director. De hecho, el músico se liberó de la notación musical tradicional para trasladar la responsabilidad de la autoría del compositor al intérprete y al público. A su alrededor se creó un grupo de compositores, músicos, poetas y artistas que entendieron y asumieron el profundo compromiso con el azar y la indeterminación.

Del anonimato al estrellato

Esa radicalidad en estado bruto encontró en el cuerpo su mejor excusa y en la performance la resistencia. Para los comisarios de la muestra, Julia Robinson y Christian Xatrec, esta condición de aparente arbitrariedad o libertad de medios se “asemeja mucho a nuestro tiempo”. Observan cómo los nuevos formatos iniciados entonces, las redes internacionales de colaboración, “han perdido claridad en el presente, a pesar de que resultan más relevantes que nunca”.

La mayoría de las piezas reunidas en el museo madrileño han debido ser rescatadas de los armarios de trastos de los artistas o sus herederos, porque permanecían olvidadas y, desde luego, fuera del circuito comercial. Es 1961 un año anónimo, como esa breve generación que sucumbió ante el canibalismo del impulso comercial de los nuevos nombres venideros. Los Warhol, Rauschenberg y compañía. Sólo ocho años más tarde de la gran revolución creativa, estaban acabados y superados por la nueva maquinaria trituradora de éxitos plásticos. Si es que ellos no se habían encargado de acabar antes con su propia leyenda.

± I96I  La expansión de las artes arroja luz sobre un momento fulgurante, un bocinazo o un relámpago, que ahora se recupera con el poso nostálgico de una de las “últimas etapas convincentemente utópicas de colaboración e intervención en el siglo XX”. En ese sentido destaca, entre las casi mil piezas que se recogen y reparten por varias salas, la mítica obra de Cage Indeterminacy (Stories) (Silence) "I went to a concert upstairs…". Presidiendo la sala, el retrato del músico realizado por Walter de Maria en 1965. 

Pero antes hemos tenido que pasar a la fuerza entre las piezas de Simone Forti y Robert Morris, marido y mujer, con espacios y ambientes tan ásperos como nítidos. Las situaciones absurdas y el humor es la especialidad de George Brecht, que con Mesas y sillas (1962) propone una de las imágenes más populares de la exposición -que estará abierta hasta el 28 de octubre - menos popular del momento en el Paseo del Prado madrileño y probablemente una de sus mejores referencias. Brecht trabajaba durante el día como químico investigador en Mobil, Pfizer o Johnson & Johnson, compatibilizando su vena creativa con sus labores de asalariado. Cincuenta años más tarde vuelve a compartir espacio con los experimentos de Anna Halprin, La Monte Young, George Maciunas, Nam June Paik, el padre del arte conceptual Henry Flynt y Yoko Ono, para dar vida a los arranques del arte al azar, un arte extraño para el arte. 

El Museo Reina Sofía se convierte por unos meses en el Museo Arqueológico de la Vanguardia Radical para revivir el volcán creativo que sucedió en 1961, un año crucial para la invención. Según el director del centro, Manuel Borja-Villel, el origen en bruto de todo lo que vivimos hoy, pero sin pasar por el mercado ni volverse tan académico. Es más, reivindica este montaje como una exposición contra la amnesia de la modernidad. Cree que el arte contemporáneo olvida rápidamente de dónde viene y que 1961 “es el año en que aparece todo”. Desde el pop al minimal, pasando por el arte conceptual.

Fundación Reina Sofía