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Erotismo sin tapujos
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EL CÍRCULO DE BELLAS ARTES EXPONE FOTOGRAFÍAS DE CALLAHAN, WESTON Y DLUBAK

Erotismo sin tapujos

Harry Callahan y Edward Weston, dos de los mejores retratistas de la historia de la fotografía en Estados Unidos, despliegan sus armas desde este lunes en el madrileño

Harry Callahan y Edward Weston, dos de los mejores retratistas de la historia de la fotografía en Estados Unidos, despliegan sus armas desde este lunes en el madrileño Círculo de Bellas Artes y se enfrentan una batalla incruenta de desnudez y erotismo.

La del primero es nívea, idealizada y casi angelical, que es como Callahan retrataba a su mujer y musa, Eleanor. La del segundo es cruda, menos limpia y contrastada, como es la propia realidad. Weston y Callahan, negro y blanco, luchan en una misma sala como los dos bandos de una partida de ajedrez pero, al igual que los dos contrincantes sobre el tablero, comparten un mismo modo de expresión. La mirada oclusiva, por ejemplo. El gusto por el primer plano. La fascinación por el erotismo del cuerpo femenino.

Además las piezas de ambos trascendieron "la moral aceptada en ese momento". Así lo explicó la comisaria Laura González durante la presentación este lunes de El, ella, ello. Diálogos entre Edward Weston y Harry Callahan, organizada por la Fundación Banco Santander para PHotoEspaña 2013 y que permanecerá abierta en la sala Goya del Círculo de Bellas Artes hasta el próximo 28 de julio.

Tanto Weston como Callahan, en efecto, casi parecen fotógrafos de hoy mismo pese a que sus instantáneas más emblemáticas datan de los años 30 y 40 respectivamente. Quizá es la influencia que ambos sembraron en los autores estadounidenses posteriores –como Emmet Gowin o Robert Mapplethorpe, también presentes en PHotoEspaña– o quizá que la propia historia de la fotografía colea desde ellos como el punto y seguido que fueron. Lo cierto es que nadie diría que estamos ante imágenes que superan –algunas– los 80 años de historia.

En particular por el naturalismo con el que ambos retrataron la desnudez, que para los dos encarnaron mujeres que amaban. De esta manera la intención de la muestra, según González, es contraponer 80 obras de los dos artistas, entre ellas las más icónicas de su obra, para señalar con el contraste sus estrategias comunes en la expresión de lo erótico y demostrar que esa cualidad trasciende lo sexual y gana en ambos una dimensión extra, la del afecto.

Por esa razón estamos en ambos casos ante trabajos decididamente subjetivos en los que del cuerpo importa menos su estudio anatómico o acaso su mera sexualidad. En ellos se resalta en primer lugar la amabilidad y la complicidad hacia lo retratado y después, solo en un plano ulterior, su condición erótica, indisolublemente unida a lo primero porque para Weston y Callahan resultaba más interesante retratar un nombre propio –Margrethe, Tina o Charis en las imágenes del primero y Eleonor en las del segundo– que a una mujer genérica.

El frío europeo

La colección de Weston y Callahan se ve complementada en el mismo Círculo de Bellas Artes, ahora en la sala Juana Mordó, con las fotografías del polaco Zbigniew Dlubak, que retomó a los maestros estadounidenses a mediados del siglo XX e incorporó algunas de sus giros discursivos en el retrato del cuerpo femenino.

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Mismos giros –oclusión, crudeza, frialdad– pero, eso sí, un estilo propio. Según explicó ante la prensa la comisaria de Estructuras del cuerpo, Karolina Ziebinska, casi todas las imágenes presentes hoy en Madrid forman parte de la etapa conceptual del artista europeo, durante las décadas de los 60 y los 70.

Durante esta etapa, más que como fotógrafo Dlubak trabajó como un pintor, retratando en primer lugar a su propia esposa como estudio y boceto y trasladando después los mismos ángulos, sombras y claroscuros a la fotografía definitiva con una modelo.

Es así, trabajando laboriosamente, como el retratista consiguió su característico aire de improvisación en fotografías, de hecho, profundamente estudiadas. A lo largo de su carrera Dłubak trabajó el cuerpo desde diferentes perspectivas discursivas y dejó impregnar sus retratos del patrón compositivo que imperó en el retrato de todos sus temas: la simetría, el ritmo y la repetición.

Estructuras del cuerpo, así, reúne los primeros trabajos del autor cuando este empezó a interesarse por el desnudo en la década de los 60, en los que el fotógrafo miró a la mujer desde muy cerca, con planos oclusivos que singulariza la parcela del cuerpo y la convierten en un objeto erótico singular, observado el cuerpo humano con admiración y una meticulosidad casi científica.

Harry Callahan y Edward Weston, dos de los mejores retratistas de la historia de la fotografía en Estados Unidos, despliegan sus armas desde este lunes en el madrileño Círculo de Bellas Artes y se enfrentan una batalla incruenta de desnudez y erotismo.