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"Ni somos la banda sonora del 15M ni pretendemos serlo"
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ENTREVISTA A ROBERTO HERREROS, NACHO VEGAS Y MARC BALFAGÓN, DE FUNDACIÓN ROBO

"Ni somos la banda sonora del 15M ni pretendemos serlo"

Aseguran que ni son "la banda sonora" del 15M ni pretenden serlo, así que digámoslo de la siguiente forma: si el 15M tuviera una banda sonora,

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"Ni somos la banda sonora del 15M ni pretendemos serlo"

Aseguran que ni son "la banda sonora" del 15M ni pretenden serlo, así que digámoslo de la siguiente forma: si el 15M tuviera una banda sonora, seguramente la pondrían ellos. Son las únicas distancias –obligadas por la prudencia, seguramente–, que la Fundación Robo pone con el movimiento político que surgió en mayo de 2011, cuyo símbolo más reconocible, la máscara de Guy Fawkes, hasta incorpora en la contraportada de su primer disco. No podía ser de otro modo cuando ellos mismos se organizaron a la vez que los indignados para hablar de lo mismo que ellos y hacerlo del mismo modo. Por eso funcionan horizontalmente y acaban de publicar 28 canciones de libre descarga que recopilan ahora en un pack con un CD financiado mediante crowdfunding, cuatro temas inéditos y un DVD con vídeos y un documental. Roberto Herreros, impulsor inicial del colectivo, Nacho Vegas y Marc Balfagón explican a El Confidencial qué es Fundación Robo.

¿Cómo llega uno a la conclusión de que debe emprender un proyecto como Robo?


Roberto Herreros: La idea planeaba de un modo muy difuso sobre algunos de nosotros desde hacía algún tiempo, pero hasta las protestas del 15 de mayo de 2011 no empezó a tomar forma. El 15M ha significado un magnífico resurgimiento de la política. De repente te encontrabas hablando con tus vecinos o compañeros de trabajo sobre el capitalismo financiero. Unos meses antes esto nos hubiera parecido impensable. La gente se manifestó, y sigue haciéndolo, contra el secuestro de la política por la economía y reivindicaba la recuperación del control democrático de la vida pública. Es lógico que esta defensa ante el ataque organizado más amplio que se ha producido nunca contra nuestro bienestar acabara teniendo un reflejo en la música. 



Viven una aventura similar a la del colectivo Wu Ming… ¿Hasta qué punto toman como referencia este proyecto literario?


RH: Cuando empezamos dijimos que Robo pretendía ser una especie de Wu Ming musical porque queríamos que fuera un espacio en el que dejar atrás el narcisismo que todavía domina las canciones populares. En Robo intentamos diluir, dentro de lo posible, el concepto de autoría, privilegiando la importancia de la obra sobre la persona que la produce. Hay algunas diferencias, claro. Por ejemplo, Wu Ming es un colectivo literario totalmente anónimo y Robo no. Pero, aunque se sepa quién está detrás de cada aportación, todas las canciones están firmadas con el nombre colectivo de Robo. Los créditos de cada tema solo son un reconocimiento a las personas que han contribuido de manera desinteresada al proyecto.



Con frecuencia se ha dicho que son "la banda sonora del 15 M". ¿Es una etiqueta justa?

RH: Ni somos la banda sonora del 15M ni pretendemos serlo. Robo solo es una expresión más de las muchas que surgieron a partir del 15 de mayo de 2011.



¿Qué objetivos se marcaron en el inicio del proyecto?

Nacho Vegas: Más que buscar algo concreto esperábamos ir encontrando cosas que nos estimularan y que hicieran crecer la propuesta. En la música la creación individual es solo una parte, y no la más importante. Siempre hay un trabajo de colaboración, de intercambio de ideas y de aprendizaje de los demás. Queríamos poner el foco en esta parte colaborativa y crear un espacio común en el que se encontrara gente tan dispar como Mar Álvarez o Fiera, por poner un ejemplo. Lo que nos une a todos es el cuestionamiento a un discurso hegemónico (social, político y cultural) que llevamos soportando ya demasiado tiempo; a partir de ahí han ido surgiendo no solo canciones, sino encuentros y colaboraciones que definen lo que es Fundación Robo.

¿Esperaban el apoyo de más artistas?


RH: Al contrario, estamos muy contentos con la cantidad de músicos y no músicos que participan en la fundación. Eso sí, como decimos siempre, nos encantaría contar con aportaciones más diversas e incorporar estilos que nos entusiasman como la cumbia, el reggaetón, el kuduro, la champeta o el moombahton, pero al final siempre acabas recurriendo a tu círculo más próximo, que en nuestro caso es el pop y el rock. Con todo, hemos conseguido publicar temas de hip hop o de techno de los que estamos muy satisfechos, pero nos gustaría que fuesen más. 



¿Dónde han quedado esos artistas que en su día fueron la canción protesta?

RH: No esperábamos que se uniera nadie en particular. Robo es una plataforma abierta e intentamos dar cabida a todo el que quiera acercarse a ella. De cualquier modo, la mayoría de los artistas de la canción protesta acabaron fagocitados por la cultura de la Transición, el paradigma cultural hegemónico en España desde hace más de tres décadas. El 15M ha sido la primera gran grieta a esa cultura consensuada y vertical. No creemos que la mayoría de aquellos cantautores se sintieran muy cómodos en un espacio como este. 



Es decir, que tampoco hablamos de canción protesta.

NV: La canción protesta solo es una parte de Fundación Robo, la que reivindica a figuras como Chicho Sánchez Ferlosio o Phil Ochs. Y entendemos que cualquier canción puede ser un grito, una protesta, pero no queremos quedarnos en un concepto que ha sufrido mucho desgaste con el tiempo. De hecho ese grito también lo apreciamos en temas instrumentales (que por tanto no son "canciones" en un sentido estricto) que usan el ruido o la electrónica para expresarse; en el disco hay varios ejemplos.



¿Y lo de canción populista que soléis utilizar?

RH: Cualquier propuesta destinada a mejorar las condiciones de las clases más desfavorecidas es tildada de populista por nuestros gobernantes, así que decidimos apropiarnos del término y resignificarlo. Nunca nos hemos definido como canción protesta. La canción protesta surgió en otro contexto y manejaba otros códigos. Lo de canción populista tiene algo de broma, pero también es nuestra modesta contribución para redefinir el concepto de canción popular.



¿Qué busca Asalto, vuestra facción literaria?


RH: Robo es, por encima de todo, un intento de convertir la frustración en energía política. Unos lo intentan con la música y Asalto con textos literarios. Si lo hemos conseguido o no debe juzgarlo quien dedique un rato a leerlos (no hace falta mucho, son piezas breves). 

En el proyecto de crowdfunding puesto en marcha para financiar el disco consiguieron más dinero de lo solicitado. ¿Hubo mucha prudencia al pedir o el apoyo fue mayor de lo esperado?


Como suele ocurrir en estas campañas, no calculamos del todo bien la cantidad que necesitábamos, pero gracias a que el apoyo fue mayor del que esperábamos hemos conseguido editar el disco sin sufrir demasiado.

Los beneficios de la venta, ¿dónde irán?

No creemos que el disco dé muchos beneficios, pero lo que obtengamos lo emplearemos en la sostenibilidad del proyecto.

Hace poco un miembro de un grupo español me decía que “es muy difícil emocionar con la canción protesta” y que por eso en su grupo solo hacían temas intimistas. ¿Ese es el ombliguismo del que hablan?

Marc Balfagón: Lo que queremos decir se plasma muy bien en la anécdota que comentas. ¿Las canciones con letras de contenido social o político no emocionan? ¿Y las 70.000 canciones con letras intimistas sí? De hecho el mero uso de la noción “canción protesta” ya es una manera sutil de denostar todo aquello que no sea yo/mis cosas/mi amor/mi desamor, etc. Ese ombliguismo del que hablamos puede hacernos pensar que las relaciones personales es de lo único que podemos hablar en las canciones. ¿Por qué? Hay muchos estilos como el primer hip hop, el roots reggae, el dancehall o el grime en los que las letras tienden a hablar de aspectos públicos y problemáticas sociales, además de hablar de relaciones personales. Quizás la cuestión es que algunos de estos grupos no tienen conexión con su entorno social o este es rematadamente pijo. Para los que no es así, les lanzamos una pregunta: ¿podemos hablar de todos esos temas comunes que nos afectan?



“Con esta crisis muchas personas han hecho 'crac' por dentro. Es hora de poner en común la frustración y convertirla en energía política. […] Mejor juntos en la calle que seguir solos en casa insultando a la pantalla del telediario”. Con los ya convencidos será fácil, pero sacar del televisor a aquellos que siguen pensando que no se puede hacer nada, ¿no es una tarea casi imposible?


MB: Desgraciadamente, muchas veces no pensamos en hacer algo hasta que las cosas nos tocan muy de cerca y afecta a nuestro bienestar material. Ahora mismo, la precariedad se está extendiendo y muchas capas de la población están mutando en sus percepciones y sus inercias. Leyendo Tratado para radicales, de Saul Alinsky, un organizador de pequeñas comunidades en lucha en Estados Unidos, te das cuenta de que lo que necesitamos es básicamente herramientas. Si miras las encuestas de opinión, cada vez más, la indignación es generalizada. Los que piensan que no se puede hacer nada solo necesitan algo que les haga cambiar de idea.

Una de las canciones dice algo así como “antes era el primero de la clase y ahora estoy a punto de colocarme el pasamontañas”. Es la indignación en verso, está claro, pero ¿creen que los abusos que vive la sociedad a diario están legitimando una reacción violenta?

NV: Lo curioso es que, a pesar de que la estrategia de los movimientos sociales viene siendo pacífica, las movilizaciones y acciones como los escraches han acabado siendo criminalizados por el Gobierno y la gran mayoría de medios, lo que demuestra que todo esto les está poniendo muy nerviosos, y al menos en ese sentido han funcionado. Es una cuestión de llevar a cabo una estrategia legítima e irreprochable. Pero si piensas en casos concretos, cualquiera entendería que la violencia brutal a la que se somete a los ciudadanos fuera respondida con actos de violencia, siquiera instintivos. La música tiene algo primitivo, en realidad es la manera que tenemos de canalizar de forma pacífica y armoniosa instintos violentos que tendrían justificación. La música a la vez los expresa y los contiene, por eso es tan importante.

Aseguran que ni son "la banda sonora" del 15M ni pretenden serlo, así que digámoslo de la siguiente forma: si el 15M tuviera una banda sonora, seguramente la pondrían ellos. Son las únicas distancias –obligadas por la prudencia, seguramente–, que la Fundación Robo pone con el movimiento político que surgió en mayo de 2011, cuyo símbolo más reconocible, la máscara de Guy Fawkes, hasta incorpora en la contraportada de su primer disco. No podía ser de otro modo cuando ellos mismos se organizaron a la vez que los indignados para hablar de lo mismo que ellos y hacerlo del mismo modo. Por eso funcionan horizontalmente y acaban de publicar 28 canciones de libre descarga que recopilan ahora en un pack con un CD financiado mediante crowdfunding, cuatro temas inéditos y un DVD con vídeos y un documental. Roberto Herreros, impulsor inicial del colectivo, Nacho Vegas y Marc Balfagón explican a El Confidencial qué es Fundación Robo.